/ lunes 25 de octubre de 2021

Con café y a media luz | De la Feria y el Covid

Abarrotada. Así lució la explanada preparada para la Feria de Tamaulipas en su sede sur durante la inauguración del evento. Con filtros sanitarios y con la exigencia para algunos de mostrar el certificado de vacunación, las autoridades locales han tratado de que este sea un motivo de reactivación económica y no un foco de contagios del coronavirus, que durante los últimos veinte meses ha puesto en un severo entredicho a los empresarios del mundo entero.

Para la población no hubo mayores complicaciones. No hubo preocupación. Es más, no hubo el temor que cundió al inicio de la jornada epidemiológica más catastrófica del último siglo, cuando el subsecretario de Salud, Dr. Hugo López-Gatell, acuñó por todos los medios de comunicación, las frases “¡No salgas de casa!” y “¡No son vacaciones!”

Miles de tampiqueños, maderenses y altamirenses, así como habitantes del norte de Veracruz llegaban, lo mismo en vehículos particulares que en transporte público. En ambos casos no había sana distancia.

¿Para qué? Me acerqué en calidad de curioso –no de reportero– a varias personas para preguntarles por algún sentimiento de angustia, y la respuesta en la generalidad fue negativa; por el contrario, a cinco o seis personas a las que les cuestioné, presumían su inmunidad gracias a la vacuna.

Hasta aquí, cualquiera pudiera pensar que se opera bajo la lógica y la responsabilidad social y sanitaria. Quizá, las acciones de las familias están impulsadas bajo la cordura y la coherencia de que se sale a las calles asumiendo el riesgo de que se pueden contagiar y que, si bien es cierto que presentarán los síntomas de la enfermedad, también es verdad que esta no tendrá mayores consecuencias que las de una gripa severa.

Sin embargo, en esa misma fecha –22 de octubre– algunas escuelas de nivel básico de la zona recibieron vía correo electrónico una circular de la Secretaría de Educación de Tamaulipas con fecha de 16 de octubre, en las que se le instruía a personal directivo, docente, administrativo y de apoyo a la educación a volver a clases presenciales.

Así, con la especificidad del escalafón que va desde los jefes de sector y supervisores de zona, hasta llegar al pleno del personal que opera en las escuelas, se les está conminando a reanudar sus respectivas actividades en la forma acostumbrada en el interior de los planteles. Lo que estaría impulsando, también, el retorno de los menores de edad a las actividades sociales en el exterior de sus hogares.

Al momento de que esta información expedida bajo un documento membretado, con número de oficio y signado por la autoridad competente para este nivel educativo fue divulgado, buena cantidad de padres de familia manifestaron su inconformidad en las redes sociales y, por otra parte, otros tantos aplaudieron y celebraron que “por fin los maestros se pondrán a trabajar”.

Ambas posturas dejan tras de sí varios cuestionamientos.

En primer término –esa fue la razón de hablar primero de la Feria– ¿Por qué no había preocupación de asistir a la celebración en donde hubo, en un mismo recinto, miles de personas?, ¿Por qué en el retorno a clase sí existe un rechazo parcial por lo que “pudiera suceder” en materia de contagios y nadie se angustió al momento de asistir a los terrenos ubicados a un costado de la Laguna del Carpintero?

Durante varias semanas el Gobierno de Tamaulipas anunció por todos los medios posibles este evento ferial, se enlistó públicamente a los artistas contratados para el disfrute de la sociedad asistente y se promocionaron las marcas y locales que estarían participando en el área comercial. Muy pocas quejas y malas sentencias en torno a posibles enfermedades fueron enunciadas por los usuarios de las redes, en un claro contrasentido con la postura tomada por el regreso a clases.

La incógnita más importante es ¿Qué estrategia tomarán las escuelas para satisfacer la demanda de educación de aquellos padres de familia que continúen en la postura de no enviar a sus hijos? ¿Cómo dividirán las horas para dar clases presenciales y en línea desde las aulas? ¿Todos los planteles cuentan con las medidas sanitarias y los recursos tecnológicos para ambos procesos?

Por otra parte, aquellos que celebraron que los maestros ya empezarán a trabajar, está claro que no conviven con un docente o que en su familia no hay un profesor.

Durante la pandemia, los maestros duplicaron esfuerzos, se actualizaron, adquirieron equipo y, por su cuenta, tuvieron que adaptar los temas, contenidos y ejercicios para que los menores de edad continuaran con la instrucción básica, además de continuar con los procesos de planeación, instrumentación, instrucción, evaluación y generación de calificaciones.

La perspectiva parcial del enunciado está fundamentada, y perdón que lo señale así, no en la poca labor del claustro, misma que se vio multiplicada durante el confinamiento, sino desde el aumento de la participación del padre de familia en la formación del estudiante, ya que antes se limitaba a revisar tareas, repasar ejercicios, firmar boletas y asistir a juntas y, como nunca antes, se había involucrado tanto como hasta ahora en el proceso enseñanza-aprendizaje, asumió que lo él hacía eran labores que dejó de desempeñar el profesor; nada más lejano a la realidad.

