/ miércoles 4 de marzo de 2020

Con café y a media luz | ¡Tan bien que íbamos!

Como “agua fresca”, quizá como “oxígeno puro”. Así han sido las detenciones en el extranjero de figuras pertenecientes –en palabras del presidente López– al antiguo régimen neoliberal, esquema político-administrativo responsable de la constante involución y retroceso del tejido social derivado, principalmente, por la corrupción que se permeaba a través de dicho modelo de gobierno impuesto por administraciones pasadas.

En ese rubro las cosas van “requetebién”, como señalara el propio AMLO. Pudiera calificar estos hechos como “la caída de los faraones”. Lozoya, García Luna, Duarte, Yarring-ton, Hernández y otros, son los nombres más importantes que, de alguna manera u otra, giran en torno al expresidente de los Estados Unidos Mexicanos, Enrique Peña Nieto.

Algunos aseguran que el último de los ejecutivos emanados del PRI muy pronto le rendirá cuentas a la justicia “morena”, en tanto que otros sostienen que hay, en lo profundo, un acuerdo o un pacto, por el cual EPN es prácticamente intocable. Aseverar y dar por cierta cada una de las posturas nos llevaría a dar “una vuelta” por la tierra de la especulación y los mitos mediáticos. Lo más sano es dejar que el tiempo siga su marcha y que las instituciones encargadas de administrar y procurar la justicia cumplan con sus respectivas labores.

Curiosamente, el tabasqueño, a quien en repetidas ocasiones y en los más diversos foros se le ha etiquetado como “divisionista” y “provocador”, ha generado un nuevo fenómeno de ese tipo, según señalan las últimas encuestas hechas por empresas privadas: la gente aprueba la figura del presidente López, pero está empezando a rechazar el modelo de gobierno del partido que lo llevó al poder.

Cuenta de lo anterior es lo ocurrido durante el último mitin del Ejecutivo en su estado natal, en el que el jefe del Estado mexicano mostró nuevamente el rostro que le conocimos cuando no obtuvo la victoria deseada. “¿A mí también me van a gritar?”, les increpó a los pobladores de Villa Benito Juárez, en un tono entre amistoso y retador, después de haber sentenciado que se retiraría si los vituperios no cesaban, pues los asistentes no dejaban de lanzar abucheos a los representantes de los gobiernos morenistas locales.

Después el mandatario cuestionó con voz en pecho: “Hubo borrón y cuenta nueva, ¿o no?”. La respuesta negativa fue casi unánime, los pocos “sí” se ahogaron entre lo que decía la muchedumbre. Después pasó el tema de las becas y AMLO dijo: “A todos los jóvenes les llegan sus becas”. En este caso sus “paisanos”, como él los llama, le contestaron un rotundo “no” y fue entonces cuando sucedió el desencanto. “¿Cómo que no? La mentira es del demonio. Es reaccionaria y conservadora”.

A partir de allí, los analistas políticos han desmenuzado la frase y la han interpretado de maneras mesiánicas, apocalípticas y destructivas. No tiene caso plasmarlas aquí, pues como dice el dicho, “ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.

Lo que sí debe tomarse en serio, es el análisis que hace el diario The Economist al trabajo del presidente y que repercute, de alguna manera, a lo sucedido en la tierra del edén y a la última conferencia mañanera. Curiosamente, este medio extranjero cita al general Porfirio Díaz con aquella frase de “poca política y mucha administración” y asegura que con AMLO es todo lo contrario. Preocupante porque recrudece la imagen del actual gobierno ante los ojos del mundo.

El redactor de esa entrega continúa su narrativa con una “desestimación” de los casos de violencia en México hecha por López Obrador, particularmente de aquellos que atentan contra el género femenino y señala, palabras más, palabras menos, que el mandatario ha preferido ensalzar algunos temas que deberían ser banales para la administración pública federal.

Mención aparte mereció la rifa del avión y, a mi gusto, el escritor le da a su trabajo cierto tinte de insulto al adjetivar al mexicano como “maestro del teatro” y sentencia que eso es lo que ofrece al pueblo de México. Como dije renglones arriba, está bien que sí, pero no.

Lamentablemente, el día de ayer, y como si fuera una paradoja del destino, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos aprovechó su “mañanera” para presentar de manera oficial el primer “cachito” de la lotería y anunció que empezará la venta del boletaje el día 9 de marzo en punto de las 9 horas. Desde ahorita le puedo asegurar, gentil amigo lector, que a pesar de las críticas, se agotarán los boletos.

Los motivos para adquirirlos serán diversos: Fe, esperanza, apoyo, crítica, deseo, avaricia o simplemente para poder mostrarlo a sus hijos y nietos y ser parte de la historia.

El originario de Macuspana otra vez mostró fotos del interior de la aeronave, promovió las bromas entre su gabinete e instó a los aplausos por el éxito del sorteo. No debemos olvidar que toda esta parafernalia está enmarcada con una crisis de salud mundial de la que ya es parte nuestra nación, un severo problema de inseguridad, otro más grave en crecimiento y desarrollo económico y ni qué decir de los incrementos de los precios de la canasta básica y de los índices de desempleo.

¿Por todo eso es que en los mítines se abuchea y se rechifla? ¿Fue un caso parcial el de Tabasco ocasionado exclusivamente porque los apoyos no llegan? ¿Tiene razón The Economist y hay mucha política y poca administración? ¿Es el avión y la rifa “otra cortina de humo” a la usanza del viejo régimen tricolor? ¿La incidencia de esos cuestionamientos le hicieron al presidente López volver dejar ver un atisbo del AMLO electorero?

El plantearme todas estas preguntas me hace decir hacia mis adentros: ¡Y tan bien que íbamos!

