/ viernes 25 de octubre de 2019

Con café y a media luz | La validez de la ignorancia

¿Qué tan válido o no es que el presidente de los Estados Unidos Mexicanos haya estado ignorante del operativo fallido con el que se pretendía la captura de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera y que desató una “negociación forzada” entre el gobierno mexicano y una de las organizaciones criminales más grandes de nuestro país?

Aquí solo hay dos tipos de respuesta, gentil amigo lector y, cabe hacer mención, que en ningún momento estoy diciendo que la postura manifestada por el mandatario es la correcta o que fue un argumento usado como “puerta falsa” para evadir los cuestionamientos que le hicieron los representantes de la prensa durante sus ya tradicionales conferencias mañaneras.

La primera de ellas pudiera sostener la tesis de que no es obligación del Ejecutivo estar enterado de todo lo que acontece en el país de manera inmediata pues para eso está rodeado de un buen número de personal, en particular, los secretarios y sus respectivos jefes de área, quienes tienen la suficiente facultad para tomar las decisiones que consideren acordes al proyecto de nación para el cual colaboran.

De lo contrario, pudieran preguntar los sectores opositores de AMLO y una buena cantidad de mexicanos: “¿Para qué existen los funcionarios si todo lo tiene que resolver la figura presidencial?”, ¿Para qué se les contrató?

Y en un acto de reflexión y honestidad profundas, gentil amigo lector, debemos aceptar que, culturalmente, fuimos formados para la crítica reacia, difícil y de severos cuestionamientos. No dudaríamos ni un instante en señalar flamígeramente la aparente insuficiencia de los oficiales que “no pudieron con el paquete”. Más temprano que tarde, caería sobre el gobierno actual una lluvia incesante de protestas, exigiendo la inmediata renuncia o despido de los implicados.

La contraparte de la historia es la que está ocurriendo en estos momentos.

Hay una buena cantidad de mexicanos que sostienen que, en cuestiones como la ejecución de un operativo contra el narcotráfico, el ciudadano presidente de los Estados Unidos Mexicanos debería estar enterado absolutamente de todos los detalles, antes, durante y después del proceso, pues él, tiene la última palabra en la toma de decisiones.

Y, curiosamente, hoy vemos que las preguntas y afirmaciones inquisidoras que planteé párrafos arriba, se las están haciendo a Andrés Manuel López Obrador: “¿Para qué está?, si todo parece indicar que no puede con el paquete.” “Él tiene la obligación de saber de primera mano hechos de tal magnitud” Y otros tantos enunciados similares.

Insisto, la intención de esta mañana no es confirmar cuál de los dos sustentos apunta a la razón.

La pregunta que asalta es ¿Hasta dónde es válida, como justificación, la ignorancia del jefe del Estado mexicano en un proceder que pone en riesgo, por mucho o poco, la seguridad nacional, de un estado o de una ciudad como Culiacán? O bien, para evitar el dejo de agresividad que pudiera usted interpretar en la pregunta anterior, permítame cambiar la perspectiva y decir ¿Hasta qué punto puede un mandatario confiar ciegamente a un secretario, los asuntos inherentes a la seguridad de un país como México, que de tiempo atrás es territorio disputado por bandas criminales que han hecho del fenómeno delincuencial organizado en todas sus variantes un modo sumamente redituable de vida?

Otra de las cosas que me inquietan y de la que me gustaría conocer una respuesta sin rodeos es: Si hace meses el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en una de sus conferencias mañaneras aseguró que antes de salir al aire, se reunía todos los días con su gabinete de seguridad nacional para estar al tanto de los aconteceres de la nación en dicho rubro, ¿Por qué no estaba enterado de que se iba a realizar un operativo para capturar a uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera? Y ¿Cómo es que desconocía la existencia de un documento proveniente de la Unión Americana en el que se solicitaba de manera formal la captura y extradición de la descendencia del citado personaje?

Entonces, amparado en la lógica elemental, aparecen dos preguntas más. La primera: ¿Qué le informan los titulares de las fuerzas armadas civiles y militares durante esas plenarias diarias que ocurren a las cinco de la mañana, poco antes de asistir a su reunión con los representantes de la prensa nacional? Y la segunda ¿No resulta sospechoso que el mandatario se encontrara ajeno a esta realidad a causa de esa desinformación que él asegura que hubo, no obstante, estos acercamientos diarios con los comandantes de las fuerzas armadas?

¿Qué tan válida es, entonces, la ignorancia como argumento dispensador en el tema de Culiacán?

