/ lunes 28 de diciembre de 2020

Con café y a media luz | Inocentadas verdaderas

Este servidor nunca ha estado de acuerdo en la forma en que el mexicano festeja el Día de los Inocentes.

La estrofa populachera que reza: “Inocente palomita que te has dejado engañar, hoy, 28 de diciembre en nadie debes confiar”, más que un juego, se me antoja como el pretexto innecesario para, además de gastarle una mala pasada a alguien con base en una mentira, poder burlarse de la credulidad y confianza que nuestro interlocutor nos tiene. Esa sorna macabra es lo que considero un completo desatino a las buenas costumbres y el respeto que nos merecemos todos los seres humanos.

Retozar con una mentira, jurándola como verdad o, peor, pedirle prestado dinero a otro individuo en este día, bajo el argumento de no estar obligado al pago por haber celebrado el acuerdo de devolución de este en una fecha como esta es, salvo su mejor opinión, de pésimo gusto. No obstante, hay personas que se toman muy en serio este día de “inocentadas” para hacer caer en el juego a aquel que se lo permita.

Si recordamos el contexto histórico de la fecha, nos percataremos del origen macabro y hasta sádico de la misma, en la que, según el “libro de los libros”, centenares de infantes varones, menores a los dos años, fueron asesinados de manera impía por órdenes de Herodes a quien se le conoció como “El grande” y, así, tratar de eliminar a Jesús de Nazaret.

No obstante, el mexicano, como característica propia de su conducta, plasmó en dicha fecha, la oportunidad de vacilar con este suceso. Lo mismo hemos hecho con la muerte, el mal, los santos, cualquier tipo de tragedia y, por ende, la comedia. Quizá en el imaginario colectivo que se arraiga en el seno de nuestra cultura, la burla se ha convertido en un “mecanismo de defensa” para sobrellevar la constante de necesidades y desventuras con las que hemos aprendido a vivir.

Curiosamente, previo a la redacción de esta entrega que, como cada tercer día, pongo a sus amables juicio y dispensa, gentil amigo lector, me tomé la oportunidad de leer con detalle las noticias más recientes en torno a la pandemia de Covid-19 que mantiene asolada a la humanidad.

Debo confesarle que la esperanza que han traído las noticias de medios internacionales de comunicación, respecto a la creación de fármacos que impiden el avance de la enfermedad, la inoculación de la vacuna en las diferentes naciones del mundo – incluido México – y el desarrollo de investigaciones que permiten encontrar formas de contener al virus, ha sido un aliciente para mi ánimo en esta etapa del duro trance que nos está tocando vivir.

Sin embargo, como si se tratara de una broma de terrible gusto, me topo con dos encabezados relacionados al virus SARS- Cov-2 que, además de asombrarme, me entristecen. Se los comparto en los siguientes párrafos, puntualizando que no es mi intención ser alarmista, sino, por el contrario, es un llamado a la reflexión y una invitación para seguirnos cuidando.

La primera de las notas periodísticas apuntaba que en Inglaterra y en Sudáfrica había aparecido una segunda cepa del virus, cuyas características principales eran la rápida propagación y la afectación que causa en los niños. Como usted recordará, en esta oleada que hemos vivido, el Covid-19, no afectaba a los menores, pues la mutación de la que daba cuenta la información sí puede causar daños en estos. Asimismo, se indicaba que ya había brotes similares en otros países de la unión europea, además de Sudáfrica, Canadá y Estados Unidos de Norteamérica.

Como si eso no fuera suficiente, en otro reporte, se describe que en Nigeria – país con mayor número de población del continente africano – se ha detectado una tercera cepa del virus. Aunque guarda similitudes con la que se describía en la nota anterior, las autoridades de aquel país reconocen que, gracias a la secuencia genómica realizada, están en condiciones de sostener que es una mutación distinta a la recién identificada en otras naciones.

Lo anterior me hace pensar en varias preguntas.

¿De verdad estamos de cara a “la luz al final del túnel” con la vacuna que ya se está aplicando en México?, ¿Será el 2021, el año del inicio del control definitivo del mal que ha cobrado más del millón de vidas a lo largo del orbe?, ¿En realidad volveremos a la normalidad el año entrante?, ¿Cuántos familiares o amigos más perderemos por el avance de esta enfermedad?

Las autoridades después de los tres meses de que se declarara el primer caso de la enfermedad en nuestro país, comenzaron a decir que “la curva se ha aplanado” y “por fin se domó la pandemia”, que “estamos al final del túnel” y que “ya falta poco para salir de este problema”.

Hoy, 28 de diciembre, quisiera escuchar eso mismo, ¡Sí! Pero deseo que esas frases no fueran una broma del día de los inocentes, en otras palabras, que fuera una “inocentada verdadera”.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com

y recuerde, será un gran día.

