/ lunes 6 de diciembre de 2021

Con café y a media luz | La joya de la corona

De cara a la segunda mitad de la administración pública federal y a la conclusión de la presidencia que encabeza Andrés Manuel López Obrador, Tamaulipas está convirtiéndose en lo que bien pudiera considerarse como “la joya de la corona” de la estrategia política para la consolidación de un proyecto de gobierno de Morena para arribar con fuerza al proceso del 2024.

Y es que, se quiera o no, con la llegada del gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca se rompieron los paradigmas tradicionalistas que etiquetaban a estar tierra norteña como “propiedad política del PRI” y se sembró en las nuevas generaciones la pluralidad, el derecho a discernir y la oportunidad de cambiar los esquemas de gobierno a los que habíamos estado acostumbrados.

En otras palabras, en el imaginario colectivo de los votantes – nuevos y de antaño – aparecieron las frases populacheras de “sí se puede” y “no pasa nada”. Ambas referenciando al fenómeno de transición política que vivimos en los últimos comicios en nuestra entidad federativa que marcaron la salida del partido tricolor del poder tamaulipeco.

Lo anterior me da pie para abordar “la otra cara de la moneda” pues es cierto que el otrora “partido aplanadora” está viviendo la peor etapa de su vida institucional.

Y es que al ganarse el repudio de buena parte de la masa social y al ver mermadas las que por años fueron consideradas “las fuerzas vivas” del movimiento, aunado a que la renovación al interior de este escaparate político durante la administración de Enrique Peña Nieto y figuras como los Duarte, Videgaray y Lozoya terminó por ser un “balazo en un pie”, el perder a Tamaulipas representó lo que muchos se negaban a ver: El declive priista en el norte de México.

Por tanto, Tamaulipas representa en materia política un éxito rotundo o un fracaso mortal, dependiendo de la corriente – izquierda o derecha – del partido en turno, para consolidar cualquier proyecto político regional, nacional e incluso, de carácter internacional y si a este hecho, le agregamos la condición de temporalidad, los comicios tamaulipecos servirían perfectamente para medir la preferencia partidista rumbo al 2024.

Empero, en este transitar para elegir gobernador en el 2022, se pueden observar dos fenómenos interesantes que vendrían a marcar un parteaguas en la vida política de los diferentes partidos y, por ende, de nuestra entidad federativa.

Se presume que la encomienda del PRI es consolidar una alianza partidista con blanquiazules y miembros de “el sol azteca” para crear un bloque lo suficientemente sólido que evite la llegada del candidato del partido fundado por el presidente López a la representación del poder ejecutivo estatal.

Este hecho lo considero sumamente complejo, porque “los reflectores” están, actualmente, puestos sobre dos figuras panistas.

El primero de ellos es quien actualmente es alcalde de Tampico, Jesús Nader, que, a diferencia de su primera administración en la que fue aplaudido, en la actual, está siendo cuestionado en el ánimo de la población y esto en buena parte es por las campañas de golpeteo en las redes sociales y, el segundo, César Augusto Verástegui quien ya se perfila como el candidato de “Todos por Tamaulipas”, haciendo una alusión no solo a los votantes sino a la posible coalición que le señalé.

Por otro lado, se observa una diversidad de intereses al interior de Morena, situación que, de no resolverse, pudiera ser “el talón de Aquiles” para este escaparate que iría “sin cerrar filas” a la contienda electoral, pues, aunque son solo cuatro los candidatos que aparecerán en la consulta al interior, debemos recordar que se registraron 38 aspirantes para ser abanderados rumbo a la gubernatura. Aunque todo parece indicar que la disputa final será entre Rodolfo González y Américo Villareal. No obstante la historia de fracturas que hay al interior de este organismo.

Cabe hacer mención que en este último detalle hay fuertes rumores que “el desempate”, en un momento dado, será por decisión superior, situación que, de ocurrir, no debería extrañarnos.

A fin de cuentas, el resultado sobre la gubernatura de Tamaulipas es, indiscutiblemente, el indicativo más claro que pueda tener cualquier partido para medir “fuerzas” rumbo al 2024 ya que, más allá de encuestas, marchas, mítines, mañaneras, informes y presencia mediática, los verdaderos resultados son los que se cuentan en las urnas y ahorita es momento “de medir el agua”, ¿No cree usted, gentil amigo lector?

