/ lunes 13 de septiembre de 2021

Con café y a media luz | No es revivir al muerto

“¿Quién necesita al Fonden?” fue la declaración del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, poco antes de que nuestro país fuera golpeado por fenómenos naturales con pocos días de intervalo entre uno y otro. Quizá los más severos fueron el terremoto de 7.1 grados que sacudió a la capital de nuestro país desde las costas de Guerrero y, poco antes, el desbordamiento del río Tula a causa de las intensas lluvias, hecho que puso bajo el agua a la ciudad hidalguense del mismo nombre y, cuyos escurrimientos desembocaran en la “ciudad de los palacios”.

De inmediato, los cuestionamientos mediáticos en torno a la decisión tomada por el Ejecutivo federal, se dejaron escuchar. Las declaraciones del gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, y de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, al solicitar apoyo humanitario al resto de los connacionales para sus respectivas entidades, atizaron el fuego que ya se disparaba desde los escaparates de opinión de los medios de comunicación que, horas antes, habían entrevistado a los sendos representantes locales del Poder Ejecutivo.

En este tenor, debemos puntualizar varias cosas antes de hacer “ojos ciegos” o “mirar el trasfondo” de esta situación.

El pasado 7 de julio, el Gobierno federal anunció la extinción del Fondo de Desastres Naturales tal y como lo conocemos. Recordemos que, la mayor objeción alegada por el hombre originario de Macuspana ha sido que el recurso es administrado por los estados y no se le entrega en efectivo a la población, asegurando que, cada uno sabe qué necesita adquirir para rehabilitar su patrimonio después de haber sido impactado por un fenómeno natural.

La administración “oscura” del Fonden por parte de los titulares de las entidades en el histórico de los últimos años se convirtió, pues, en el factor decisivo para que ocurriera lo anteriormente dicho. Lo más lamentable es que, aunque se tenía previsto un recurso extraordinario para subsanar alguna situación no prevista en este tema, nunca se imaginaron en Palacio Nacional que el destino les gastaría una condición de tal magnitud al grado de que el mismo mandatario reconoció que “Ha sido la semana más difícil de mi sexenio”.

Lo cierto es que, al parecer, los medios nacionales olvidaron que ese mismo día –7 de julio– también se anunció la creación del Programa para la Atención de Emergencias y Amenazas Naturales, el cual, como su nombre lo indica, posee una estructura que le faculta a las autoridades federales, ejercer los recursos y ayudar de manera directa en beneficio de la población o, por lo menos, esa es la intención, haciendo a un lado la intervención de la figura estatal como administrador del dinero etiquetado para tal fin.

La intención es, indudablemente, evitar actos de corrupción, chantajes, abusos, condicionamientos o desvíos en el manejo del efectivo y que llegue “a modo” a la población. Sin embargo, ya hay quien cuestiona el cómo ser equitativos en cuanto a las pérdidas del patrimonio de los habitantes y si la política de “primero los pobres” se aplicará a rajatabla, poniendo hasta “el final de la fila” al sector privado. Eso, el tiempo lo dirá.

A los pocos días, para ser exactos, el 1 de agosto, el Fonden dejó de existir y se publicó un listado de obras que “se quedaron tiradas” y estaban tipificadas como “prioritarias y de atención inmediata”, situación que le sirvió a las facciones parlamentarias de oposición para exigir la creación de un nuevo fondo. Y, como era de esperarse, mientras unos invirtieron su imagen en demandar nuevos recursos, hubo otros que, días después, en un franco gesto de “solidaridad propagandística”, donaron un día de su dieta como ayuda los damnificados.

Asimismo, ayer, domingo, me sorprendió que, los mismos medios nacionales que declararon muerto al Fonden y obviaron el anuncio del programa contra emergencias, ocuparon los espacios de ocho columnas para anunciar que “en lo oscurito” “reviven” a dicho fondo en el PEF 2022, con un presupuesto de 9 mil 262 millones 390 mil 776 pesos, aunque, en la realidad, se trata de lo que se había dicho con antelación.

En lo que sí se está coincidiendo como principal cuestionamiento es en torno a la ausencia de reglas claras de operación en dos elementos principales. El primero de ellos está conformado por la falta de rubros que permitan considerar las declaraciones de emergencia en los estados afectados y, el segundo, porque no se especifica cómo se le hará llegar el dinero a las administraciones estatales y municipales. Esto último, como señalamos, es lo que se busca evitar, según la visión de gobierno del tabasqueño quien, seguramente, priorizará la atención a los habitantes en lo individual.

