/ viernes 5 de noviembre de 2021

Con café y a media luz | Huele a coscorrón

El miércoles pasado fue un parteaguas para la vida pública de México. Los ojos y los oídos del país estuvieron, indudablemente, al tanto de las declaraciones que daría el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya en torno al caso de corrupción que vincula a la paraestatal mexicana con la empresa sudamericana Odebrecht, cuyos directivos reconocieron haber sobornado a los gobiernos de diversos países del orbe para obtener la adjudicación directa de obras multimillonarias. En este último tenor, el nuestro no fue la excepción.

Así, la detención de Lozoya Austin ha sido, para la actual administración que encabeza el presidente López Obrador, la moneda de cambio idónea para adquirir, mantener y sostener la idea de lucha contra la corrupción, a pesar de las calificaciones mundiales que ubican a México entre los penosos últimos lugares y que, como dijo la vocera gubernamental del “arte del desmentir” : “… No es falso, pero tampoco verdadero”.

Abro este párrafo a manera de paréntesis, porque no deseo guardarme este comentario para otra ocasión, empero sí es lamentable que, ante cifras basadas en estudios de índole mundial se trate de desmentir algo que se aprecia a todas luces, más lamentable es que se usen argumentos filosóficos “económicos” –por decir lo menos– como “es verdad pero se exagera” y el más reciente que se escribió en el párrafo anterior. En fin, ese es tema para otra ocasión.

Volviendo a la situación que nos atañe en este final de semana, debemos recordar que hace apenas un mes se le observó cenando cómodamente en un lujoso restaurante de un distinguido sector de la capital mexicana al exfuncionario detenido bajo el concepto de arraigo domiciliario, por haber aceptado ser colaborador de la justicia mexicana, al declarar en contra de funcionarios superiores durante la administración pasada, inculpándolos de haber sido copartícipes del ilícito,

Las fotografías y videos que circularon rápidamente por internet trataron de ser desmentidos por funcionarios del primer círculo del hombre originario de Macuspana y todas las versiones fueron echadas por tierra por el mismo ejecutivo al día siguiente quien, con una molestia mal disimulada, señaló a esto como una “imprudencia”.

Después de esto, no se le volvió a ver en la calle a Emilio Lozoya hasta el pasado miércoles que fue citado a una audiencia de manera presencial. Al concluir fue detenido por elementos de la Guardia Nacional y trasladado al Reclusorio Norte donde continuará con el proceso dentro de la prisión pero bajo consideraciones especiales porque algunos miembros de la población de ese centro se encuentran allí, por la culpa del recién ingresado.

¿Qué ocurrió? Para muchos, esto es “un jalón de orejas” o “un coscorrón” por parte de la fiscalía mexicana debido a que quien estuvo al frente de Petróleos Mexicanos durante el mandato de EPN “se tomó el pie, cuando se le extendió la mano” y se exhibió por las calles de la ciudad cuando debía permanecer en su casa.

Este acto puso en un severo entredicho a la dependencia encabezada por el Dr. Alejandro Gertz Manero, la cual es la responsable de demostrar con hechos tangibles y comprobables, los dichos del Ejecutivo federal en la lucha del "pañuelito blanco".

Otra postura que circula en la esfera política – y que goza de una vasta credibilidad – es que el recurso que representan las declaraciones de ELA en torno al delito en cuestión no ha pasado de ser un conjunto de afirmaciones contradictorias e incomprobables, por lo que la Fiscalía no ha podido sustentar una carpeta lo suficientemente sólida para llevar ante la justicia a figuras de mayor relevancia que permitan demostrar las afirmaciones del Ejecutivo.

Por citar un ejemplo, están las declaraciones que ha puesto a consideración del ojo público, el rival político del presidente López Obrador, Ricardo Anaya Cortés quien, en cuatro videos ha buscado desmentir lo dicho por Emilio Lozoya a través de documentos expedidos por varias instancias en los que se dictan eventos contrarios a lo manifestado por el priista.

De tal manera que al gobierno mexicano no le quedó otro recurso más que mostrar a, por lo menos un detenido, como resultado del actuar de las instancias encargadas de la administración de justicia.

Asimismo, esta determinación – la de ingresar a Lozoya en el Reclusorio Norte – se puede percibir como una acción remedial de tipo colateral para replantear la evaluación del World Justice Proyect que puso a México en el lugar 135 de 139 países menos corruptos o, por lo menos, que esta acción sirva para que, en la siguiente evaluación se hayan subido algunos peldaños más.

