/ miércoles 20 de enero de 2021

Con café y a media luz | Necedad a destiempo

“¡Sabia virtud de conocer el tiempo!”, escribió Renato Leduc cuando se le retó a escribir un poema cuyos versos fueran escritos en rima consonante con la única palabra del español que no tiene conformación para tal fin. El esposo de Leonora Carrington nunca pensó que sus palabras pasarían a ser parte, con el paso de los años, del breviario refranero de la cultura popular mexicana y, por tanto, serían aplicadas en todos los contextos posibles en los que hay participación humana.

Sin embargo, a pesar de que este soneto de nombre “Aquí se habla del tiempo perdido que los santos lloran”, fue escrito a mitad del siglo pasado, pareciera que no ha sido leído en su totalidad por aquellos que han posado sus ojos sobre dicha pieza y pasan desapercibidos algunos de los detalles importantes de la filosofía de vida que se plasma allí.

¿A qué se refiere el columnista con tanta perorata en esta mañana de miércoles?

Hace dos días circuló a nivel nacional a través de los medios digitales y de las plataformas sociales, un archivo en video del excandidato por el PAN a la Presidencia de México, Ricardo Anaya Cortés, en el que fija su postura en torno a su devenir político de cara al proceso electoral que se llevará a cabo en este 2021.

En el documento en electrónico, el principal rival de AMLO –el de campaña– en las elecciones pasadas, declara dos cuestiones de forma tácita y hace que se permee, “entre líneas”, una tercera situación que pondré, al igual que las dos primeras, a su consideración y dispensa, gentil amigo lector, en los siguientes párrafos.

Por principio de cuentas, el otrora presidente del escaparate blanquiazul saluda a la ciudadanía, manifiesta su solidaridad y, posteriormente, declara “…hoy quiero compartir que decidí no aceptar la generosa invitación de mi partido para ser diputado federal plurinominal. Quiero agradecer de todo corazón al PAN y a Marko Cortés, su confianza y apoyo…”

Si bien es cierto que “regalar las pluris” no es una práctica exclusiva del Partido Acción Nacional y que todos los institutos hacen, de alguna manera u otra, exactamente lo mismo, también es verdad que, simple y llanamente estas diputaciones no deberían existir en la realidad política de un México demócrata, pues estos puestos no son de representación popular, sino de carácter organizacional, participativo y proporcional, que son usados para impulsar carreras a modo o para otorgar fueros a diestra y siniestra. Más penoso es, considero, salvo su mejor opinión, que hoy se ventile como un acto de egoísmo disfrazado con prendas de heroísmo, el rechazo al cargo por aspirar a otro puesto. Es, más que nada, un evento de mercadotecnia política y relaciones públicas en un instante inoportuno en el que la participación de los protagonistas debería estar encauzada en otro sentido.

El poema que fue vuelto canción gracias al talento de Rubén Fuentes, también reza: “… a tiempo amar y desatarse a tiempo”. Esto último debería ser subrayado.

Palabras más tarde, el empresario destaca “… y llegado el momento, si la vida y las circunstancias me lo permiten, volver a participar en la elección presidencial”. Lo que, en un acto de reflexión, pudiera ser entendido como una porfía.

No es la primera ocasión que Ricardo Anaya da muestras de obstinación cuando se toca el tema de la silla presidencial de nuestro país. Debemos recordar que previo a las elecciones pasadas, realizó las gestiones necesarias para apropiarse, a como diera lugar, de la candidatura que, muchos pensaban, sería otorgada a Margarita Zavala de Calderón. El resultado de la insistencia fue la fractura al interior del órgano que dirigía y, a la postre, una dolorosa derrota en las urnas que hoy pareciera querer borrar.

Abro un paréntesis para recordar lo que platicamos hace casi tres años. Fue un “chispazo” del candidato López Obrador, el que terminó por “sepultar” las aspiraciones del rival. Fueron un gesto y una frase del tabasqueño a mitad del debate con los que buscaba proteger su billetera, los que transformaron a un heroico y retador panista en un retrato de la fama de los políticos de antaño. Ese estigma le ha perseguido hasta la fecha con el remoquete que ese día le fue impuesto por el ahora mandatario mexicano.

Y, por último, la tercera cuestión. Escribió el también autor del Libro del buen amor: “…Aquel amor a quien amé a destiempo, martirizóme tanto y tanto tiempo.”

No obstante que la declaración apetece a necedad, el hecho de manifestarla con tanta premura, asegurando que se invertirán los años siguientes en recorrer el país para tratar de manera directa a la población, habla de una inversión que quizá no le sea conveniente al político. A fin de cuentas, se estaría exponiendo a que lo acusaran de la misma situación que, años atrás, tanto condenó en la figura del hombre originario de Macuspana. Hacer precampañas “verdes” mucho antes del tiempo adecuado. Aunque Anaya Cortés tiene los negocios y las ganancias generadas por ellos para subsistir sin problema, lo que a AMLO no se le podía demostrar, sí caería en aquel refrán de “Más pronto cae un hablador...”.

Como lo dijimos hace unos días, conforme va incrementando la fiebre política y electoral, veremos personajes, ideas, argucias, propuestas, descréditos, noticias falsas y un buen número de intervenciones de todo tipo y de todos los niveles que nos obligarán a madurar nuestro voto y a pensar con cordura antes que decidir apasionadamente pues, así como dice la obra poética que recordamos hoy: “Hay que dar tiempo al tiempo”.