Este servidor nunca ha estado de acuerdo en la forma en que el mexicano festeja el Día de los Inocentes.

La estrofa populachera que reza: “Inocente palomita que te has dejado engañar, hoy, 28 de diciembre en nadie debes confiar”, más que un juego, se me antoja como el pretexto innecesario para, además de gastarle una mala pasada a alguien con base en una mentira, poder burlarse de la credulidad y confianza que nuestro interlocutor nos tiene. Esa sorna macabra es lo que considero un completo desatino a las buenas costumbres y el respeto que nos merecemos todos los seres humanos.

Retozar con una mentira, jurándola como verdad o, peor, pedirle prestado dinero a otro individuo en este día, bajo el argumento de no estar obligado al pago por haber celebrado el acuerdo de devolución de este en una fecha como esta es, salvo su mejor opinión, de pésimo gusto. No obstante, hay personas que se toman muy en serio este día de “inocentadas” para hacer caer en el juego a aquel que se lo permita.

Si recordamos el contexto histórico de la fecha, nos percataremos del origen macabro y hasta sádico de la misma, en la que, según el “libro de los libros”, centenares de infantes varones, menores a los dos años, fueron asesinados de manera impía por órdenes de Herodes a quien se le conoció como “El grande” y, así, tratar de eliminar a Jesús de Nazaret.

No obstante, el mexicano, como característica propia de su conducta, plasmó en dicha fecha, la oportunidad de vacilar con este suceso. Lo mismo hemos hecho con la muerte, el mal, los santos, cualquier tipo de tragedia y, por ende, la comedia. Quizá en el imaginario colectivo que se arraiga en el seno de nuestra cultura, la burla se ha convertido en un “mecanismo de defensa” para sobrellevar la constante de necesidades y desventuras con las que hemos aprendido a vivir.

Curiosamente, previo a la redacción de esta entrega que, como cada tercer día, pongo a sus amables juicio y dispensa, gentil amigo lector, me tomé la oportunidad de leer con detalle las noticias más recientes en torno a la pandemia de Covid-19 que mantiene asolada a la humanidad.

Debo confesarle que la esperanza que han traído las noticias de medios internacionales de comunicación, respecto a la creación de fármacos que impiden el avance de la enfermedad, la inoculación de la vacuna en las diferentes naciones del mundo – incluido México – y el desarrollo de investigaciones que permiten encontrar formas de contener al virus, ha sido un aliciente para mi ánimo en esta etapa del duro trance que nos está tocando vivir.

Sin embargo, como si se tratara de una broma de terrible gusto, me topo con dos encabezados relacionados al virus SARS- Cov-2 que, además de asombrarme, me entristecen. Se los comparto en los siguientes párrafos, puntualizando que no es mi intención ser alarmista, sino, por el contrario, es un llamado a la reflexión y una invitación para seguirnos cuidando.

La primera de las notas periodísticas apuntaba que en Inglaterra y en Sudáfrica había aparecido una segunda cepa del virus, cuyas características principales eran la rápida propagación y la afectación que causa en los niños. Como usted recordará, en esta oleada que hemos vivido, el Covid-19, no afectaba a los menores, pues la mutación de la que daba cuenta la información sí puede causar daños en estos. Asimismo, se indicaba que ya había brotes similares en otros países de la unión europea, además de Sudáfrica, Canadá y Estados Unidos de Norteamérica.

Como si eso no fuera suficiente, en otro reporte, se describe que en Nigeria – país con mayor número de población del continente africano – se ha detectado una tercera cepa del virus. Aunque guarda similitudes con la que se describía en la nota anterior, las autoridades de aquel país reconocen que, gracias a la secuencia genómica realizada, están en condiciones de sostener que es una mutación distinta a la recién identificada en otras naciones.

Lo anterior me hace pensar en varias preguntas.

¿De verdad estamos de cara a “la luz al final del túnel” con la vacuna que ya se está aplicando en México?, ¿Será el 2021, el año del inicio del control definitivo del mal que ha cobrado más del millón de vidas a lo largo del orbe?, ¿En realidad volveremos a la normalidad el año entrante?, ¿Cuántos familiares o amigos más perderemos por el avance de esta enfermedad?

Las autoridades después de los tres meses de que se declarara el primer caso de la enfermedad en nuestro país, comenzaron a decir que “la curva se ha aplanado” y “por fin se domó la pandemia”, que “estamos al final del túnel” y que “ya falta poco para salir de este problema”.

Hoy, 28 de diciembre, quisiera escuchar eso mismo, ¡Sí! Pero deseo que esas frases no fueran una broma del día de los inocentes, en otras palabras, que fuera una “inocentada verdadera”.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com

y recuerde, será un gran día.