/ miércoles 5 de mayo de 2021

Con café y a media luz | La luz también ciega

“Lamento que los medios de comunicación en el país estén tan obcecados en atacar al gobierno que represento”, fue así como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, inició un argumento en torno a una pregunta realizada por los representantes de la prensa, en su conferencia matutina respecto a la lamentable tragedia que aconteció en el metro de la Ciudad de México.

Este hecho que, insisto, no se puede calificar de otra manera, es una tragedia espeluznante que ha enlutado al país entero. Cabe hacer mención que, hasta el momento de la redacción de la presente entrega, se habían contabilizado 24 víctimas mortales y un sinnúmero de heridos y desaparecidos que quedaron sepultados bajo los escombros.

Lamentablemente, partidos políticos, figuras vigentes y de antaño vinculadas a las administraciones públicas de la federación y el propio representante del poder ejecutivo se montaron en un “cuadrilátero mediático” orquestado por este último quien, fiel a su costumbre, cuando las cosas no acontecen como se esperaba, busca de manera inmediata, rivales en turno, responsables generales y específicos y a quién acusar para, al final, asumirse de víctima y mártir de sabotajes presentes y corrupciones pasadas.

Es censurable y reprobable que expresidentes como Vicente Fox busquen, a través de sus redes sociales, exacerbar multitudes tomando como bandera este penoso accidente. Es irritable, además, que busque sentenciar de forma indirecta con su comentario hiriente que lo mismo puede pasar con el tren maya, la refinería de Dos Bocas y con el aeropuerto de Santa Lucía, aduciendo a que los constructores “son los mismos” que administraron la edificación de la Línea 12. Eso es “lanzar dardos envenenados” usando a la sociedad. Como dirían los niños: “No se vale”.

Es nauseabundo que algunos partidos políticos, después de hacer públicas las condolencias institucionales, tomaran a este suceso como estandarte para reformar campañas que se tenían y lanzarlas en contra del escaparate “fabricado” – a su modo y para su beneficio – por el hombre originario de Macuspana. ¿Dónde quedó la sensibilidad de aquellos órganos que se dicen representantes de las masas populares?

Por cierto, al principio del párrafo anterior indiqué que “algunos” hicieron público su duelo. Lo escribí así porque hubo otros que ni siquiera se preocuparon por el detalle humano y, de inmediato, se arrojaron ferozmente en contra de figuras del gobierno actual.

Pero ¿Sabe? ¡Todo eso era de esperarse! ¡No los justifico! ¡Repruebo, censuro y condeno tal actitud, empero, ante ese y cualquier otra situación similar, se sabía que actuarían así! La razón es sencilla. Al ser ajenos al gobierno poseen una visión parcial de las cosas.

A propósito o por gusto, pero ven lo que así conviene a los intereses partidistas y, en ese tenor en especial, hay algo que los une a todos: Demostrar que fue un error que AMLO llegara al poder. ¡Insistir en que en este gobierno hay error tras error!

Lo que no debe suceder y no puede ser pasado por alto es la postura asumida por el Jefe del Estado. Evasivo ante el hecho y sobreprotector para con el aliado responsable y para evitar más cuestionamientos, recurrió a lo que mejor sabe hacer, enviar las miradas a otro punto; al que le conviene, ese en el que solo su palabra es ley: Denostar a la prensa mexicana.

“Desde tiempos del presidente Madero no se tenía una prensa así: Tendenciosa, golpeadora, defensora de grupos corruptos. Una prensa que se dedica a mentir constantemente”, así continuó el presidente. No debemos olvidar que, en estos tiempos, a diferencia de aquellos en los que mandó Francisco I. Madero, la ciudadanía tiene acceso al internet, lo que hace que el mensaje viaje más rápido que el medio tradicional y, por tanto, la población esté más informada y, con base en ello, pueda exigir a las empresas periodísticas una mayor profundidad de investigación, una crítica más severa y un análisis más serio y no limitarse, meramente a “informar”.

Posteriormente, el tabasqueño prosiguió de la siguiente manera “… la regla es que tenemos la prensa más lamentable en mucho tiempo; la prensa más injusta, la más distante, la más lejana al pueblo y la más cercana a los grupos de poder conservador. Es un tiempo de oscuridad para los medios…” Quizá se deba hacer hincapié que hoy quien marca la pauta de la necesidad informativa y colaboran, de manera indirecta con base en esa misma demanda noticiosa es la gente que exige saber detalles sobre temas en particular con los que ya tuvo un acercamiento previo a través de la supercarretera de la información. Ante tal reclamo y con el estímulo de una competencia creciente, la organización periodística le proporciona a la sociedad ese bagaje noticioso y esta última, a cambio le otorga una retroalimentación en comentarios, fotos, audios y videos que comprueban o desmienten lo dicho por el periódico, la radio o la televisión.

En resumen, la empresa periodística no puede mentir ante lo evidente; ante lo tangible y, mediante los reporteros, debe cuestionar a la autoridad en turno, por aquello que pueda dar luz sobre lo sucedido.

