/ lunes 26 de julio de 2021

Con café y a media luz | “Llueve, truene o relampaguee”

Esa fue la frase que ocupó el presidente López en su gira por Veracruz, al referirse al tema del retorno a clases. Dicha postura ha polarizado -como muchas otras del mandatario- a la sociedad mexicana. Mientras que algunos padres de familia apoyan los dichos del hombre originario de Macuspana; otros se muestran más preocupados por la incertidumbre sanitaria que aún prevalece en torno a la presencia del virus SARS-CoV-2 y la enfermedad que ocasiona, Covid – 19.

Antes de continuar con la entrega de este día, gentil amigo lector, le debo comentar que es muy probable que lea a lo largo de la misma dos o tres refranes o dicharachos que no le resulten de mucho agrado, empero, con ellos enmarco el constructo de la columna en la postura del ejecutivo federal quien, a la usanza de los abuelos, ha recurrido a la oración que nos ha servido como título en este inicio de semana.

Dicho lo anterior me atrevo a remitir aquel proverbio popular: “La mula no era arisca; los palos la hicieron”. Esto lo pongo sobre la mesa por el rechazo mostrado por los progenitores ante la terquedad del mandatario, ya que su radical forma ha coincidido con el incremento masivo de contagios que los expertos han atinado a llamar como “la tercera ola del virus”, misma que se esperaba hace unos meses y que nos golpeó hasta estas fechas. Ello nos recuerda a aquel titular del ejecutivo que, al inicio de la epidemia, dijo cosas como “no pasa nada”, “salgan y abrácense” y “nos cayó como anillo al dedo”. Semanas después se tuvo que retractar en los hechos pero no con los dichos.

El tabasqueño ha insistido, además, que el amparo de esta determinación es que “se ha demostrado que el virus es peligroso en ancianos y no en niños”. Desafortunadamente en este rubro caben dos aclaraciones. Si bien es cierto que en la primera y segunda oleada de casos relacionados con este padecimiento el mayor número de decesos correspondió a personas de edad avanzada, también es verdad que hubo una buena cantidad de jóvenes que se contagió. Y la segunda es que con la llegada de la variante “Delta” que se ha calificado como más contagiosa, aunque menos mortal, se ha acrecentado el número de menores de edad que han resultado positivos en las pruebas para determinar si son portadores del virus. Y, cabe haber mención que, tristemente, en varios nosocomios públicos del país que el mismo gobierno reconvirtió para atender casos de Covid – 19, ya se han reportado niños y jovencitos fallecidos a causa de este mal.

En otras palabras, el presidente no debe “confundir la gimnasia con la magnesia”. El virus sí puede afectar a los más pequeños y sí puede tener consecuencias severas y, en un momento dado, hasta fatales.

Asimismo, se ha llamado a las sociedades de padres de familia, docentes y directivos de los planteles a reunirse para ejercer el recurso directo que se destina al mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura escolar. Lo anterior, debido a que el desuso de las instalaciones y los equipos es tan perjudicial como el abuso de estos. Esta convocatoria se ha vuelto incómoda para los tres sectores por diversos detalles.

En el caso de los directivos que durante el periodo de julio-agosto dedicaban su tiempo a la administración previa al arranque del nuevo ciclo escolar, ahora deberán organizar a los progenitores para contratar proveedores y supervisar las obras de mejora y mantenimiento; los docentes que vieron duplicados los esfuerzos por un ciclo escolar en línea, además de los cursos de actualización a los que ya fueron llamados, ahora deberán darse tiempo para atender esta nueva encomienda y, por último, los padres de los menores que no tienen con quién dejar a sus criaturas, deberán asistir a las instalaciones del plantel para verificar que todo marcha como debiera antes del retorno seguro.

Es en este punto en el que yo me pregunto ¿Qué hará el mandatario en los estados como Guerrero, Chiapas y Oaxaca en los que las acciones educativas son determinadas por la Coordinadora Nacional de la Educación que ya hizo pública su postura al respecto y cuyos agremiados han sido siempre “una piedrita en el zapato” ante este tipo de cuestiones y esta no es la excepción? ¿También los convencerá de acudir a la escuela o de enviar a los niños, según sea el caso? ¡Si no iban cuando las cosas estaban bien!

¡Estás viendo la tempestad y no te hincas! Dice el último aforismo que cito en esta ocasión.

La tercera ola ha superado, y con creces, los estragos de las dos primeras en materia de contagios; aún falta una buena parte de la población por vacunar -tanto con el esquema completo, como aquellos que no han recibido ni la primera dosis, la infraestructura escolar está en condiciones que tomará tiempo reparar – y no se trata de lo que hicieron o no gobiernos pasados sino del recorte presupuestal para tal efecto que realizó la administración presente – para que sea confortable y, por último, la dinámica social se acelerará y con ello, también el número de pacientes en los hospitales que, de por sí, ya no se dan abasto.

