/ miércoles 18 de noviembre de 2020

Con café y a media luz | Cristalazos

Mientras los docentes de todos los niveles de educación están, por todos los medios a su alcance, buscando la manera de implementar estrategias y técnicas de educación para continuar ofreciendo el servicio que tanto aman y no interrumpir el ciclo escolar vigente a pesar de estar en medio de la crisis sanitaria más severa de la historia contemporánea de la humanidad, a los alumnos pareciese no importarles en lo más mínimo la preparación académica para labrarse un mejor porvenir.

Y, todo parece indicar, que este comportamiento en la nueva generación es una pandemia más cuyo virus está conformado genéticamente por el desdén, la apatía, la flojera y unos “aires” de autosuficiencia malentendida y, por ende, un marcado menosprecio por la figura de autoridad que debería representar el profesor.

No debemos olvidar que, si bien es cierto que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información fueron concebidas como herramientas de vínculo entre los hombres y las naciones, también es verdad que los jóvenes han aprendido a dominarlas para explotar sus virtudes, principalmente, en temas relacionados con el juego, el morbo, el rumor y ocasionando daños en lo individual y en lo social con actos que ya están considerándose como “hechos delictivos”.

Así, hemos podido ver a maestros de otros países quienes, al no dominar las plataformas de videoconferencias y confiando en los consejos de sus alumnos, se han convertido en objeto de burla de estos últimos que les fueron guiando paso a paso para cancelar la clase virtual. Las carcajadas de los imberbes generan una mezcla de tristeza, decepción, miedo y angustia pues en unos cuantos años, ellos serán los responsables de la toma de decisiones en el mundo.

También hemos sido testigos de las lágrimas vertidas por una profesora centroamericana motivadas por la frustración y la derrota al no poder generar en sus educandos el mínimo interés por la clase. La declaración que la mentora hace en las redes sociales y que, rápidamente se volvió viral, es escalofriante: “A los jóvenes de hoy no les interesa formarse”.

Empero, lo más lamentable, desde mi punto de vista y salvo su mejor opinión gentil amigo lector, ocurrió hace unos días en una escuela de educación superior de un estado fronterizo y fue registrado y difundido en video por los mismos alumnos quienes se presumían como los “agraviados”. Cabe hacer mención que, aunque el hecho se suscitó en un plantel ubicado a varios miles de kilómetros de aquí, llama la atención que dicha casa de estudios pertenece a un sistema nacional de educación universitaria.

En dicho archivo de varios minutos de duración se puede escuchar a una mujer –estudiante– que le reclama a la maestra de la materia “Fundamentos del Derecho”, en repetidas ocasiones por encargarle tarea. La quejosa reclamó tres puntos, principalmente: El primero era la cantidad; el segundo, relativo al tiempo con el que se solicitaba el trabajo y, el tercero atendía al contenido conceptual del ejercicio.

En palabras llanas, la vocera del grupo, apoyada por otro compañero estaba indignada porque los ejercicios encomendados por la docente solo les permitían dormir jornadas de cinco horas, algo que, según la ciencia es enteramente contranatural. ¡Vaya crimen en contra de las criaturas!

Asimismo, en cuestión al tiempo, reclamaban que la docente, primero, les encargaba una investigación sobre los conceptos relacionados con el tema que se trataría en la clase y, después, les preguntaba sobre lo investigado para resolver las dudas que pudiera haber. Sin embargo, se escucha en el archivo cuando la alumna le dice que “… en la primaria, la secundaria y la preparatoria, primero me explicaban y luego me encargaban tarea…” A lo que la mentora contesta que “… en nivel superior la tarea se encarga primero…”

Y como epicentro de esta bestial serie de irregularidades en contra de los “angelitos”, se oye cuando la estudiante le dice a su catedrática que “… no estamos obligados a conocer términos jurídicos, por eso usted, no nos puede encargar tareas en las que vengan palabras extrañas o conceptos de otras áreas…” después de unos minutos de silencio, en los que me supongo que la maestra agradeció al Creador el no tener enfrente a los mozalbetes, se le escucha decir: “…. Fuente bibliográfica no es un término jurídico. Citar la fuente bibliográfica es mencionar el origen de donde se obtuvo la información”.

La respuesta de quien afanosamente buscaba el triunfo en esta discusión es vergonzosa, pues replica: “… Eso es fuente para usted, para mí, fuente puede significar muchas cosas…” Para no cansarlo más con esta lectura, le resumo que ahora, por increíble que parezca, el director del plantel ha extendido un oficio en el que ha dado a conocer que la maestra será supervisada en sus sesiones virtuales durante el resto del semestre para que ya no cometa tantas “atrocidades”. Ese comportamiento es una muestra más de aquellos a los que ahora se les llama “la generación de cristal”.

Esa generación frágil, delicada, incapaz de someterse a la mínima presión de cualquier tipo, pues se puede fracturar, romper, resquebrajar y no son capaces de hacerse responsable de ello, pues incluso, harán culpables a otros de evidenciar su carencia de temple. Ese grupo de jovencitos han migrado los “berrinches de manotazo y pataleta” en otro tipo de conductas que, a la larga, tienen el mismo trasfondo. Hoy, a ese tipo de “perretas infantiloides” ya hay quien les llama “cristalazos” por ser característicos de los protagonistas de la sociedad de “la nueva era”.

