/ lunes 21 de diciembre de 2020

Con café y a media luz | Vuelta a la página

Hubo quien criticó la tardanza del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para felicitar a quien, en su momento, era el virtual ganador de los últimos comicios en el vecino país del norte, Joseph Biden. La prudencia declarada por el tabasqueño en más de una de sus conferencias “mañaneras”, fue tomada por muchos líderes de opinión como un acto de desafío para el demócrata estadounidense y, por otra parte, como una muestra de lealtad al que, en repetidas circunstancias, llamó amigo de México, Donald Trump.

En los estados de la Unión Americana, que son afines a los orígenes políticos del candidato demócrata, la respuesta no se hizo esperar. La conducta expuesta por AMLO se asumió como un desconocimiento al triunfo de la política norteamericana. No obstante, “terco”, como él mismo se ha reconocido, el presidente López no manifestaba comentario alguno, pues su aun homólogo, buscaba, a través de todos los recursos financieros y políticos posibles y a su alcance, evitar su derrota.

Algunos radicalistas propios de la división existente entre los mexicanos, a causa de las políticas impuestas por el hombre originario de Macuspana, se atrevieron a señalar duramente y de forma pública que este “error” del mexicano sería el inicio de la “venezualización” de nuestro país. Perdone usted, lo aberrante del término. Y, con tintes catastróficos, anunciaban lo que podría ser el final en materia migratoria, económica, política y fronteriza, de la relación bilateral de ambos países.

Cuando por fin se consolidó el triunfo de Biden y, por ende, la derrota de Trump, el Gobierno mexicano apuró la redacción de la misiva oficial de felicitación, la Cancillería hizo los acercamientos debidos y, por su parte, Andrés Manuel López Obrador anunciaba ser el primero en haber felicitado a quien el Congreso norteamericano había nombrado como el próximo jefe de Estado de la llamada “nación más poderosa del mundo”.

Otra vez, las críticas radicales se volcaron sobre la misiva. No era para menos, pues, en el contexto de la “felicitación”, AMLO llamaba a la no intervención y al respeto de la soberanía del Estado mexicano cuando aún se encontraba “caliente” el tema de la ley contra los agentes extranjeros en territorio nacional y la fricción originada por “el caso Cienfuegos” entre las autoridades policiacas de la DEA y el Gobierno de México. Sobre todo, después de que el exfuncionario prominente de la agencia antidrogas, Mike Vigil, sostuviera que el mensaje que está dando el mexicano es “… el Gobierno te rescata si eres aprehendido en los Estados Unidos de Norteamérica”.

Sin embargo y contra todo pronóstico, este fin de semana, al concluir la gira que se tuvo en el sureste mexicano en la que se supervisó el avance de los trabajos del tren maya, López Obrador anunció que había sostenido una charla telefónica con el virtual presidente Joe Biden, a través de la cual, se refrendaron los compromisos de cooperación internacional.

Insisto en el hecho de que ese último tema, el de la cooperación internacional, especialmente en el rubro de la seguridad y el combate al narcotráfico, estaba vulnerado por la secrecía del gobierno de “las barras y las estrellas” en torno a la operación que, a la postre, llevaría a la captura del exsecretario de la Defensa Nacional. Hecho del que, en un primer momento, se congratuló AMLO y sobre el que, posteriormente, moderó todos sus comentarios. Las especulaciones que giran alrededor de este sorpresivo cambio de postura han sido ventiladas en medios nacionales y no pasan de ser meros rumores que no tiene caso escribir aquí.

Con esta llamada y, con base en lo declarado por el titular del Ejecutivo federal mexicano, se asume que AMLO le está dando “la vuelta a la página” y, con ello, cerrando un capítulo de esta historia de relaciones llamado “Donald Trump”. Capítulo que, por cierto, para muchos empezó desde antes de que el tabasqueño asumiera la presidencia del país con aquel libro “Oye Trump” en el que se enlistaban los procederes del nuestro gobierno, en caso de que fuera encabezado por López Obrador y que fueron repetidos a lo largo de la campaña y en cuanta ocasión pudiera, por el tabasqueño.

Ahora, con este cambio de gobierno, debemos estar atentos a cómo se manejarán tres grandes temas y dos compromisos particulares en esta nueva relación.

Los grandes tópicos son: En primer término, la política de migración y la estrategia planteada por ambas naciones para disminuir la llegada de ciudadanos ilegales a los EUA. Debemos recordar que México se volvió, de alguna manera, el corredor para que las caravanas cruzaran la frontera con el vecino del norte. En segundo lugar está la continuidad en materia de seguridad y combate al narcotráfico, pues, debemos reconocer que el mutualismo existente entre ambos países respecto a este fenómeno delincuencial, radica en que uno representa a un gran productor y, el otro, alberga al más grande mercado consumidor de este tipo de sustancias y, el tercer tema, deberá ser el fortalecimiento de los lazos económicos pues, guste o no, el comercio entre ambas naciones es pieza importante de la estabilidad económica en el norte del continente.

En el tenor de la particularidad, ambos mandatarios deberán sentarse a charlar sobre los términos en los que la Unión Americana absorbió la disminución de producción petrolera que le correspondía a México en la OPEP, convirtiéndose en una deuda más de nuestro país con los Estados Unidos y, por otra parte, cómo serán los pagos del grupo de ventiladores que fueron adquiridos a esa nación para combatir la pandemia del Covid-19 en nuestro país.

