/ miércoles 13 de octubre de 2021

Con café y a media luz | Nomás las mentiras

En los últimos días, la infodemia política ha cundido por las redes sociales ocasionando un fenómeno social sumamente interesante de cara a una jornada electoral que viviremos, próximamente, todos los tamaulipecos y es que, aunque para muchos se antoje distante, para la clase política, la elección a gobernador del estado está, prácticamente, “a la vuelta de la esquina”, como dicen en la colonia.

Estará usted de acuerdo conmigo, gentil amigo lector, que la carrera de un político – del partido que fuere – está fundamentada en el acto de prometer. Durante la campaña de un “suspirante” a un cargo de elección popular dirá que “sí” a prácticamente todo lo que le pidan. Desde la pavimentación de la calle hasta un teleférico que sirva de transporte público económico entre las ciudades de nuestra conurbación.

Cito como ejemplo a un presidente municipal de Altamira al que tuve la oportunidad de plantearle las necesidades que me hicieron llegar los estudiantes de una escuela de esta localidad industrial, alzándose el cuello, el hombre aquel engoló la voz y dijo en volumen más que suficiente para que todos le oyeran: “Durante mi administración, la educación será una prioridad”. El individuo llegó a la presidencia y nunca más se volvió a parar en esa casa de estudios.

Y eso último que redacté, es el siguiente punto que le deseo compartir. Cuando el funcionario electo se da cuenta que no hay manera de cumplir lo que prometió y que, a pesar de las exigencias de sus representados, no está en sus manos satisfacer esa necesidad por la razón que usted guste y mande, recurrirá a una de estas dos estrategias: El silencio absoluto hasta llegar al olvido o la argumentación constante para justificar el incumplimiento de lo ya dicho. Es más, si se pueden encontrar y señalar otros culpables ¡Mejor!

Pero, son políticos. Son miembros de la clase que aprendió a producir – a veces para su propio beneficio – bajo ese tipo de condiciones argumentativas y circunstancias semánticas. Malamente y por una herencia indebida, la sociedad tuvo que aprender a vivir con este modelo de individuo y a pesar de este. Esto nos lleva al punto que deseo compartir. Al transitar por una polarización política que inició con la salida del PRI de la máxima representación del poder ejecutivo de la nación, misma que está viviendo su período más álgido con la llegada de Morena, la sociedad se ha involucrado de manera considerable en el quehacer de la clase política, exigiendo respuestas y demandando soluciones, pero también tratando de demostrar que, como grupo simpatizante de un personaje, les asiste la razón y la verdad.

Por lo ya escrito, esos grupos han empezado a copiar algunos hábitos de ciertos líderes demagogos, incluyendo el de mentir y, posteriormente, guardar silencio o justificar el error. Además de esto, han llegado a un nivel que llama mi atención, mentir en el entorno para que el hecho, previamente falseado, se vuelva una realidad.

Así podrán decir que tal individuo tiene un éxito considerable y replicar la información en las redes, como ejemplo, “Ya no hay gasolinazos porque se ha controlado el precio de los combustibles en México gracias a las gestiones de don fulano”. Cuando se dispara el valor del petróleo y trae consigo un incremento en el precio final del producto refinado, se pueden leer cosas como “No es un gasolinazo, es un ajuste de precios, que fue obligado por el mercado internacional".

La más evidente de las circunstancias la vimos recientemente. La aparición de Emilio Lozoya comiendo en un restaurante de lujo en la Ciudad de México. Las fotos corrieron como “reguero de pólvora” y, de inmediato, una página social de relativa importancia en el devenir de la presidencia del país, divulgó un titular que contradice a la verdad, “Las fotos son del 2016”, decía el encabezado. A la mañana siguiente, el ejecutivo asumió la veracidad de las fotos y recalcó que el actuar del indiciado era “un acto de provocación”. Inmediatamente, este grupo social en línea cambió el encabezado diciendo que, además de las fotos actuales, había otras del 2016.

Así, podremos leer cosas en torno a los munícipes, a los gobiernos estatales, a los legisladores y al presidente del país. Los seguidores se vuelcan por asegurar que su postura es la verdad absoluta, sin darse cuenta de sus desproporcionados argumentos que rayan en la mentira. Al ser esta descubierta, se vuelve a mentir para que lo anteriormente dicho sea una verdad, aunque fuera a medias pues, como decía Eulalio González: “De lo perdido, lo que aparezca.”

De este tema iba pensando cuando, al llegar a mi oficina, me topé con un compañero que no por su extracto social discreto, condiciona el valor de su opinión que siempre ha sido importante para este servidor.

