/ sábado 30 de noviembre de 2019

Conducir a los ciudadanos a las urnas. ¿Dónde?

Hay quienes opinan que los partidos políticos son los principales responsables de cumplir con su obligación de conducir a los ciudadanos a las urnas electorales, y que si fallan en esto, es como una renuncia a tener a su cargo la educación y organización política del pueblo (pues como estructuras de captación pública están obligados a motivar el voto y a la conducción de este hacia las casillas).

Por otro lado, se señala que el Estado tiene la responsabilidad de cooperar para disminuir los niveles de abstencionismo. Pero se argumenta, muchas veces, que los funcionarios que integran el aparato de gobierno, con su conducta de permitir violaciones e irregularidades –conocidas por todos—, ya sea en asuntos que tocan el tema electoral o en labores inherentes a sus puestos, crean desaliento en la ciudadanía y su consecuente retiro de las urnas.

A nuestro juicio, habrá abstencionismo mientras el ciudadano diga que no acudirá a sufragar porque tiene la percepción de que tanto los partidos como las autoridades, incluido el Instituto Nacional Electoral (INE), se burlan de su voluntad, al no tener respeto por la equidad en los procesos electorales.

Si el INE, organismo civil encargado de normar y calificar los procesos electorales, no demuestra querer corregir sus fallos inscritos dentro de los acontecimientos históricos de nuestra nación, registrados ya, si no es capaz de mantener la percepción de que tiene la capacidad para que las jornadas electorales se efectúen sin la sombra de presiones y obstáculos que generan ansiedades y rumores, que asustan y retraen el desarrollo del país, el retroceso político sería la consecuencia, asunto contrario a lo que se dice y anhela por tener y llevar a cabo procesos electorales limpios, equitativos y sin sobresaltos.

Los partidos políticos tienen la responsabilidad de prender el entusiasmo, como era de esperarse, principalmente, Morena, que por razones lógicas es el instituto en el que se tienen cifradas grandes esperanzas por parte de extensos sectores de la población, de otra forma, podría anticiparse una crisis de cinismo político de consecuencias insospechadas.

Hay quienes opinan que los partidos políticos son los principales responsables de cumplir con su obligación de conducir a los ciudadanos a las urnas electorales, y que si fallan en esto, es como una renuncia a tener a su cargo la educación y organización política del pueblo (pues como estructuras de captación pública están obligados a motivar el voto y a la conducción de este hacia las casillas).

Por otro lado, se señala que el Estado tiene la responsabilidad de cooperar para disminuir los niveles de abstencionismo. Pero se argumenta, muchas veces, que los funcionarios que integran el aparato de gobierno, con su conducta de permitir violaciones e irregularidades –conocidas por todos—, ya sea en asuntos que tocan el tema electoral o en labores inherentes a sus puestos, crean desaliento en la ciudadanía y su consecuente retiro de las urnas.

A nuestro juicio, habrá abstencionismo mientras el ciudadano diga que no acudirá a sufragar porque tiene la percepción de que tanto los partidos como las autoridades, incluido el Instituto Nacional Electoral (INE), se burlan de su voluntad, al no tener respeto por la equidad en los procesos electorales.

Si el INE, organismo civil encargado de normar y calificar los procesos electorales, no demuestra querer corregir sus fallos inscritos dentro de los acontecimientos históricos de nuestra nación, registrados ya, si no es capaz de mantener la percepción de que tiene la capacidad para que las jornadas electorales se efectúen sin la sombra de presiones y obstáculos que generan ansiedades y rumores, que asustan y retraen el desarrollo del país, el retroceso político sería la consecuencia, asunto contrario a lo que se dice y anhela por tener y llevar a cabo procesos electorales limpios, equitativos y sin sobresaltos.

Los partidos políticos tienen la responsabilidad de prender el entusiasmo, como era de esperarse, principalmente, Morena, que por razones lógicas es el instituto en el que se tienen cifradas grandes esperanzas por parte de extensos sectores de la población, de otra forma, podría anticiparse una crisis de cinismo político de consecuencias insospechadas.