En resumen. No se está reviviendo a ningún muerto. El Fonden se extinguió o –según se quiera ver– lo extinguieron. El nuevo programa, junto con otros relativos al cambio climático, está en espera de su aprobación por las cámaras. Ahora resta observar la eficacia de su operatividad y los resultados que arroje, aunque lo ideal, gentil amigo lector, es que nuestra nación nunca deba afrontar la penosa decisión de usarlo y la naturaleza nos dé la tregua que ya necesitamos.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

“¿Quién necesita al Fonden?” fue la declaración del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, poco antes de que nuestro país fuera golpeado por fenómenos naturales con pocos días de intervalo entre uno y otro. Quizá los más severos fueron el terremoto de 7.1 grados que sacudió a la capital de nuestro país desde las costas de Guerrero y, poco antes, el desbordamiento del río Tula a causa de las intensas lluvias, hecho que puso bajo el agua a la ciudad hidalguense del mismo nombre y, cuyos escurrimientos desembocaran en la “ciudad de los palacios”.

De inmediato, los cuestionamientos mediáticos en torno a la decisión tomada por el Ejecutivo federal, se dejaron escuchar. Las declaraciones del gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, y de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, al solicitar apoyo humanitario al resto de los connacionales para sus respectivas entidades, atizaron el fuego que ya se disparaba desde los escaparates de opinión de los medios de comunicación que, horas antes, habían entrevistado a los sendos representantes locales del Poder Ejecutivo.

En este tenor, debemos puntualizar varias cosas antes de hacer “ojos ciegos” o “mirar el trasfondo” de esta situación.

El pasado 7 de julio, el Gobierno federal anunció la extinción del Fondo de Desastres Naturales tal y como lo conocemos. Recordemos que, la mayor objeción alegada por el hombre originario de Macuspana ha sido que el recurso es administrado por los estados y no se le entrega en efectivo a la población, asegurando que, cada uno sabe qué necesita adquirir para rehabilitar su patrimonio después de haber sido impactado por un fenómeno natural.

La administración “oscura” del Fonden por parte de los titulares de las entidades en el histórico de los últimos años se convirtió, pues, en el factor decisivo para que ocurriera lo anteriormente dicho. Lo más lamentable es que, aunque se tenía previsto un recurso extraordinario para subsanar alguna situación no prevista en este tema, nunca se imaginaron en Palacio Nacional que el destino les gastaría una condición de tal magnitud al grado de que el mismo mandatario reconoció que “Ha sido la semana más difícil de mi sexenio”.

Lo cierto es que, al parecer, los medios nacionales olvidaron que ese mismo día –7 de julio– también se anunció la creación del Programa para la Atención de Emergencias y Amenazas Naturales, el cual, como su nombre lo indica, posee una estructura que le faculta a las autoridades federales, ejercer los recursos y ayudar de manera directa en beneficio de la población o, por lo menos, esa es la intención, haciendo a un lado la intervención de la figura estatal como administrador del dinero etiquetado para tal fin.

La intención es, indudablemente, evitar actos de corrupción, chantajes, abusos, condicionamientos o desvíos en el manejo del efectivo y que llegue “a modo” a la población. Sin embargo, ya hay quien cuestiona el cómo ser equitativos en cuanto a las pérdidas del patrimonio de los habitantes y si la política de “primero los pobres” se aplicará a rajatabla, poniendo hasta “el final de la fila” al sector privado. Eso, el tiempo lo dirá.

A los pocos días, para ser exactos, el 1 de agosto, el Fonden dejó de existir y se publicó un listado de obras que “se quedaron tiradas” y estaban tipificadas como “prioritarias y de atención inmediata”, situación que le sirvió a las facciones parlamentarias de oposición para exigir la creación de un nuevo fondo. Y, como era de esperarse, mientras unos invirtieron su imagen en demandar nuevos recursos, hubo otros que, días después, en un franco gesto de “solidaridad propagandística”, donaron un día de su dieta como ayuda los damnificados.

Asimismo, ayer, domingo, me sorprendió que, los mismos medios nacionales que declararon muerto al Fonden y obviaron el anuncio del programa contra emergencias, ocuparon los espacios de ocho columnas para anunciar que “en lo oscurito” “reviven” a dicho fondo en el PEF 2022, con un presupuesto de 9 mil 262 millones 390 mil 776 pesos, aunque, en la realidad, se trata de lo que se había dicho con antelación.

En lo que sí se está coincidiendo como principal cuestionamiento es en torno a la ausencia de reglas claras de operación en dos elementos principales. El primero de ellos está conformado por la falta de rubros que permitan considerar las declaraciones de emergencia en los estados afectados y, el segundo, porque no se especifica cómo se le hará llegar el dinero a las administraciones estatales y municipales. Esto último, como señalamos, es lo que se busca evitar, según la visión de gobierno del tabasqueño quien, seguramente, priorizará la atención a los habitantes en lo individual.

En resumen. No se está reviviendo a ningún muerto. El Fonden se extinguió o –según se quiera ver– lo extinguieron. El nuevo programa, junto con otros relativos al cambio climático, está en espera de su aprobación por las cámaras. Ahora resta observar la eficacia de su operatividad y los resultados que arroje, aunque lo ideal, gentil amigo lector, es que nuestra nación nunca deba afrontar la penosa decisión de usarlo y la naturaleza nos dé la tregua que ya necesitamos.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.