A fin de cuentas y, salvo su mejor opinión gentil amigo lector, Emilio Lozoya está donde debió estar desde hace mucho; abusó del beneficio del arraigo domiciliario; el acto de pasearse olvidando su condición ante la justicia mexicana incomodó al Ejecutivo federal y a la Fiscalía y tuvo consecuencias, mismas que provinieron de sus dichos. En otras palabras, de que fue coscorrón, lo fue.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a:

  • licajimenezmcc@hotmail.com

El miércoles pasado fue un parteaguas para la vida pública de México. Los ojos y los oídos del país estuvieron, indudablemente, al tanto de las declaraciones que daría el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya en torno al caso de corrupción que vincula a la paraestatal mexicana con la empresa sudamericana Odebrecht, cuyos directivos reconocieron haber sobornado a los gobiernos de diversos países del orbe para obtener la adjudicación directa de obras multimillonarias. En este último tenor, el nuestro no fue la excepción.

Así, la detención de Lozoya Austin ha sido, para la actual administración que encabeza el presidente López Obrador, la moneda de cambio idónea para adquirir, mantener y sostener la idea de lucha contra la corrupción, a pesar de las calificaciones mundiales que ubican a México entre los penosos últimos lugares y que, como dijo la vocera gubernamental del “arte del desmentir” : “… No es falso, pero tampoco verdadero”.

Abro este párrafo a manera de paréntesis, porque no deseo guardarme este comentario para otra ocasión, empero sí es lamentable que, ante cifras basadas en estudios de índole mundial se trate de desmentir algo que se aprecia a todas luces, más lamentable es que se usen argumentos filosóficos “económicos” –por decir lo menos– como “es verdad pero se exagera” y el más reciente que se escribió en el párrafo anterior. En fin, ese es tema para otra ocasión.

Volviendo a la situación que nos atañe en este final de semana, debemos recordar que hace apenas un mes se le observó cenando cómodamente en un lujoso restaurante de un distinguido sector de la capital mexicana al exfuncionario detenido bajo el concepto de arraigo domiciliario, por haber aceptado ser colaborador de la justicia mexicana, al declarar en contra de funcionarios superiores durante la administración pasada, inculpándolos de haber sido copartícipes del ilícito,

Las fotografías y videos que circularon rápidamente por internet trataron de ser desmentidos por funcionarios del primer círculo del hombre originario de Macuspana y todas las versiones fueron echadas por tierra por el mismo ejecutivo al día siguiente quien, con una molestia mal disimulada, señaló a esto como una “imprudencia”.

Después de esto, no se le volvió a ver en la calle a Emilio Lozoya hasta el pasado miércoles que fue citado a una audiencia de manera presencial. Al concluir fue detenido por elementos de la Guardia Nacional y trasladado al Reclusorio Norte donde continuará con el proceso dentro de la prisión pero bajo consideraciones especiales porque algunos miembros de la población de ese centro se encuentran allí, por la culpa del recién ingresado.

¿Qué ocurrió? Para muchos, esto es “un jalón de orejas” o “un coscorrón” por parte de la fiscalía mexicana debido a que quien estuvo al frente de Petróleos Mexicanos durante el mandato de EPN “se tomó el pie, cuando se le extendió la mano” y se exhibió por las calles de la ciudad cuando debía permanecer en su casa.

Este acto puso en un severo entredicho a la dependencia encabezada por el Dr. Alejandro Gertz Manero, la cual es la responsable de demostrar con hechos tangibles y comprobables, los dichos del Ejecutivo federal en la lucha del "pañuelito blanco".

Otra postura que circula en la esfera política – y que goza de una vasta credibilidad – es que el recurso que representan las declaraciones de ELA en torno al delito en cuestión no ha pasado de ser un conjunto de afirmaciones contradictorias e incomprobables, por lo que la Fiscalía no ha podido sustentar una carpeta lo suficientemente sólida para llevar ante la justicia a figuras de mayor relevancia que permitan demostrar las afirmaciones del Ejecutivo.

Por citar un ejemplo, están las declaraciones que ha puesto a consideración del ojo público, el rival político del presidente López Obrador, Ricardo Anaya Cortés quien, en cuatro videos ha buscado desmentir lo dicho por Emilio Lozoya a través de documentos expedidos por varias instancias en los que se dictan eventos contrarios a lo manifestado por el priista.

De tal manera que al gobierno mexicano no le quedó otro recurso más que mostrar a, por lo menos un detenido, como resultado del actuar de las instancias encargadas de la administración de justicia.

Asimismo, esta determinación – la de ingresar a Lozoya en el Reclusorio Norte – se puede percibir como una acción remedial de tipo colateral para replantear la evaluación del World Justice Proyect que puso a México en el lugar 135 de 139 países menos corruptos o, por lo menos, que esta acción sirva para que, en la siguiente evaluación se hayan subido algunos peldaños más.

A fin de cuentas y, salvo su mejor opinión gentil amigo lector, Emilio Lozoya está donde debió estar desde hace mucho; abusó del beneficio del arraigo domiciliario; el acto de pasearse olvidando su condición ante la justicia mexicana incomodó al Ejecutivo federal y a la Fiscalía y tuvo consecuencias, mismas que provinieron de sus dichos. En otras palabras, de que fue coscorrón, lo fue.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

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  • licajimenezmcc@hotmail.com