/ miércoles 21 de abril de 2021

Con café y a media luz | Para no desentonar…

¡Caos! No encontraba otra palabra para describir lo que había estado ocurriendo en las últimas semanas en Tamaulipas a raíz del programa de vacunación contra la enfermedad Covid-19. Se decía de una estrategia que, más allá que dejar la satisfacción de saberse protegido, había mandado a más de un anciano y a uno que otro médico a la cama por el coraje. Afortunadamente, los maestros han dado cuenta de civilidad, orden y respeto que se transformó en una optimización de tiempo y de recursos.

¿Cómo puede, el Gobierno federal, presumir como éxito una estrategia de vacunación a todas luces desorganizada, atropellada, con una logística lamentable y carente de toda sensibilidad? ¡Esa era la pregunta que nos hacíamos de manera repetida! Y, todavía, agregábamos, ¡pareciera que, más allá de tratar de brindar un servicio a la población, se buscara llevarla a los límites de la tolerancia física posible con tal de decir que ya se ha vacunado tal o cual porcentaje de los mexicanos y, a costa de eso, presumir que “vamos bien”!

Y tal aseveración se venía arrastrando porque fuimos testigos de un hecho que, si bien es cierto no es posible borrar, también es verdad que sirvió de experiencia para lo que se vivió ayer en el arranque de la jornada de vacunación docente. Para la historia habrán quedado las filas kilométricas de ancianos que a pie o en vehículos esperaron 10, 12, 14 o más horas con tal de que se les aplicara el reactivo; filas que, a la postre, desaparecieron cuando se llegó a los últimos días de atención. Hecho que evidenciaba la falta de estudios estadísticos de carácter descriptivo para obtener el equilibrio adecuado entre la atención por módulo en cada día y personal asignado. Así, durante los siete días, se podría haber tenido una atención ágil, proporcionada y sin aglomeraciones.

No obstante, como buenos mexicanos, asumimos con fe, que esos errores cesarían para la etapa de inoculación que se aplicaría a los docentes del estado, sin embargo, la situación que prevaleció en torno a los médicos que citaron en la UAT y que, al final del día, recibieron un “portazo en la cara” con el consabido argumento de “¡Ya no hay vacunas; se acabaron!”, estaba a punto de “echar por tierra” todo tipo de esperanza.

Ya que, una nueva trifulca protagonizada por los facultativos que hacían fila aguardando la aplicación del biológico bajo el grito de “¡Somos personal de Salud!” fue el medio para buscar la atención inmediata por parte del personal de la brigada quienes solicitaron a los empleados de la máxima casa de estudios que cerraran los accesos cuando los ánimos subieron de tono. Aunque se buscó bloquear las entradas, dichos esfuerzos fueron infructuosos y los médicos y enfermeras del ISSSTE y de PEMEX terminaron por acceder al recinto académico para recuperar sus vehículos particulares que se habían quedado en el área de estacionamiento.

Cabe hacer mención que, para el lunes se hizo el simulacro de instalación de los módulos y la operación de la brigada en los centros destinados para la atención a los maestros. En las instalaciones de la UPALT, la UT y el Batallón de Infantería destacamentado en Tancol se pudieron observar, desde temprana hora, a quienes conformarían los grupos de atención.

Con el apoyo de alumnos, docentes, directivos, personal de apoyo y resto de miembros de la comunidad educativa, en coordinación con las autoridades militares y de Salud, se logró sacar avante el compromiso con una jornada que arrojó, como resultado preliminar, una atención ágil, segura y sin riesgos en beneficio del profesorado.

Debo comentarle que, en una de las universidades participantes, pude atestiguar que la estrategia consistió en habilitar cuatro áreas distintas, en tres de ellas se instalaron dos módulos y se acondicionaron salones en las plantas baja y superior, de tal manera que cada una de estas secciones podía recibir en media hora a cerca de 70 docentes, de tal manera que, de forma simultánea se lograba consolidar un trámite de revisión de papeles, inoculación y observación de pacientes a 200 maestros.

Por tanto, la fila que estaba a lo largo de un buen tramo del Bulevar de los Ríos, antes de las tres horas, había desaparecido.

Según me comentaron, aunque en la otra casa de estudios se implementó el mismo proceso, la respuesta fue un poco más lenta porque se estaba atendiendo a la población de catedráticos de Ciudad Madero y a aquellos miembros de los servicios educativos del municipio de Aldama y sus lugares aledaños. En honor a la verdad, debemos señalar que, por lo antes dicho, allí sí se pudo observar a individuos “apartando” su lugar desde la noche anterior.

Algo que se debe encomiar, de lo que también me correspondió ser testigo, fue la atención amable y educada que tuvieron cada uno de los miembros de las fuerzas castrenses quienes, al mando de un Teniente Coronel, se organizaron para conducir a hombres y mujeres de la mejor manera. También destaco la labor del personal de Salud que, literalmente, corría por los pasillos para llevar las hieleras con los biológicos, resurtían de los insumos a los compañeros que vacunaban y se turnaban, pero no para descansar, sino para colaborar en otra parte del proceso.