La pregunta es ¿qué vamos a hacer?

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

Mientras los docentes de todos los niveles de educación están, por todos los medios a su alcance, buscando la manera de implementar estrategias y técnicas de educación para continuar ofreciendo el servicio que tanto aman y no interrumpir el ciclo escolar vigente a pesar de estar en medio de la crisis sanitaria más severa de la historia contemporánea de la humanidad, a los alumnos pareciese no importarles en lo más mínimo la preparación académica para labrarse un mejor porvenir.

Y, todo parece indicar, que este comportamiento en la nueva generación es una pandemia más cuyo virus está conformado genéticamente por el desdén, la apatía, la flojera y unos “aires” de autosuficiencia malentendida y, por ende, un marcado menosprecio por la figura de autoridad que debería representar el profesor.

No debemos olvidar que, si bien es cierto que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información fueron concebidas como herramientas de vínculo entre los hombres y las naciones, también es verdad que los jóvenes han aprendido a dominarlas para explotar sus virtudes, principalmente, en temas relacionados con el juego, el morbo, el rumor y ocasionando daños en lo individual y en lo social con actos que ya están considerándose como “hechos delictivos”.

Así, hemos podido ver a maestros de otros países quienes, al no dominar las plataformas de videoconferencias y confiando en los consejos de sus alumnos, se han convertido en objeto de burla de estos últimos que les fueron guiando paso a paso para cancelar la clase virtual. Las carcajadas de los imberbes generan una mezcla de tristeza, decepción, miedo y angustia pues en unos cuantos años, ellos serán los responsables de la toma de decisiones en el mundo.

También hemos sido testigos de las lágrimas vertidas por una profesora centroamericana motivadas por la frustración y la derrota al no poder generar en sus educandos el mínimo interés por la clase. La declaración que la mentora hace en las redes sociales y que, rápidamente se volvió viral, es escalofriante: “A los jóvenes de hoy no les interesa formarse”.

Empero, lo más lamentable, desde mi punto de vista y salvo su mejor opinión gentil amigo lector, ocurrió hace unos días en una escuela de educación superior de un estado fronterizo y fue registrado y difundido en video por los mismos alumnos quienes se presumían como los “agraviados”. Cabe hacer mención que, aunque el hecho se suscitó en un plantel ubicado a varios miles de kilómetros de aquí, llama la atención que dicha casa de estudios pertenece a un sistema nacional de educación universitaria.

En dicho archivo de varios minutos de duración se puede escuchar a una mujer –estudiante– que le reclama a la maestra de la materia “Fundamentos del Derecho”, en repetidas ocasiones por encargarle tarea. La quejosa reclamó tres puntos, principalmente: El primero era la cantidad; el segundo, relativo al tiempo con el que se solicitaba el trabajo y, el tercero atendía al contenido conceptual del ejercicio.

En palabras llanas, la vocera del grupo, apoyada por otro compañero estaba indignada porque los ejercicios encomendados por la docente solo les permitían dormir jornadas de cinco horas, algo que, según la ciencia es enteramente contranatural. ¡Vaya crimen en contra de las criaturas!

Asimismo, en cuestión al tiempo, reclamaban que la docente, primero, les encargaba una investigación sobre los conceptos relacionados con el tema que se trataría en la clase y, después, les preguntaba sobre lo investigado para resolver las dudas que pudiera haber. Sin embargo, se escucha en el archivo cuando la alumna le dice que “… en la primaria, la secundaria y la preparatoria, primero me explicaban y luego me encargaban tarea…” A lo que la mentora contesta que “… en nivel superior la tarea se encarga primero…”

Y como epicentro de esta bestial serie de irregularidades en contra de los “angelitos”, se oye cuando la estudiante le dice a su catedrática que “… no estamos obligados a conocer términos jurídicos, por eso usted, no nos puede encargar tareas en las que vengan palabras extrañas o conceptos de otras áreas…” después de unos minutos de silencio, en los que me supongo que la maestra agradeció al Creador el no tener enfrente a los mozalbetes, se le escucha decir: “…. Fuente bibliográfica no es un término jurídico. Citar la fuente bibliográfica es mencionar el origen de donde se obtuvo la información”.

La respuesta de quien afanosamente buscaba el triunfo en esta discusión es vergonzosa, pues replica: “… Eso es fuente para usted, para mí, fuente puede significar muchas cosas…” Para no cansarlo más con esta lectura, le resumo que ahora, por increíble que parezca, el director del plantel ha extendido un oficio en el que ha dado a conocer que la maestra será supervisada en sus sesiones virtuales durante el resto del semestre para que ya no cometa tantas “atrocidades”. Ese comportamiento es una muestra más de aquellos a los que ahora se les llama “la generación de cristal”.

Esa generación frágil, delicada, incapaz de someterse a la mínima presión de cualquier tipo, pues se puede fracturar, romper, resquebrajar y no son capaces de hacerse responsable de ello, pues incluso, harán culpables a otros de evidenciar su carencia de temple. Ese grupo de jovencitos han migrado los “berrinches de manotazo y pataleta” en otro tipo de conductas que, a la larga, tienen el mismo trasfondo. Hoy, a ese tipo de “perretas infantiloides” ya hay quien les llama “cristalazos” por ser característicos de los protagonistas de la sociedad de “la nueva era”.

La pregunta es ¿qué vamos a hacer?

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.