¡Y hasta aquí, pues como decía un periodista, el tiempo apremia y el espacio se agota!

Como “agua fresca”, quizá como “oxígeno puro”. Así han sido las detenciones en el extranjero de figuras pertenecientes –en palabras del presidente López– al antiguo régimen neoliberal, esquema político-administrativo responsable de la constante involución y retroceso del tejido social derivado, principalmente, por la corrupción que se permeaba a través de dicho modelo de gobierno impuesto por administraciones pasadas.

En ese rubro las cosas van “requetebién”, como señalara el propio AMLO. Pudiera calificar estos hechos como “la caída de los faraones”. Lozoya, García Luna, Duarte, Yarring-ton, Hernández y otros, son los nombres más importantes que, de alguna manera u otra, giran en torno al expresidente de los Estados Unidos Mexicanos, Enrique Peña Nieto.

Algunos aseguran que el último de los ejecutivos emanados del PRI muy pronto le rendirá cuentas a la justicia “morena”, en tanto que otros sostienen que hay, en lo profundo, un acuerdo o un pacto, por el cual EPN es prácticamente intocable. Aseverar y dar por cierta cada una de las posturas nos llevaría a dar “una vuelta” por la tierra de la especulación y los mitos mediáticos. Lo más sano es dejar que el tiempo siga su marcha y que las instituciones encargadas de administrar y procurar la justicia cumplan con sus respectivas labores.

Curiosamente, el tabasqueño, a quien en repetidas ocasiones y en los más diversos foros se le ha etiquetado como “divisionista” y “provocador”, ha generado un nuevo fenómeno de ese tipo, según señalan las últimas encuestas hechas por empresas privadas: la gente aprueba la figura del presidente López, pero está empezando a rechazar el modelo de gobierno del partido que lo llevó al poder.

Cuenta de lo anterior es lo ocurrido durante el último mitin del Ejecutivo en su estado natal, en el que el jefe del Estado mexicano mostró nuevamente el rostro que le conocimos cuando no obtuvo la victoria deseada. “¿A mí también me van a gritar?”, les increpó a los pobladores de Villa Benito Juárez, en un tono entre amistoso y retador, después de haber sentenciado que se retiraría si los vituperios no cesaban, pues los asistentes no dejaban de lanzar abucheos a los representantes de los gobiernos morenistas locales.

Después el mandatario cuestionó con voz en pecho: “Hubo borrón y cuenta nueva, ¿o no?”. La respuesta negativa fue casi unánime, los pocos “sí” se ahogaron entre lo que decía la muchedumbre. Después pasó el tema de las becas y AMLO dijo: “A todos los jóvenes les llegan sus becas”. En este caso sus “paisanos”, como él los llama, le contestaron un rotundo “no” y fue entonces cuando sucedió el desencanto. “¿Cómo que no? La mentira es del demonio. Es reaccionaria y conservadora”.

A partir de allí, los analistas políticos han desmenuzado la frase y la han interpretado de maneras mesiánicas, apocalípticas y destructivas. No tiene caso plasmarlas aquí, pues como dice el dicho, “ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.

Lo que sí debe tomarse en serio, es el análisis que hace el diario The Economist al trabajo del presidente y que repercute, de alguna manera, a lo sucedido en la tierra del edén y a la última conferencia mañanera. Curiosamente, este medio extranjero cita al general Porfirio Díaz con aquella frase de “poca política y mucha administración” y asegura que con AMLO es todo lo contrario. Preocupante porque recrudece la imagen del actual gobierno ante los ojos del mundo.

El redactor de esa entrega continúa su narrativa con una “desestimación” de los casos de violencia en México hecha por López Obrador, particularmente de aquellos que atentan contra el género femenino y señala, palabras más, palabras menos, que el mandatario ha preferido ensalzar algunos temas que deberían ser banales para la administración pública federal.

Mención aparte mereció la rifa del avión y, a mi gusto, el escritor le da a su trabajo cierto tinte de insulto al adjetivar al mexicano como “maestro del teatro” y sentencia que eso es lo que ofrece al pueblo de México. Como dije renglones arriba, está bien que sí, pero no.

Lamentablemente, el día de ayer, y como si fuera una paradoja del destino, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos aprovechó su “mañanera” para presentar de manera oficial el primer “cachito” de la lotería y anunció que empezará la venta del boletaje el día 9 de marzo en punto de las 9 horas. Desde ahorita le puedo asegurar, gentil amigo lector, que a pesar de las críticas, se agotarán los boletos.

Los motivos para adquirirlos serán diversos: Fe, esperanza, apoyo, crítica, deseo, avaricia o simplemente para poder mostrarlo a sus hijos y nietos y ser parte de la historia.

El originario de Macuspana otra vez mostró fotos del interior de la aeronave, promovió las bromas entre su gabinete e instó a los aplausos por el éxito del sorteo. No debemos olvidar que toda esta parafernalia está enmarcada con una crisis de salud mundial de la que ya es parte nuestra nación, un severo problema de inseguridad, otro más grave en crecimiento y desarrollo económico y ni qué decir de los incrementos de los precios de la canasta básica y de los índices de desempleo.

¿Por todo eso es que en los mítines se abuchea y se rechifla? ¿Fue un caso parcial el de Tabasco ocasionado exclusivamente porque los apoyos no llegan? ¿Tiene razón The Economist y hay mucha política y poca administración? ¿Es el avión y la rifa “otra cortina de humo” a la usanza del viejo régimen tricolor? ¿La incidencia de esos cuestionamientos le hicieron al presidente López volver dejar ver un atisbo del AMLO electorero?

El plantearme todas estas preguntas me hace decir hacia mis adentros: ¡Y tan bien que íbamos!

¡Y hasta aquí, pues como decía un periodista, el tiempo apremia y el espacio se agota!