/ viernes 16 de julio de 2021

Con café y a media luz | Del retorno a clases

La escuela es un lugar insustituible. De eso ya no nos debe quedar la más mínima duda. El centro educativo que otrora se había hasta despreciado por ciertos sectores de la comunidad que se ufanaban en sus riquezas “sin la necesidad de haber ido a un plantel”, ahora está considerado como un verdadero baluarte que impulsa el desarrollo de una sociedad hacia un mejor porvenir, fundamentando su quehacer en la construcción cognitiva integral de las nuevas generaciones.

Como dice el viejo refrán: ¡Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido!

El entorno que ofrece el aula, con su disciplina, horarios, espacios y accesorios para generar esa dinámica de enseñanza-aprendizaje, no se puede dar en el interior del hogar. Asimismo, los padres, aunque así lo deseen, no pueden sustituir la labor del docente quien, mediante técnicas, estrategias y diseños educativos, sabe cómo hacer para que un conocimiento sea adquirido por la mente del menor y, posteriormente, lo pueda aplicar de manera efectiva para transformar su entorno.

Curiosamente, ahora que los progenitores se han enfrentado a la realidad que representa “la instrucción formal” han reconocido, algunos con coraje y a regañadientes, el esfuerzo del maestro que, según decían, “no hacía nada”. Mientras que, por otro lado, los profesores pechan exclamaciones que dicen, palabras más, palabras menos, que dictar cátedra no representa más que “la punta del iceberg” de quehacer del profesor, el cual incluye además de la impartición, la programación, los avances, la evaluación, generar instrumentaciones, material educativo, revisión de tareas, toma de lectura, dictado y una larga lista de etcéteras.

Insisto. La escuela es un sitio insustituible. Quizá con carencias en infraestructura, servicios y seguridad, empero, el gobierno actual que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador ha asegurado en la propia voz del mandatario, que ya se está trabajando para solucionar cada uno de esos obstáculos y que los niños mexicanos recibirán, por fin, educación de calidad, a diferencia de la que se impartió en otros sexenios cuya corriente política impedía de forma amañada y con total intención el sano desarrollo intelectual del educando. Pero, como escribí al inicio de este párrafo, ¡Insustituible!

Sin embargo, considero fuera de contexto la declaración vertida en días recientes por el mandatario, quien aseguró que el próximo mes de agosto, sin excusas, todos los niños, docentes y personal de apoyo volverán, de manera presencial, a la escuela, ya que “un pequeño rebrote” no será motivo para impedir ese retorno tan anhelado por padres de familia y maestros.

Y es que son varios los detalles que se deben considerar o, por lo menos, reflexionar, antes de apostarle a un retorno físico “seguro” en el marco de una nueva normalidad a la que no acabamos de llegar.

En primer término, no se puede calificar como “pequeño” a un rebrote que en los últimos días ha mantenido una curva constante de crecimiento que ha llegado a superar los 12 mil contagios en un día, número que no se había alcanzado ni siquiera en las fechas en que el avance del virus era incontrolable en territorio nacional. Aquí, aunque el tabasqueño lo desee, no existen “otros datos” como ha acostumbrado a declarar cuando la cifra no es conveniente al proyecto de nación y evidencia algún hueco, error u omisión en la estrategia planteada.

Como atenuante podemos sostener que, si bien es cierto que ha aumentado la cifra de enfermos por día, también es verdad que no ha aumentado proporcionalmente el número de fallecidos gracias, principalmente, a la aplicación de la vacuna que, aunque no se ha cubierto a la población a la velocidad debida, sí se ha logrado proteger a un número importante de mexicanos.

Asimismo, hay que recalcar que, desde el inicio de este trance, se declaró que la vacuna no protegía del contagio, sino que disminuía los efectos de la enfermedad para que esta no fuera mortal, por lo que aún debemos observar y mantener las medidas de sanidad indicadas: Lavarse las manos, usar cubrebocas o careta y mantener una sana distancia entre los individuos.

Esto último, es un pequeño “gran” detalle -el de la sana distancia- que será casi imposible de mantener entre los niños y los jóvenes una vez que se reúnan en una escuela, puesto que, en virtud de la inocencia o el desparpajo de cualquiera de esas dos etapas de la vida, la cercanía será una necesidad imperante para satisfacer y, por otro lado, la presencia del virus será un factor menospreciado en repetidos momentos de la jornada.

Y, como “cereza del pastel”, los profesores no olvidan que la vacuna aplicada a este sector es de una marca constantemente cuestionada por su efectividad -que es la menor- y por la durabilidad de su efecto. Muchos, incluso, han buscado ser considerados en una jornada posterior de acuerdo con su edad, aunque eso pueda representar efectos adversos en la integridad de su salud.

En resumen. Lo cierto es que el regreso a la escuela, con todos sus elementos, es imprescindible, más no por ello debe ser impostergable, sobre todo cuando la pandemia, en esta tercera oleada de contagios, gracias a la variante “Delta”, ha traído un número mayor de enfermos en un menor tiempo y, por consiguiente, el incremento en la cantidad de fallecidos.