¡Y hasta aquí! Pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a:

  • licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

De cara a la segunda mitad de la administración pública federal y a la conclusión de la presidencia que encabeza Andrés Manuel López Obrador, Tamaulipas está convirtiéndose en lo que bien pudiera considerarse como “la joya de la corona” de la estrategia política para la consolidación de un proyecto de gobierno de Morena para arribar con fuerza al proceso del 2024.

Y es que, se quiera o no, con la llegada del gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca se rompieron los paradigmas tradicionalistas que etiquetaban a estar tierra norteña como “propiedad política del PRI” y se sembró en las nuevas generaciones la pluralidad, el derecho a discernir y la oportunidad de cambiar los esquemas de gobierno a los que habíamos estado acostumbrados.

En otras palabras, en el imaginario colectivo de los votantes – nuevos y de antaño – aparecieron las frases populacheras de “sí se puede” y “no pasa nada”. Ambas referenciando al fenómeno de transición política que vivimos en los últimos comicios en nuestra entidad federativa que marcaron la salida del partido tricolor del poder tamaulipeco.

Lo anterior me da pie para abordar “la otra cara de la moneda” pues es cierto que el otrora “partido aplanadora” está viviendo la peor etapa de su vida institucional.

Y es que al ganarse el repudio de buena parte de la masa social y al ver mermadas las que por años fueron consideradas “las fuerzas vivas” del movimiento, aunado a que la renovación al interior de este escaparate político durante la administración de Enrique Peña Nieto y figuras como los Duarte, Videgaray y Lozoya terminó por ser un “balazo en un pie”, el perder a Tamaulipas representó lo que muchos se negaban a ver: El declive priista en el norte de México.

Por tanto, Tamaulipas representa en materia política un éxito rotundo o un fracaso mortal, dependiendo de la corriente – izquierda o derecha – del partido en turno, para consolidar cualquier proyecto político regional, nacional e incluso, de carácter internacional y si a este hecho, le agregamos la condición de temporalidad, los comicios tamaulipecos servirían perfectamente para medir la preferencia partidista rumbo al 2024.

Empero, en este transitar para elegir gobernador en el 2022, se pueden observar dos fenómenos interesantes que vendrían a marcar un parteaguas en la vida política de los diferentes partidos y, por ende, de nuestra entidad federativa.

Se presume que la encomienda del PRI es consolidar una alianza partidista con blanquiazules y miembros de “el sol azteca” para crear un bloque lo suficientemente sólido que evite la llegada del candidato del partido fundado por el presidente López a la representación del poder ejecutivo estatal.

Este hecho lo considero sumamente complejo, porque “los reflectores” están, actualmente, puestos sobre dos figuras panistas.

El primero de ellos es quien actualmente es alcalde de Tampico, Jesús Nader, que, a diferencia de su primera administración en la que fue aplaudido, en la actual, está siendo cuestionado en el ánimo de la población y esto en buena parte es por las campañas de golpeteo en las redes sociales y, el segundo, César Augusto Verástegui quien ya se perfila como el candidato de “Todos por Tamaulipas”, haciendo una alusión no solo a los votantes sino a la posible coalición que le señalé.

Por otro lado, se observa una diversidad de intereses al interior de Morena, situación que, de no resolverse, pudiera ser “el talón de Aquiles” para este escaparate que iría “sin cerrar filas” a la contienda electoral, pues, aunque son solo cuatro los candidatos que aparecerán en la consulta al interior, debemos recordar que se registraron 38 aspirantes para ser abanderados rumbo a la gubernatura. Aunque todo parece indicar que la disputa final será entre Rodolfo González y Américo Villareal. No obstante la historia de fracturas que hay al interior de este organismo.

Cabe hacer mención que en este último detalle hay fuertes rumores que “el desempate”, en un momento dado, será por decisión superior, situación que, de ocurrir, no debería extrañarnos.

A fin de cuentas, el resultado sobre la gubernatura de Tamaulipas es, indiscutiblemente, el indicativo más claro que pueda tener cualquier partido para medir “fuerzas” rumbo al 2024 ya que, más allá de encuestas, marchas, mítines, mañaneras, informes y presencia mediática, los verdaderos resultados son los que se cuentan en las urnas y ahorita es momento “de medir el agua”, ¿No cree usted, gentil amigo lector?

¡Y hasta aquí! Pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a:

  • licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.