/ lunes 11 de octubre de 2021

Con café y a media luz | "¿Y por qué no vuelven?"

El problema no fue lo que dijo, sino cómo lo dijo, me recalcó un querido amigo catedrático de una universidad pública de la localidad. Lo anterior cuando le cuestioné su opinión acerca del comentario vertido por el presidente López en torno al regreso a clases del nivel superior en México; por lo dicho por el mandatario, se presume que este fenómeno – el de la impartición de cátedra desde el hogar – es una constante a lo largo y ancho del territorio nacional.

“Es muy cómodo estar cobrando sin arriesgarse”, dijo el hombre originario de Macuspana cuando tocó el tema del regreso a las aulas. Esta mera frase resultó en varios reproches de quienes estaban observando la charla matutina a través de las redes sociales y, por lo que escribían, se puede entender que eran docentes de nivel licenciatura o tenían alguna relación cercana con uno de estos funcionarios.

“O sea que, independientemente del trabajo realizado, para que este fuera digno de salario, tendría que estar condicionado a un nivel de riesgo”, le contestaron en una cuenta. Otra más adelante le recriminó que los maestros sí estaban trabajando desde casa y este ejercicio les representaba un esfuerzo mayor al de desplazarse hasta las aulas e impartir cátedra en ese entorno ya que allí, se contaban con los recursos necesarios para construir adecuadamente el proceso “enseñanza – aprendizaje” y, caso contrario, en el domicilio particular el académico debe dividirse en padre, esposo, maestro y más.

Alguien más sostuvo que “el sueldo está en función de la labor realizada que ejerce un individuo contratado por la empresa que se llama escuela, si el individuo cumple con su función y demuestra mediante evidencias que se ha cumplido con la encomienda no hay razón para cuestionar si el dinero obtenido es digno por el hecho de no haberse arriesgado”.

Otra persona señaló que “lo que pagan no rinde para saldar el recibo de luz que se ha incrementado por el uso de la computadora y, por cierto, el gobierno nunca les dio a los maestros las herramientas necesarias para continuar con la labor y esas necesidades fueron solventadas por el mismo claustro de profesores”.

La última sentencia que le compartiré, debido a que se me hizo fuera de lugar y, detonó en otras frases similares que dejaban la cordura de lado y mostraban una perspectiva humana que debe estar alejada de la figura de un profesor frente a grupo era una que decía: “Debía usted ver las risotadas que ocasiona entre los maestros de Oaxaca, Guerrero y Chiapas cuando asegura que ya se debe volver a las aulas”.

Para nadie es un secreto la situación que prevalece en cuanto a educación se refiere, en las entidades en las que opera la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación quienes, desde hace varios años la tienen – literalmente – secuestrada, poniendo en un severo entredicho a los niños y jóvenes que no encuentran eco a sus reclamos relativos a la formación académica de calidad.

Así pudiera enlistar cada uno de los planteamientos que los profesores escribían ante lo dicho por el hombre originario de Macuspana en su tribuna particular matutina. Quizá, parcialmente, la razón le asista al tabasqueño, aunque las condiciones, tal vez, no están dadas del todo para que el profesorado universitario pueda retornar al ritmo y contextos normales de su función en las universidades e institutos tecnológicos de nuestra nación.

El argumento más importante planteado hasta este momento es que, en la transición de la vida de bachiller a la universitaria, el alumno aún no es mayor de edad y, por tanto, no ha sido vacunado con alguno de los biológicos que le permitan evitar contagiarse y contagiar a las personas con las que tenga contacto y, como complemento a esta premisa, se esgrime que los maestros mexicanos fueron inyectados con la vacuna “Cansino” cuyo nivel de efectividad fue puesto en entredicho en más de una ocasión por ser de una sola dosis. Asimismo, cuando la farmacéutica declaró que sí era necesario el refuerzo, el gobierno federal señaló que no sería “víctima de la comercialización por parte de las empresas productoras del reactivo”, dejando a los maestros en una incertidumbre sobre su salud.

De igual manera, mi amigo me insistió – y después lo pude corroborar – que las universidades sí se encuentran laborando con las condiciones sanitarias necesarias para evitar la propagación del coronavirus, sin embargo, se prevé un regreso escalonado de la población estudiantil y, por tanto, de los maestros. Entre las estrategias que me explicó, sostuvo que aquellas materias que requieran del uso de talleres y laboratorios se están impartiendo en las universidades con un esquema de agenda o cita para evitar las aglomeraciones y, después de la asistencia de los alumnos se desinfecta el área ocupada para que esté en condiciones de ser usada nuevamente.

En otras palabras, creo que el mandatario no atinó a construir como era debido el comentario. No se trataba de cuestionar “si se cobra por arriesgarse”, ni siquiera a “si se cobra por trabajar desde casa”, el objetivo era encomiar sin condiciones a los alumnos – sí, a los alumnos – a empezar a acudir a las aulas pues con ellos en el interior del salón, los maestros también deberán presentarse cotidianamente, empero, para ello, los estudiantes deberán ser vacunados sin cortapisas, restricciones o medias tintas.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo: licajimenezmcc@hotmail.com

El problema no fue lo que dijo, sino cómo lo dijo, me recalcó un querido amigo catedrático de una universidad pública de la localidad. Lo anterior cuando le cuestioné su opinión acerca del comentario vertido por el presidente López en torno al regreso a clases del nivel superior en México; por lo dicho por el mandatario, se presume que este fenómeno – el de la impartición de cátedra desde el hogar – es una constante a lo largo y ancho del territorio nacional.

