/ miércoles 17 de febrero de 2021

Con café y a media luz | El pecado de la identidad

Hace unos cuantos años fue presentada en los mercados nacional e internacional la marca “Tampico Miramar”, el evento fue un verdadero suceso en la concepción del marketing aplicado; “con bombo y platillo” se puso en manos de los consumidores esta idea que buscaba dar una identidad regional que promoviera el turismo y la llegada de inversiones considerables no solo en las vacaciones de primavera o como las conocemos popularmente, “de Semana Santa”.

Y, mientras eso ocurría, en las redes sociales se acrecentaba la disputa entre tampiqueños y maderenses por la propiedad –geográfica y social– de nuestro máximo paseo turístico: La playa de Miramar.

La lógica innegable e indiscutible indica “a todas luces” que, por encontrarse situada en el territorio de Ciudad Madero, la costa es, absoluta y enteramente, de la urbe petrolera, desde el malecón bellísimo con sus magníficos atardeceres hasta la zona limítrofe con Altamira. En otras palabras y como dicen en la cuadra, “no hay pierde”. Sin embargo, en la concepción del consumo turístico, como escribimos párrafos arriba, el visitante comenta y hasta presume que fue “a la playa de Tampico”, cuando le es cuestionado por el lugar en el que decidió pasar sus días de descanso.

Para muchos, la razón de esta confusión está inmersa en las terminales –aérea y terrestre– que se encuentran dentro del espacio físico del puerto jaibo. Al pedir los boletos en el mostrador en el caso del viajero o al momento de ofrecerlos, si se es el vendedor, el punto de destino es Tampico. Aunque, cabe hacer mención, que hace unos cuantos años, las autoridades en esta materia también ordenaron que los boletos indicaran como destino “Tampico-Madero”. Esta determinación abonó poco o casi nada al cambio de perspectiva de buena parte de los paseantes.

Este prólogo es necesario compartirlo, porque ayer tuve la oportunidad de charlar con un personaje singular de Ciudad Madero, cuyos ingresos dependen de la llegada de turistas de los diferentes estados del país, entre ellos, como usted supondrá, Nuevo León, cuyos habitantes, por una infortunada declaración se encuentran incómodos con la administración actual.

Como le decía, gentil amigo lector, mi interlocutor se mostraba severamente angustiado debido a que, no obstante, el delicado entorno sanitario en el que hemos estado viviendo en los últimos meses –ya casi el año–, que anuncia la poca presencia de turistas para el 2021, la invitación a los neoleoneses a resguardarse en sus hogares supondría un flujo aún menor al que se tiene previsto.

Fue entonces cuando exclamó una frase que me llamó la atención: “La gente debe ser invitada a venir a la playa de Tampico”. Sin pensar, me animé a interrumpirlo y corregirle amablemente. “La playa de Ciudad Madero”, le dije en un tono cordial, sereno, amable y hasta sugerente para que no se sintiera ofendido o agraviado.

El hombre aquel, jaló aire y me dio una de las mejores lecciones de mercadotecnia que he escuchado.

“Lic. ¿Ha visto usted el comercial de la cerveza en la que un conocido y forzudo actor de Hollywood le dice que le hace falta ver más box?” Como usted supondrá, este buen amigo me proporcionó los nombres de la bebida y del actor que por razones legales no puedo reproducir aquí, empero creo que sabemos de quién estamos hablando. “Sí”, le contesté, así que me lanzó la siguiente pregunta: “¿Y se dio cuenta de que la gente le hizo burla porque en lugar de box decía bax?” Sí. Nuevamente volví a responder.

Fue entonces que remató de la siguiente manera: “Pues para la siguiente función el comercial también decía bax, tal y como lo decíamos jugando todos los que tomamos esa cerveza. Simplemente nos hicieron caso. Es más, creo que hasta se vende más”, concluyó mientras lanzó una sonora carcajada.

Para no quedarme con la duda le pregunté qué era lo que deseaba explicarme y después de limpiarse la boca insistió, más o menos, de la siguiente manera: “La gente está más preocupada por decidir de quién o de dónde es la playa, y no se dan cuenta de que eso es lo de menos. Lo importante es que el turista venga; que deje dinero que aquí no hay. Si él le quiere decir la playa de Tampico o de Madero pues hay que dejarlo con esa idea para que siga viniendo, para que la recomiende a otras personas. ¿Por qué para pedir otros beneficios sí decimos que somos conurbación? Debemos ser conurbación también para eso porque la playa es de todos”

Sin más, se retiró a seguir vendiendo sus artesanías y yo me quedé reflexionando en las palabras de mi amigo, quizá tenga mucha razón.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

Hace unos cuantos años fue presentada en los mercados nacional e internacional la marca “Tampico Miramar”, el evento fue un verdadero suceso en la concepción del marketing aplicado; “con bombo y platillo” se puso en manos de los consumidores esta idea que buscaba dar una identidad regional que promoviera el turismo y la llegada de inversiones considerables no solo en las vacaciones de primavera o como las conocemos popularmente, “de Semana Santa”.