Considero que el ejecutivo, debe reconsiderar tan aventurada declaración.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

La escuela es un lugar insustituible. De eso ya no nos debe quedar la más mínima duda. El centro educativo que otrora se había hasta despreciado por ciertos sectores de la comunidad que se ufanaban en sus riquezas “sin la necesidad de haber ido a un plantel”, ahora está considerado como un verdadero baluarte que impulsa el desarrollo de una sociedad hacia un mejor porvenir, fundamentando su quehacer en la construcción cognitiva integral de las nuevas generaciones.

Como dice el viejo refrán: ¡Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido!

El entorno que ofrece el aula, con su disciplina, horarios, espacios y accesorios para generar esa dinámica de enseñanza-aprendizaje, no se puede dar en el interior del hogar. Asimismo, los padres, aunque así lo deseen, no pueden sustituir la labor del docente quien, mediante técnicas, estrategias y diseños educativos, sabe cómo hacer para que un conocimiento sea adquirido por la mente del menor y, posteriormente, lo pueda aplicar de manera efectiva para transformar su entorno.

Curiosamente, ahora que los progenitores se han enfrentado a la realidad que representa “la instrucción formal” han reconocido, algunos con coraje y a regañadientes, el esfuerzo del maestro que, según decían, “no hacía nada”. Mientras que, por otro lado, los profesores pechan exclamaciones que dicen, palabras más, palabras menos, que dictar cátedra no representa más que “la punta del iceberg” de quehacer del profesor, el cual incluye además de la impartición, la programación, los avances, la evaluación, generar instrumentaciones, material educativo, revisión de tareas, toma de lectura, dictado y una larga lista de etcéteras.

Insisto. La escuela es un sitio insustituible. Quizá con carencias en infraestructura, servicios y seguridad, empero, el gobierno actual que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador ha asegurado en la propia voz del mandatario, que ya se está trabajando para solucionar cada uno de esos obstáculos y que los niños mexicanos recibirán, por fin, educación de calidad, a diferencia de la que se impartió en otros sexenios cuya corriente política impedía de forma amañada y con total intención el sano desarrollo intelectual del educando. Pero, como escribí al inicio de este párrafo, ¡Insustituible!

Sin embargo, considero fuera de contexto la declaración vertida en días recientes por el mandatario, quien aseguró que el próximo mes de agosto, sin excusas, todos los niños, docentes y personal de apoyo volverán, de manera presencial, a la escuela, ya que “un pequeño rebrote” no será motivo para impedir ese retorno tan anhelado por padres de familia y maestros.

Y es que son varios los detalles que se deben considerar o, por lo menos, reflexionar, antes de apostarle a un retorno físico “seguro” en el marco de una nueva normalidad a la que no acabamos de llegar.

En primer término, no se puede calificar como “pequeño” a un rebrote que en los últimos días ha mantenido una curva constante de crecimiento que ha llegado a superar los 12 mil contagios en un día, número que no se había alcanzado ni siquiera en las fechas en que el avance del virus era incontrolable en territorio nacional. Aquí, aunque el tabasqueño lo desee, no existen “otros datos” como ha acostumbrado a declarar cuando la cifra no es conveniente al proyecto de nación y evidencia algún hueco, error u omisión en la estrategia planteada.

Como atenuante podemos sostener que, si bien es cierto que ha aumentado la cifra de enfermos por día, también es verdad que no ha aumentado proporcionalmente el número de fallecidos gracias, principalmente, a la aplicación de la vacuna que, aunque no se ha cubierto a la población a la velocidad debida, sí se ha logrado proteger a un número importante de mexicanos.

Asimismo, hay que recalcar que, desde el inicio de este trance, se declaró que la vacuna no protegía del contagio, sino que disminuía los efectos de la enfermedad para que esta no fuera mortal, por lo que aún debemos observar y mantener las medidas de sanidad indicadas: Lavarse las manos, usar cubrebocas o careta y mantener una sana distancia entre los individuos.

Esto último, es un pequeño “gran” detalle -el de la sana distancia- que será casi imposible de mantener entre los niños y los jóvenes una vez que se reúnan en una escuela, puesto que, en virtud de la inocencia o el desparpajo de cualquiera de esas dos etapas de la vida, la cercanía será una necesidad imperante para satisfacer y, por otro lado, la presencia del virus será un factor menospreciado en repetidos momentos de la jornada.

Y, como “cereza del pastel”, los profesores no olvidan que la vacuna aplicada a este sector es de una marca constantemente cuestionada por su efectividad -que es la menor- y por la durabilidad de su efecto. Muchos, incluso, han buscado ser considerados en una jornada posterior de acuerdo con su edad, aunque eso pueda representar efectos adversos en la integridad de su salud.

En resumen. Lo cierto es que el regreso a la escuela, con todos sus elementos, es imprescindible, más no por ello debe ser impostergable, sobre todo cuando la pandemia, en esta tercera oleada de contagios, gracias a la variante “Delta”, ha traído un número mayor de enfermos en un menor tiempo y, por consiguiente, el incremento en la cantidad de fallecidos.

Considero que el ejecutivo, debe reconsiderar tan aventurada declaración.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.