Creo, gentil amigo lector, que aquí aplicaría la máxima que dice: “Ni perdón, ni Ovidio”

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

¿Qué tan válido o no es que el presidente de los Estados Unidos Mexicanos haya estado ignorante del operativo fallido con el que se pretendía la captura de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera y que desató una “negociación forzada” entre el gobierno mexicano y una de las organizaciones criminales más grandes de nuestro país?

Aquí solo hay dos tipos de respuesta, gentil amigo lector y, cabe hacer mención, que en ningún momento estoy diciendo que la postura manifestada por el mandatario es la correcta o que fue un argumento usado como “puerta falsa” para evadir los cuestionamientos que le hicieron los representantes de la prensa durante sus ya tradicionales conferencias mañaneras.

La primera de ellas pudiera sostener la tesis de que no es obligación del Ejecutivo estar enterado de todo lo que acontece en el país de manera inmediata pues para eso está rodeado de un buen número de personal, en particular, los secretarios y sus respectivos jefes de área, quienes tienen la suficiente facultad para tomar las decisiones que consideren acordes al proyecto de nación para el cual colaboran.

De lo contrario, pudieran preguntar los sectores opositores de AMLO y una buena cantidad de mexicanos: “¿Para qué existen los funcionarios si todo lo tiene que resolver la figura presidencial?”, ¿Para qué se les contrató?

Y en un acto de reflexión y honestidad profundas, gentil amigo lector, debemos aceptar que, culturalmente, fuimos formados para la crítica reacia, difícil y de severos cuestionamientos. No dudaríamos ni un instante en señalar flamígeramente la aparente insuficiencia de los oficiales que “no pudieron con el paquete”. Más temprano que tarde, caería sobre el gobierno actual una lluvia incesante de protestas, exigiendo la inmediata renuncia o despido de los implicados.

La contraparte de la historia es la que está ocurriendo en estos momentos.

Hay una buena cantidad de mexicanos que sostienen que, en cuestiones como la ejecución de un operativo contra el narcotráfico, el ciudadano presidente de los Estados Unidos Mexicanos debería estar enterado absolutamente de todos los detalles, antes, durante y después del proceso, pues él, tiene la última palabra en la toma de decisiones.

Y, curiosamente, hoy vemos que las preguntas y afirmaciones inquisidoras que planteé párrafos arriba, se las están haciendo a Andrés Manuel López Obrador: “¿Para qué está?, si todo parece indicar que no puede con el paquete.” “Él tiene la obligación de saber de primera mano hechos de tal magnitud” Y otros tantos enunciados similares.

Insisto, la intención de esta mañana no es confirmar cuál de los dos sustentos apunta a la razón.

La pregunta que asalta es ¿Hasta dónde es válida, como justificación, la ignorancia del jefe del Estado mexicano en un proceder que pone en riesgo, por mucho o poco, la seguridad nacional, de un estado o de una ciudad como Culiacán? O bien, para evitar el dejo de agresividad que pudiera usted interpretar en la pregunta anterior, permítame cambiar la perspectiva y decir ¿Hasta qué punto puede un mandatario confiar ciegamente a un secretario, los asuntos inherentes a la seguridad de un país como México, que de tiempo atrás es territorio disputado por bandas criminales que han hecho del fenómeno delincuencial organizado en todas sus variantes un modo sumamente redituable de vida?

Otra de las cosas que me inquietan y de la que me gustaría conocer una respuesta sin rodeos es: Si hace meses el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en una de sus conferencias mañaneras aseguró que antes de salir al aire, se reunía todos los días con su gabinete de seguridad nacional para estar al tanto de los aconteceres de la nación en dicho rubro, ¿Por qué no estaba enterado de que se iba a realizar un operativo para capturar a uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera? Y ¿Cómo es que desconocía la existencia de un documento proveniente de la Unión Americana en el que se solicitaba de manera formal la captura y extradición de la descendencia del citado personaje?

Entonces, amparado en la lógica elemental, aparecen dos preguntas más. La primera: ¿Qué le informan los titulares de las fuerzas armadas civiles y militares durante esas plenarias diarias que ocurren a las cinco de la mañana, poco antes de asistir a su reunión con los representantes de la prensa nacional? Y la segunda ¿No resulta sospechoso que el mandatario se encontrara ajeno a esta realidad a causa de esa desinformación que él asegura que hubo, no obstante, estos acercamientos diarios con los comandantes de las fuerzas armadas?

¿Qué tan válida es, entonces, la ignorancia como argumento dispensador en el tema de Culiacán?

Creo, gentil amigo lector, que aquí aplicaría la máxima que dice: “Ni perdón, ni Ovidio”

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!