Eso es quizá lo que incomoda al presidente y que trata, infructuosamente de recalcar como oscuridad, amparándose en el argumento de "no ver". Espero que haya alguien que le diga que también, tanta luz, ciega y más cuando se empeña en “cerrar los ojos” durante la tempestad.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”. Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

“Lamento que los medios de comunicación en el país estén tan obcecados en atacar al gobierno que represento”, fue así como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, inició un argumento en torno a una pregunta realizada por los representantes de la prensa, en su conferencia matutina respecto a la lamentable tragedia que aconteció en el metro de la Ciudad de México.

Este hecho que, insisto, no se puede calificar de otra manera, es una tragedia espeluznante que ha enlutado al país entero. Cabe hacer mención que, hasta el momento de la redacción de la presente entrega, se habían contabilizado 24 víctimas mortales y un sinnúmero de heridos y desaparecidos que quedaron sepultados bajo los escombros.

Lamentablemente, partidos políticos, figuras vigentes y de antaño vinculadas a las administraciones públicas de la federación y el propio representante del poder ejecutivo se montaron en un “cuadrilátero mediático” orquestado por este último quien, fiel a su costumbre, cuando las cosas no acontecen como se esperaba, busca de manera inmediata, rivales en turno, responsables generales y específicos y a quién acusar para, al final, asumirse de víctima y mártir de sabotajes presentes y corrupciones pasadas.

Es censurable y reprobable que expresidentes como Vicente Fox busquen, a través de sus redes sociales, exacerbar multitudes tomando como bandera este penoso accidente. Es irritable, además, que busque sentenciar de forma indirecta con su comentario hiriente que lo mismo puede pasar con el tren maya, la refinería de Dos Bocas y con el aeropuerto de Santa Lucía, aduciendo a que los constructores “son los mismos” que administraron la edificación de la Línea 12. Eso es “lanzar dardos envenenados” usando a la sociedad. Como dirían los niños: “No se vale”.

Es nauseabundo que algunos partidos políticos, después de hacer públicas las condolencias institucionales, tomaran a este suceso como estandarte para reformar campañas que se tenían y lanzarlas en contra del escaparate “fabricado” – a su modo y para su beneficio – por el hombre originario de Macuspana. ¿Dónde quedó la sensibilidad de aquellos órganos que se dicen representantes de las masas populares?

Por cierto, al principio del párrafo anterior indiqué que “algunos” hicieron público su duelo. Lo escribí así porque hubo otros que ni siquiera se preocuparon por el detalle humano y, de inmediato, se arrojaron ferozmente en contra de figuras del gobierno actual.

Pero ¿Sabe? ¡Todo eso era de esperarse! ¡No los justifico! ¡Repruebo, censuro y condeno tal actitud, empero, ante ese y cualquier otra situación similar, se sabía que actuarían así! La razón es sencilla. Al ser ajenos al gobierno poseen una visión parcial de las cosas.

A propósito o por gusto, pero ven lo que así conviene a los intereses partidistas y, en ese tenor en especial, hay algo que los une a todos: Demostrar que fue un error que AMLO llegara al poder. ¡Insistir en que en este gobierno hay error tras error!

Lo que no debe suceder y no puede ser pasado por alto es la postura asumida por el Jefe del Estado. Evasivo ante el hecho y sobreprotector para con el aliado responsable y para evitar más cuestionamientos, recurrió a lo que mejor sabe hacer, enviar las miradas a otro punto; al que le conviene, ese en el que solo su palabra es ley: Denostar a la prensa mexicana.

“Desde tiempos del presidente Madero no se tenía una prensa así: Tendenciosa, golpeadora, defensora de grupos corruptos. Una prensa que se dedica a mentir constantemente”, así continuó el presidente. No debemos olvidar que, en estos tiempos, a diferencia de aquellos en los que mandó Francisco I. Madero, la ciudadanía tiene acceso al internet, lo que hace que el mensaje viaje más rápido que el medio tradicional y, por tanto, la población esté más informada y, con base en ello, pueda exigir a las empresas periodísticas una mayor profundidad de investigación, una crítica más severa y un análisis más serio y no limitarse, meramente a “informar”.

Posteriormente, el tabasqueño prosiguió de la siguiente manera “… la regla es que tenemos la prensa más lamentable en mucho tiempo; la prensa más injusta, la más distante, la más lejana al pueblo y la más cercana a los grupos de poder conservador. Es un tiempo de oscuridad para los medios…” Quizá se deba hacer hincapié que hoy quien marca la pauta de la necesidad informativa y colaboran, de manera indirecta con base en esa misma demanda noticiosa es la gente que exige saber detalles sobre temas en particular con los que ya tuvo un acercamiento previo a través de la supercarretera de la información. Ante tal reclamo y con el estímulo de una competencia creciente, la organización periodística le proporciona a la sociedad ese bagaje noticioso y esta última, a cambio le otorga una retroalimentación en comentarios, fotos, audios y videos que comprueban o desmienten lo dicho por el periódico, la radio o la televisión.

En resumen, la empresa periodística no puede mentir ante lo evidente; ante lo tangible y, mediante los reporteros, debe cuestionar a la autoridad en turno, por aquello que pueda dar luz sobre lo sucedido.

Eso es quizá lo que incomoda al presidente y que trata, infructuosamente de recalcar como oscuridad, amparándose en el argumento de "no ver". Espero que haya alguien que le diga que también, tanta luz, ciega y más cuando se empeña en “cerrar los ojos” durante la tempestad.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”. Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.