Y, mientras eso ocurría, en las redes sociales se acrecentaba la disputa entre tampiqueños y maderenses por la propiedad –geográfica y social– de nuestro máximo paseo turístico: La playa de Miramar.

La lógica innegable e indiscutible indica “a todas luces” que, por encontrarse situada en el territorio de Ciudad Madero, la costa es, absoluta y enteramente, de la urbe petrolera, desde el malecón bellísimo con sus magníficos atardeceres hasta la zona limítrofe con Altamira. En otras palabras y como dicen en la cuadra, “no hay pierde”. Sin embargo, en la concepción del consumo turístico, como escribimos párrafos arriba, el visitante comenta y hasta presume que fue “a la playa de Tampico”, cuando le es cuestionado por el lugar en el que decidió pasar sus días de descanso.

Para muchos, la razón de esta confusión está inmersa en las terminales –aérea y terrestre– que se encuentran dentro del espacio físico del puerto jaibo. Al pedir los boletos en el mostrador en el caso del viajero o al momento de ofrecerlos, si se es el vendedor, el punto de destino es Tampico. Aunque, cabe hacer mención, que hace unos cuantos años, las autoridades en esta materia también ordenaron que los boletos indicaran como destino “Tampico-Madero”. Esta determinación abonó poco o casi nada al cambio de perspectiva de buena parte de los paseantes.

Este prólogo es necesario compartirlo, porque ayer tuve la oportunidad de charlar con un personaje singular de Ciudad Madero, cuyos ingresos dependen de la llegada de turistas de los diferentes estados del país, entre ellos, como usted supondrá, Nuevo León, cuyos habitantes, por una infortunada declaración se encuentran incómodos con la administración actual.

Como le decía, gentil amigo lector, mi interlocutor se mostraba severamente angustiado debido a que, no obstante, el delicado entorno sanitario en el que hemos estado viviendo en los últimos meses –ya casi el año–, que anuncia la poca presencia de turistas para el 2021, la invitación a los neoleoneses a resguardarse en sus hogares supondría un flujo aún menor al que se tiene previsto.

Fue entonces cuando exclamó una frase que me llamó la atención: “La gente debe ser invitada a venir a la playa de Tampico”. Sin pensar, me animé a interrumpirlo y corregirle amablemente. “La playa de Ciudad Madero”, le dije en un tono cordial, sereno, amable y hasta sugerente para que no se sintiera ofendido o agraviado.

El hombre aquel, jaló aire y me dio una de las mejores lecciones de mercadotecnia que he escuchado.

“Lic. ¿Ha visto usted el comercial de la cerveza en la que un conocido y forzudo actor de Hollywood le dice que le hace falta ver más box?” Como usted supondrá, este buen amigo me proporcionó los nombres de la bebida y del actor que por razones legales no puedo reproducir aquí, empero creo que sabemos de quién estamos hablando. “Sí”, le contesté, así que me lanzó la siguiente pregunta: “¿Y se dio cuenta de que la gente le hizo burla porque en lugar de box decía bax?” Sí. Nuevamente volví a responder.

Fue entonces que remató de la siguiente manera: “Pues para la siguiente función el comercial también decía bax, tal y como lo decíamos jugando todos los que tomamos esa cerveza. Simplemente nos hicieron caso. Es más, creo que hasta se vende más”, concluyó mientras lanzó una sonora carcajada.

Para no quedarme con la duda le pregunté qué era lo que deseaba explicarme y después de limpiarse la boca insistió, más o menos, de la siguiente manera: “La gente está más preocupada por decidir de quién o de dónde es la playa, y no se dan cuenta de que eso es lo de menos. Lo importante es que el turista venga; que deje dinero que aquí no hay. Si él le quiere decir la playa de Tampico o de Madero pues hay que dejarlo con esa idea para que siga viniendo, para que la recomiende a otras personas. ¿Por qué para pedir otros beneficios sí decimos que somos conurbación? Debemos ser conurbación también para eso porque la playa es de todos”

Sin más, se retiró a seguir vendiendo sus artesanías y yo me quedé reflexionando en las palabras de mi amigo, quizá tenga mucha razón.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.