Sin duda, este episodio de la vida nacional, “AMLO – Joe Biden”, dará mucho de qué hablar.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

Hubo quien criticó la tardanza del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para felicitar a quien, en su momento, era el virtual ganador de los últimos comicios en el vecino país del norte, Joseph Biden. La prudencia declarada por el tabasqueño en más de una de sus conferencias “mañaneras”, fue tomada por muchos líderes de opinión como un acto de desafío para el demócrata estadounidense y, por otra parte, como una muestra de lealtad al que, en repetidas circunstancias, llamó amigo de México, Donald Trump.

En los estados de la Unión Americana, que son afines a los orígenes políticos del candidato demócrata, la respuesta no se hizo esperar. La conducta expuesta por AMLO se asumió como un desconocimiento al triunfo de la política norteamericana. No obstante, “terco”, como él mismo se ha reconocido, el presidente López no manifestaba comentario alguno, pues su aun homólogo, buscaba, a través de todos los recursos financieros y políticos posibles y a su alcance, evitar su derrota.

Algunos radicalistas propios de la división existente entre los mexicanos, a causa de las políticas impuestas por el hombre originario de Macuspana, se atrevieron a señalar duramente y de forma pública que este “error” del mexicano sería el inicio de la “venezualización” de nuestro país. Perdone usted, lo aberrante del término. Y, con tintes catastróficos, anunciaban lo que podría ser el final en materia migratoria, económica, política y fronteriza, de la relación bilateral de ambos países.

Cuando por fin se consolidó el triunfo de Biden y, por ende, la derrota de Trump, el Gobierno mexicano apuró la redacción de la misiva oficial de felicitación, la Cancillería hizo los acercamientos debidos y, por su parte, Andrés Manuel López Obrador anunciaba ser el primero en haber felicitado a quien el Congreso norteamericano había nombrado como el próximo jefe de Estado de la llamada “nación más poderosa del mundo”.

Otra vez, las críticas radicales se volcaron sobre la misiva. No era para menos, pues, en el contexto de la “felicitación”, AMLO llamaba a la no intervención y al respeto de la soberanía del Estado mexicano cuando aún se encontraba “caliente” el tema de la ley contra los agentes extranjeros en territorio nacional y la fricción originada por “el caso Cienfuegos” entre las autoridades policiacas de la DEA y el Gobierno de México. Sobre todo, después de que el exfuncionario prominente de la agencia antidrogas, Mike Vigil, sostuviera que el mensaje que está dando el mexicano es “… el Gobierno te rescata si eres aprehendido en los Estados Unidos de Norteamérica”.

Sin embargo y contra todo pronóstico, este fin de semana, al concluir la gira que se tuvo en el sureste mexicano en la que se supervisó el avance de los trabajos del tren maya, López Obrador anunció que había sostenido una charla telefónica con el virtual presidente Joe Biden, a través de la cual, se refrendaron los compromisos de cooperación internacional.

Insisto en el hecho de que ese último tema, el de la cooperación internacional, especialmente en el rubro de la seguridad y el combate al narcotráfico, estaba vulnerado por la secrecía del gobierno de “las barras y las estrellas” en torno a la operación que, a la postre, llevaría a la captura del exsecretario de la Defensa Nacional. Hecho del que, en un primer momento, se congratuló AMLO y sobre el que, posteriormente, moderó todos sus comentarios. Las especulaciones que giran alrededor de este sorpresivo cambio de postura han sido ventiladas en medios nacionales y no pasan de ser meros rumores que no tiene caso escribir aquí.

Con esta llamada y, con base en lo declarado por el titular del Ejecutivo federal mexicano, se asume que AMLO le está dando “la vuelta a la página” y, con ello, cerrando un capítulo de esta historia de relaciones llamado “Donald Trump”. Capítulo que, por cierto, para muchos empezó desde antes de que el tabasqueño asumiera la presidencia del país con aquel libro “Oye Trump” en el que se enlistaban los procederes del nuestro gobierno, en caso de que fuera encabezado por López Obrador y que fueron repetidos a lo largo de la campaña y en cuanta ocasión pudiera, por el tabasqueño.

Ahora, con este cambio de gobierno, debemos estar atentos a cómo se manejarán tres grandes temas y dos compromisos particulares en esta nueva relación.

Los grandes tópicos son: En primer término, la política de migración y la estrategia planteada por ambas naciones para disminuir la llegada de ciudadanos ilegales a los EUA. Debemos recordar que México se volvió, de alguna manera, el corredor para que las caravanas cruzaran la frontera con el vecino del norte. En segundo lugar está la continuidad en materia de seguridad y combate al narcotráfico, pues, debemos reconocer que el mutualismo existente entre ambos países respecto a este fenómeno delincuencial, radica en que uno representa a un gran productor y, el otro, alberga al más grande mercado consumidor de este tipo de sustancias y, el tercer tema, deberá ser el fortalecimiento de los lazos económicos pues, guste o no, el comercio entre ambas naciones es pieza importante de la estabilidad económica en el norte del continente.

En el tenor de la particularidad, ambos mandatarios deberán sentarse a charlar sobre los términos en los que la Unión Americana absorbió la disminución de producción petrolera que le correspondía a México en la OPEP, convirtiéndose en una deuda más de nuestro país con los Estados Unidos y, por otra parte, cómo serán los pagos del grupo de ventiladores que fueron adquiridos a esa nación para combatir la pandemia del Covid-19 en nuestro país.

Sin duda, este episodio de la vida nacional, “AMLO – Joe Biden”, dará mucho de qué hablar.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.