Créame, gentil amigo lector, que yo soy el primero en decir que la escuela es insustituible y es imperante el regreso a clases, no obstante, debemos reconocer que las condiciones sociales y sanitarias no están dadas aún para tal efecto. Lo mejor sería impulsar el programa de vacunación, garantizar la capacitación a maestros para un mejor desempeño en línea y, mientras tanto, adecuar los espacios educativos para un retorno tranquilo, seguro, escalonado y eficiente. De lo contrario, esto huele a capricho y a necedad.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo: licajimenezmcc@hotmail.com

Esa fue la frase que ocupó el presidente López en su gira por Veracruz, al referirse al tema del retorno a clases. Dicha postura ha polarizado -como muchas otras del mandatario- a la sociedad mexicana. Mientras que algunos padres de familia apoyan los dichos del hombre originario de Macuspana; otros se muestran más preocupados por la incertidumbre sanitaria que aún prevalece en torno a la presencia del virus SARS-CoV-2 y la enfermedad que ocasiona, Covid – 19.

Antes de continuar con la entrega de este día, gentil amigo lector, le debo comentar que es muy probable que lea a lo largo de la misma dos o tres refranes o dicharachos que no le resulten de mucho agrado, empero, con ellos enmarco el constructo de la columna en la postura del ejecutivo federal quien, a la usanza de los abuelos, ha recurrido a la oración que nos ha servido como título en este inicio de semana.

Dicho lo anterior me atrevo a remitir aquel proverbio popular: “La mula no era arisca; los palos la hicieron”. Esto lo pongo sobre la mesa por el rechazo mostrado por los progenitores ante la terquedad del mandatario, ya que su radical forma ha coincidido con el incremento masivo de contagios que los expertos han atinado a llamar como “la tercera ola del virus”, misma que se esperaba hace unos meses y que nos golpeó hasta estas fechas. Ello nos recuerda a aquel titular del ejecutivo que, al inicio de la epidemia, dijo cosas como “no pasa nada”, “salgan y abrácense” y “nos cayó como anillo al dedo”. Semanas después se tuvo que retractar en los hechos pero no con los dichos.

El tabasqueño ha insistido, además, que el amparo de esta determinación es que “se ha demostrado que el virus es peligroso en ancianos y no en niños”. Desafortunadamente en este rubro caben dos aclaraciones. Si bien es cierto que en la primera y segunda oleada de casos relacionados con este padecimiento el mayor número de decesos correspondió a personas de edad avanzada, también es verdad que hubo una buena cantidad de jóvenes que se contagió. Y la segunda es que con la llegada de la variante “Delta” que se ha calificado como más contagiosa, aunque menos mortal, se ha acrecentado el número de menores de edad que han resultado positivos en las pruebas para determinar si son portadores del virus. Y, cabe haber mención que, tristemente, en varios nosocomios públicos del país que el mismo gobierno reconvirtió para atender casos de Covid – 19, ya se han reportado niños y jovencitos fallecidos a causa de este mal.

En otras palabras, el presidente no debe “confundir la gimnasia con la magnesia”. El virus sí puede afectar a los más pequeños y sí puede tener consecuencias severas y, en un momento dado, hasta fatales.

Asimismo, se ha llamado a las sociedades de padres de familia, docentes y directivos de los planteles a reunirse para ejercer el recurso directo que se destina al mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura escolar. Lo anterior, debido a que el desuso de las instalaciones y los equipos es tan perjudicial como el abuso de estos. Esta convocatoria se ha vuelto incómoda para los tres sectores por diversos detalles.

En el caso de los directivos que durante el periodo de julio-agosto dedicaban su tiempo a la administración previa al arranque del nuevo ciclo escolar, ahora deberán organizar a los progenitores para contratar proveedores y supervisar las obras de mejora y mantenimiento; los docentes que vieron duplicados los esfuerzos por un ciclo escolar en línea, además de los cursos de actualización a los que ya fueron llamados, ahora deberán darse tiempo para atender esta nueva encomienda y, por último, los padres de los menores que no tienen con quién dejar a sus criaturas, deberán asistir a las instalaciones del plantel para verificar que todo marcha como debiera antes del retorno seguro.

Es en este punto en el que yo me pregunto ¿Qué hará el mandatario en los estados como Guerrero, Chiapas y Oaxaca en los que las acciones educativas son determinadas por la Coordinadora Nacional de la Educación que ya hizo pública su postura al respecto y cuyos agremiados han sido siempre “una piedrita en el zapato” ante este tipo de cuestiones y esta no es la excepción? ¿También los convencerá de acudir a la escuela o de enviar a los niños, según sea el caso? ¡Si no iban cuando las cosas estaban bien!

¡Estás viendo la tempestad y no te hincas! Dice el último aforismo que cito en esta ocasión.

La tercera ola ha superado, y con creces, los estragos de las dos primeras en materia de contagios; aún falta una buena parte de la población por vacunar -tanto con el esquema completo, como aquellos que no han recibido ni la primera dosis, la infraestructura escolar está en condiciones que tomará tiempo reparar – y no se trata de lo que hicieron o no gobiernos pasados sino del recorte presupuestal para tal efecto que realizó la administración presente – para que sea confortable y, por último, la dinámica social se acelerará y con ello, también el número de pacientes en los hospitales que, de por sí, ya no se dan abasto.

Créame, gentil amigo lector, que yo soy el primero en decir que la escuela es insustituible y es imperante el regreso a clases, no obstante, debemos reconocer que las condiciones sociales y sanitarias no están dadas aún para tal efecto. Lo mejor sería impulsar el programa de vacunación, garantizar la capacitación a maestros para un mejor desempeño en línea y, mientras tanto, adecuar los espacios educativos para un retorno tranquilo, seguro, escalonado y eficiente. De lo contrario, esto huele a capricho y a necedad.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo: licajimenezmcc@hotmail.com