De lo contrario seremos testigos nuevamente del fenómeno que ya conocemos: Ante los necios están los arrepentidos. (Tanto de votar, como de no haber votado)

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

“¡Sabia virtud de conocer el tiempo!”, escribió Renato Leduc cuando se le retó a escribir un poema cuyos versos fueran escritos en rima consonante con la única palabra del español que no tiene conformación para tal fin. El esposo de Leonora Carrington nunca pensó que sus palabras pasarían a ser parte, con el paso de los años, del breviario refranero de la cultura popular mexicana y, por tanto, serían aplicadas en todos los contextos posibles en los que hay participación humana.

Sin embargo, a pesar de que este soneto de nombre “Aquí se habla del tiempo perdido que los santos lloran”, fue escrito a mitad del siglo pasado, pareciera que no ha sido leído en su totalidad por aquellos que han posado sus ojos sobre dicha pieza y pasan desapercibidos algunos de los detalles importantes de la filosofía de vida que se plasma allí.

¿A qué se refiere el columnista con tanta perorata en esta mañana de miércoles?

Hace dos días circuló a nivel nacional a través de los medios digitales y de las plataformas sociales, un archivo en video del excandidato por el PAN a la Presidencia de México, Ricardo Anaya Cortés, en el que fija su postura en torno a su devenir político de cara al proceso electoral que se llevará a cabo en este 2021.

En el documento en electrónico, el principal rival de AMLO –el de campaña– en las elecciones pasadas, declara dos cuestiones de forma tácita y hace que se permee, “entre líneas”, una tercera situación que pondré, al igual que las dos primeras, a su consideración y dispensa, gentil amigo lector, en los siguientes párrafos.

Por principio de cuentas, el otrora presidente del escaparate blanquiazul saluda a la ciudadanía, manifiesta su solidaridad y, posteriormente, declara “…hoy quiero compartir que decidí no aceptar la generosa invitación de mi partido para ser diputado federal plurinominal. Quiero agradecer de todo corazón al PAN y a Marko Cortés, su confianza y apoyo…”

Si bien es cierto que “regalar las pluris” no es una práctica exclusiva del Partido Acción Nacional y que todos los institutos hacen, de alguna manera u otra, exactamente lo mismo, también es verdad que, simple y llanamente estas diputaciones no deberían existir en la realidad política de un México demócrata, pues estos puestos no son de representación popular, sino de carácter organizacional, participativo y proporcional, que son usados para impulsar carreras a modo o para otorgar fueros a diestra y siniestra. Más penoso es, considero, salvo su mejor opinión, que hoy se ventile como un acto de egoísmo disfrazado con prendas de heroísmo, el rechazo al cargo por aspirar a otro puesto. Es, más que nada, un evento de mercadotecnia política y relaciones públicas en un instante inoportuno en el que la participación de los protagonistas debería estar encauzada en otro sentido.

El poema que fue vuelto canción gracias al talento de Rubén Fuentes, también reza: “… a tiempo amar y desatarse a tiempo”. Esto último debería ser subrayado.

Palabras más tarde, el empresario destaca “… y llegado el momento, si la vida y las circunstancias me lo permiten, volver a participar en la elección presidencial”. Lo que, en un acto de reflexión, pudiera ser entendido como una porfía.

No es la primera ocasión que Ricardo Anaya da muestras de obstinación cuando se toca el tema de la silla presidencial de nuestro país. Debemos recordar que previo a las elecciones pasadas, realizó las gestiones necesarias para apropiarse, a como diera lugar, de la candidatura que, muchos pensaban, sería otorgada a Margarita Zavala de Calderón. El resultado de la insistencia fue la fractura al interior del órgano que dirigía y, a la postre, una dolorosa derrota en las urnas que hoy pareciera querer borrar.

Abro un paréntesis para recordar lo que platicamos hace casi tres años. Fue un “chispazo” del candidato López Obrador, el que terminó por “sepultar” las aspiraciones del rival. Fueron un gesto y una frase del tabasqueño a mitad del debate con los que buscaba proteger su billetera, los que transformaron a un heroico y retador panista en un retrato de la fama de los políticos de antaño. Ese estigma le ha perseguido hasta la fecha con el remoquete que ese día le fue impuesto por el ahora mandatario mexicano.

Y, por último, la tercera cuestión. Escribió el también autor del Libro del buen amor: “…Aquel amor a quien amé a destiempo, martirizóme tanto y tanto tiempo.”

No obstante que la declaración apetece a necedad, el hecho de manifestarla con tanta premura, asegurando que se invertirán los años siguientes en recorrer el país para tratar de manera directa a la población, habla de una inversión que quizá no le sea conveniente al político. A fin de cuentas, se estaría exponiendo a que lo acusaran de la misma situación que, años atrás, tanto condenó en la figura del hombre originario de Macuspana. Hacer precampañas “verdes” mucho antes del tiempo adecuado. Aunque Anaya Cortés tiene los negocios y las ganancias generadas por ellos para subsistir sin problema, lo que a AMLO no se le podía demostrar, sí caería en aquel refrán de “Más pronto cae un hablador...”.

Como lo dijimos hace unos días, conforme va incrementando la fiebre política y electoral, veremos personajes, ideas, argucias, propuestas, descréditos, noticias falsas y un buen número de intervenciones de todo tipo y de todos los niveles que nos obligarán a madurar nuestro voto y a pensar con cordura antes que decidir apasionadamente pues, así como dice la obra poética que recordamos hoy: “Hay que dar tiempo al tiempo”.

De lo contrario seremos testigos nuevamente del fenómeno que ya conocemos: Ante los necios están los arrepentidos. (Tanto de votar, como de no haber votado)

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.