En resumidas cuentas, más allá de las decisiones que se puedan tomar en la cúpula del Gobierno federal, sin importar el color de los partidos y dejando de lado simpatías o antipatías por los colores de una ideología, debo expresar la civilidad, educación, respeto y organización que mostraron en esta segunda jornada el Ejército Mexicano, la Marina Armada de México, los miembros de las Secretarías de Salud y de Educación, así como al pleno de las comunidades docentes de los sectores público y privado que mostraron que sí se puede aprender de los contratiempos del pasado.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

¡Caos! No encontraba otra palabra para describir lo que había estado ocurriendo en las últimas semanas en Tamaulipas a raíz del programa de vacunación contra la enfermedad Covid-19. Se decía de una estrategia que, más allá que dejar la satisfacción de saberse protegido, había mandado a más de un anciano y a uno que otro médico a la cama por el coraje. Afortunadamente, los maestros han dado cuenta de civilidad, orden y respeto que se transformó en una optimización de tiempo y de recursos.

¿Cómo puede, el Gobierno federal, presumir como éxito una estrategia de vacunación a todas luces desorganizada, atropellada, con una logística lamentable y carente de toda sensibilidad? ¡Esa era la pregunta que nos hacíamos de manera repetida! Y, todavía, agregábamos, ¡pareciera que, más allá de tratar de brindar un servicio a la población, se buscara llevarla a los límites de la tolerancia física posible con tal de decir que ya se ha vacunado tal o cual porcentaje de los mexicanos y, a costa de eso, presumir que “vamos bien”!

Y tal aseveración se venía arrastrando porque fuimos testigos de un hecho que, si bien es cierto no es posible borrar, también es verdad que sirvió de experiencia para lo que se vivió ayer en el arranque de la jornada de vacunación docente. Para la historia habrán quedado las filas kilométricas de ancianos que a pie o en vehículos esperaron 10, 12, 14 o más horas con tal de que se les aplicara el reactivo; filas que, a la postre, desaparecieron cuando se llegó a los últimos días de atención. Hecho que evidenciaba la falta de estudios estadísticos de carácter descriptivo para obtener el equilibrio adecuado entre la atención por módulo en cada día y personal asignado. Así, durante los siete días, se podría haber tenido una atención ágil, proporcionada y sin aglomeraciones.

No obstante, como buenos mexicanos, asumimos con fe, que esos errores cesarían para la etapa de inoculación que se aplicaría a los docentes del estado, sin embargo, la situación que prevaleció en torno a los médicos que citaron en la UAT y que, al final del día, recibieron un “portazo en la cara” con el consabido argumento de “¡Ya no hay vacunas; se acabaron!”, estaba a punto de “echar por tierra” todo tipo de esperanza.

Ya que, una nueva trifulca protagonizada por los facultativos que hacían fila aguardando la aplicación del biológico bajo el grito de “¡Somos personal de Salud!” fue el medio para buscar la atención inmediata por parte del personal de la brigada quienes solicitaron a los empleados de la máxima casa de estudios que cerraran los accesos cuando los ánimos subieron de tono. Aunque se buscó bloquear las entradas, dichos esfuerzos fueron infructuosos y los médicos y enfermeras del ISSSTE y de PEMEX terminaron por acceder al recinto académico para recuperar sus vehículos particulares que se habían quedado en el área de estacionamiento.

Cabe hacer mención que, para el lunes se hizo el simulacro de instalación de los módulos y la operación de la brigada en los centros destinados para la atención a los maestros. En las instalaciones de la UPALT, la UT y el Batallón de Infantería destacamentado en Tancol se pudieron observar, desde temprana hora, a quienes conformarían los grupos de atención.

Con el apoyo de alumnos, docentes, directivos, personal de apoyo y resto de miembros de la comunidad educativa, en coordinación con las autoridades militares y de Salud, se logró sacar avante el compromiso con una jornada que arrojó, como resultado preliminar, una atención ágil, segura y sin riesgos en beneficio del profesorado.

Debo comentarle que, en una de las universidades participantes, pude atestiguar que la estrategia consistió en habilitar cuatro áreas distintas, en tres de ellas se instalaron dos módulos y se acondicionaron salones en las plantas baja y superior, de tal manera que cada una de estas secciones podía recibir en media hora a cerca de 70 docentes, de tal manera que, de forma simultánea se lograba consolidar un trámite de revisión de papeles, inoculación y observación de pacientes a 200 maestros.

Por tanto, la fila que estaba a lo largo de un buen tramo del Bulevar de los Ríos, antes de las tres horas, había desaparecido.

Según me comentaron, aunque en la otra casa de estudios se implementó el mismo proceso, la respuesta fue un poco más lenta porque se estaba atendiendo a la población de catedráticos de Ciudad Madero y a aquellos miembros de los servicios educativos del municipio de Aldama y sus lugares aledaños. En honor a la verdad, debemos señalar que, por lo antes dicho, allí sí se pudo observar a individuos “apartando” su lugar desde la noche anterior.

Algo que se debe encomiar, de lo que también me correspondió ser testigo, fue la atención amable y educada que tuvieron cada uno de los miembros de las fuerzas castrenses quienes, al mando de un Teniente Coronel, se organizaron para conducir a hombres y mujeres de la mejor manera. También destaco la labor del personal de Salud que, literalmente, corría por los pasillos para llevar las hieleras con los biológicos, resurtían de los insumos a los compañeros que vacunaban y se turnaban, pero no para descansar, sino para colaborar en otra parte del proceso.

En resumidas cuentas, más allá de las decisiones que se puedan tomar en la cúpula del Gobierno federal, sin importar el color de los partidos y dejando de lado simpatías o antipatías por los colores de una ideología, debo expresar la civilidad, educación, respeto y organización que mostraron en esta segunda jornada el Ejército Mexicano, la Marina Armada de México, los miembros de las Secretarías de Salud y de Educación, así como al pleno de las comunidades docentes de los sectores público y privado que mostraron que sí se puede aprender de los contratiempos del pasado.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.