“¡Buen día Chalo, ¿Qué cuentas?, ¿Cómo estás?!” le dije en actitud de saludo y él, después de pensar un rato me contestó “¿Qué cuento, Lic.?”, ¡Pues mentiras! ¡Ya ve que es lo primero que uno anda creyendo!” Mientras yo asentía calladamente, él se rió de manera estrepitosa y se fue a recoger sus enseres de trabajo.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a:

  • licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

En los últimos días, la infodemia política ha cundido por las redes sociales ocasionando un fenómeno social sumamente interesante de cara a una jornada electoral que viviremos, próximamente, todos los tamaulipecos y es que, aunque para muchos se antoje distante, para la clase política, la elección a gobernador del estado está, prácticamente, “a la vuelta de la esquina”, como dicen en la colonia.

Estará usted de acuerdo conmigo, gentil amigo lector, que la carrera de un político – del partido que fuere – está fundamentada en el acto de prometer. Durante la campaña de un “suspirante” a un cargo de elección popular dirá que “sí” a prácticamente todo lo que le pidan. Desde la pavimentación de la calle hasta un teleférico que sirva de transporte público económico entre las ciudades de nuestra conurbación.

Cito como ejemplo a un presidente municipal de Altamira al que tuve la oportunidad de plantearle las necesidades que me hicieron llegar los estudiantes de una escuela de esta localidad industrial, alzándose el cuello, el hombre aquel engoló la voz y dijo en volumen más que suficiente para que todos le oyeran: “Durante mi administración, la educación será una prioridad”. El individuo llegó a la presidencia y nunca más se volvió a parar en esa casa de estudios.

Y eso último que redacté, es el siguiente punto que le deseo compartir. Cuando el funcionario electo se da cuenta que no hay manera de cumplir lo que prometió y que, a pesar de las exigencias de sus representados, no está en sus manos satisfacer esa necesidad por la razón que usted guste y mande, recurrirá a una de estas dos estrategias: El silencio absoluto hasta llegar al olvido o la argumentación constante para justificar el incumplimiento de lo ya dicho. Es más, si se pueden encontrar y señalar otros culpables ¡Mejor!

Pero, son políticos. Son miembros de la clase que aprendió a producir – a veces para su propio beneficio – bajo ese tipo de condiciones argumentativas y circunstancias semánticas. Malamente y por una herencia indebida, la sociedad tuvo que aprender a vivir con este modelo de individuo y a pesar de este. Esto nos lleva al punto que deseo compartir. Al transitar por una polarización política que inició con la salida del PRI de la máxima representación del poder ejecutivo de la nación, misma que está viviendo su período más álgido con la llegada de Morena, la sociedad se ha involucrado de manera considerable en el quehacer de la clase política, exigiendo respuestas y demandando soluciones, pero también tratando de demostrar que, como grupo simpatizante de un personaje, les asiste la razón y la verdad.

Por lo ya escrito, esos grupos han empezado a copiar algunos hábitos de ciertos líderes demagogos, incluyendo el de mentir y, posteriormente, guardar silencio o justificar el error. Además de esto, han llegado a un nivel que llama mi atención, mentir en el entorno para que el hecho, previamente falseado, se vuelva una realidad.

Así podrán decir que tal individuo tiene un éxito considerable y replicar la información en las redes, como ejemplo, “Ya no hay gasolinazos porque se ha controlado el precio de los combustibles en México gracias a las gestiones de don fulano”. Cuando se dispara el valor del petróleo y trae consigo un incremento en el precio final del producto refinado, se pueden leer cosas como “No es un gasolinazo, es un ajuste de precios, que fue obligado por el mercado internacional".

La más evidente de las circunstancias la vimos recientemente. La aparición de Emilio Lozoya comiendo en un restaurante de lujo en la Ciudad de México. Las fotos corrieron como “reguero de pólvora” y, de inmediato, una página social de relativa importancia en el devenir de la presidencia del país, divulgó un titular que contradice a la verdad, “Las fotos son del 2016”, decía el encabezado. A la mañana siguiente, el ejecutivo asumió la veracidad de las fotos y recalcó que el actuar del indiciado era “un acto de provocación”. Inmediatamente, este grupo social en línea cambió el encabezado diciendo que, además de las fotos actuales, había otras del 2016.

Así, podremos leer cosas en torno a los munícipes, a los gobiernos estatales, a los legisladores y al presidente del país. Los seguidores se vuelcan por asegurar que su postura es la verdad absoluta, sin darse cuenta de sus desproporcionados argumentos que rayan en la mentira. Al ser esta descubierta, se vuelve a mentir para que lo anteriormente dicho sea una verdad, aunque fuera a medias pues, como decía Eulalio González: “De lo perdido, lo que aparezca.”

De este tema iba pensando cuando, al llegar a mi oficina, me topé con un compañero que no por su extracto social discreto, condiciona el valor de su opinión que siempre ha sido importante para este servidor.

“¡Buen día Chalo, ¿Qué cuentas?, ¿Cómo estás?!” le dije en actitud de saludo y él, después de pensar un rato me contestó “¿Qué cuento, Lic.?”, ¡Pues mentiras! ¡Ya ve que es lo primero que uno anda creyendo!” Mientras yo asentía calladamente, él se rió de manera estrepitosa y se fue a recoger sus enseres de trabajo.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a:

  • licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.