“Es muy cómodo estar cobrando sin arriesgarse”, dijo el hombre originario de Macuspana cuando tocó el tema del regreso a las aulas. Esta mera frase resultó en varios reproches de quienes estaban observando la charla matutina a través de las redes sociales y, por lo que escribían, se puede entender que eran docentes de nivel licenciatura o tenían alguna relación cercana con uno de estos funcionarios.

“O sea que, independientemente del trabajo realizado, para que este fuera digno de salario, tendría que estar condicionado a un nivel de riesgo”, le contestaron en una cuenta. Otra más adelante le recriminó que los maestros sí estaban trabajando desde casa y este ejercicio les representaba un esfuerzo mayor al de desplazarse hasta las aulas e impartir cátedra en ese entorno ya que allí, se contaban con los recursos necesarios para construir adecuadamente el proceso “enseñanza – aprendizaje” y, caso contrario, en el domicilio particular el académico debe dividirse en padre, esposo, maestro y más.

Alguien más sostuvo que “el sueldo está en función de la labor realizada que ejerce un individuo contratado por la empresa que se llama escuela, si el individuo cumple con su función y demuestra mediante evidencias que se ha cumplido con la encomienda no hay razón para cuestionar si el dinero obtenido es digno por el hecho de no haberse arriesgado”.

Otra persona señaló que “lo que pagan no rinde para saldar el recibo de luz que se ha incrementado por el uso de la computadora y, por cierto, el gobierno nunca les dio a los maestros las herramientas necesarias para continuar con la labor y esas necesidades fueron solventadas por el mismo claustro de profesores”.

La última sentencia que le compartiré, debido a que se me hizo fuera de lugar y, detonó en otras frases similares que dejaban la cordura de lado y mostraban una perspectiva humana que debe estar alejada de la figura de un profesor frente a grupo era una que decía: “Debía usted ver las risotadas que ocasiona entre los maestros de Oaxaca, Guerrero y Chiapas cuando asegura que ya se debe volver a las aulas”.

Para nadie es un secreto la situación que prevalece en cuanto a educación se refiere, en las entidades en las que opera la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación quienes, desde hace varios años la tienen – literalmente – secuestrada, poniendo en un severo entredicho a los niños y jóvenes que no encuentran eco a sus reclamos relativos a la formación académica de calidad.

Así pudiera enlistar cada uno de los planteamientos que los profesores escribían ante lo dicho por el hombre originario de Macuspana en su tribuna particular matutina. Quizá, parcialmente, la razón le asista al tabasqueño, aunque las condiciones, tal vez, no están dadas del todo para que el profesorado universitario pueda retornar al ritmo y contextos normales de su función en las universidades e institutos tecnológicos de nuestra nación.

El argumento más importante planteado hasta este momento es que, en la transición de la vida de bachiller a la universitaria, el alumno aún no es mayor de edad y, por tanto, no ha sido vacunado con alguno de los biológicos que le permitan evitar contagiarse y contagiar a las personas con las que tenga contacto y, como complemento a esta premisa, se esgrime que los maestros mexicanos fueron inyectados con la vacuna “Cansino” cuyo nivel de efectividad fue puesto en entredicho en más de una ocasión por ser de una sola dosis. Asimismo, cuando la farmacéutica declaró que sí era necesario el refuerzo, el gobierno federal señaló que no sería “víctima de la comercialización por parte de las empresas productoras del reactivo”, dejando a los maestros en una incertidumbre sobre su salud.

De igual manera, mi amigo me insistió – y después lo pude corroborar – que las universidades sí se encuentran laborando con las condiciones sanitarias necesarias para evitar la propagación del coronavirus, sin embargo, se prevé un regreso escalonado de la población estudiantil y, por tanto, de los maestros. Entre las estrategias que me explicó, sostuvo que aquellas materias que requieran del uso de talleres y laboratorios se están impartiendo en las universidades con un esquema de agenda o cita para evitar las aglomeraciones y, después de la asistencia de los alumnos se desinfecta el área ocupada para que esté en condiciones de ser usada nuevamente.

En otras palabras, creo que el mandatario no atinó a construir como era debido el comentario. No se trataba de cuestionar “si se cobra por arriesgarse”, ni siquiera a “si se cobra por trabajar desde casa”, el objetivo era encomiar sin condiciones a los alumnos – sí, a los alumnos – a empezar a acudir a las aulas pues con ellos en el interior del salón, los maestros también deberán presentarse cotidianamente, empero, para ello, los estudiantes deberán ser vacunados sin cortapisas, restricciones o medias tintas.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo: licajimenezmcc@hotmail.com