Lo cierto es que el regreso a clases está “a la vuelta de la esquina”, y así como asistimos felices a la Feria, también debemos asumir con responsabilidad y cuidado el regreso a la escuela.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a:

  • licajimenezmcc@hotmail.com

Abarrotada. Así lució la explanada preparada para la Feria de Tamaulipas en su sede sur durante la inauguración del evento. Con filtros sanitarios y con la exigencia para algunos de mostrar el certificado de vacunación, las autoridades locales han tratado de que este sea un motivo de reactivación económica y no un foco de contagios del coronavirus, que durante los últimos veinte meses ha puesto en un severo entredicho a los empresarios del mundo entero.

Para la población no hubo mayores complicaciones. No hubo preocupación. Es más, no hubo el temor que cundió al inicio de la jornada epidemiológica más catastrófica del último siglo, cuando el subsecretario de Salud, Dr. Hugo López-Gatell, acuñó por todos los medios de comunicación, las frases “¡No salgas de casa!” y “¡No son vacaciones!”

Miles de tampiqueños, maderenses y altamirenses, así como habitantes del norte de Veracruz llegaban, lo mismo en vehículos particulares que en transporte público. En ambos casos no había sana distancia.

¿Para qué? Me acerqué en calidad de curioso –no de reportero– a varias personas para preguntarles por algún sentimiento de angustia, y la respuesta en la generalidad fue negativa; por el contrario, a cinco o seis personas a las que les cuestioné, presumían su inmunidad gracias a la vacuna.

Hasta aquí, cualquiera pudiera pensar que se opera bajo la lógica y la responsabilidad social y sanitaria. Quizá, las acciones de las familias están impulsadas bajo la cordura y la coherencia de que se sale a las calles asumiendo el riesgo de que se pueden contagiar y que, si bien es cierto que presentarán los síntomas de la enfermedad, también es verdad que esta no tendrá mayores consecuencias que las de una gripa severa.

Sin embargo, en esa misma fecha –22 de octubre– algunas escuelas de nivel básico de la zona recibieron vía correo electrónico una circular de la Secretaría de Educación de Tamaulipas con fecha de 16 de octubre, en las que se le instruía a personal directivo, docente, administrativo y de apoyo a la educación a volver a clases presenciales.

Así, con la especificidad del escalafón que va desde los jefes de sector y supervisores de zona, hasta llegar al pleno del personal que opera en las escuelas, se les está conminando a reanudar sus respectivas actividades en la forma acostumbrada en el interior de los planteles. Lo que estaría impulsando, también, el retorno de los menores de edad a las actividades sociales en el exterior de sus hogares.

Al momento de que esta información expedida bajo un documento membretado, con número de oficio y signado por la autoridad competente para este nivel educativo fue divulgado, buena cantidad de padres de familia manifestaron su inconformidad en las redes sociales y, por otra parte, otros tantos aplaudieron y celebraron que “por fin los maestros se pondrán a trabajar”.

Ambas posturas dejan tras de sí varios cuestionamientos.

En primer término –esa fue la razón de hablar primero de la Feria– ¿Por qué no había preocupación de asistir a la celebración en donde hubo, en un mismo recinto, miles de personas?, ¿Por qué en el retorno a clase sí existe un rechazo parcial por lo que “pudiera suceder” en materia de contagios y nadie se angustió al momento de asistir a los terrenos ubicados a un costado de la Laguna del Carpintero?

Durante varias semanas el Gobierno de Tamaulipas anunció por todos los medios posibles este evento ferial, se enlistó públicamente a los artistas contratados para el disfrute de la sociedad asistente y se promocionaron las marcas y locales que estarían participando en el área comercial. Muy pocas quejas y malas sentencias en torno a posibles enfermedades fueron enunciadas por los usuarios de las redes, en un claro contrasentido con la postura tomada por el regreso a clases.

La incógnita más importante es ¿Qué estrategia tomarán las escuelas para satisfacer la demanda de educación de aquellos padres de familia que continúen en la postura de no enviar a sus hijos? ¿Cómo dividirán las horas para dar clases presenciales y en línea desde las aulas? ¿Todos los planteles cuentan con las medidas sanitarias y los recursos tecnológicos para ambos procesos?

Por otra parte, aquellos que celebraron que los maestros ya empezarán a trabajar, está claro que no conviven con un docente o que en su familia no hay un profesor.

Durante la pandemia, los maestros duplicaron esfuerzos, se actualizaron, adquirieron equipo y, por su cuenta, tuvieron que adaptar los temas, contenidos y ejercicios para que los menores de edad continuaran con la instrucción básica, además de continuar con los procesos de planeación, instrumentación, instrucción, evaluación y generación de calificaciones.

La perspectiva parcial del enunciado está fundamentada, y perdón que lo señale así, no en la poca labor del claustro, misma que se vio multiplicada durante el confinamiento, sino desde el aumento de la participación del padre de familia en la formación del estudiante, ya que antes se limitaba a revisar tareas, repasar ejercicios, firmar boletas y asistir a juntas y, como nunca antes, se había involucrado tanto como hasta ahora en el proceso enseñanza-aprendizaje, asumió que lo él hacía eran labores que dejó de desempeñar el profesor; nada más lejano a la realidad.

Lo cierto es que el regreso a clases está “a la vuelta de la esquina”, y así como asistimos felices a la Feria, también debemos asumir con responsabilidad y cuidado el regreso a la escuela.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a:

  • licajimenezmcc@hotmail.com