/ miércoles 20 de enero de 2021

Cuentos y más | Loros y monos

Un grupo de loros volaba por la selva, la recorrían con la esperanza de encontrar comida, llevaban horas volando sin descanso cuando a poca distancia divisaron un enorme naranjo en una zona de la selva con poca vegetación, entonces fueron hacia el gran árbol frutal dispuestos a satisfacer su hambre y a darse un buen festín, llevaban muchas horas sin comer nada, ya estaban a punto de poner sus patas en el árbol cuando de pronto apareció un grupo de monos, los loros retrocedieron al ver al líder de los monos diciendo:

¡Alto! ¡Este árbol nos pertenece, vayan a buscar otro y no regresen jamás!

Al oír esto los loros se fueron muy disgustados, la selva era de todos y no era justo que ellos no pudieran estar en el árbol que ellos quisieran, por lo que tardaron todavía más tiempo en localizar otro árbol frutal.

Después de un buen rato encontraron otro naranjo al lado del río, este era aún más grande y totalmente cargado de frutos, habían estado viajando durante días y días hasta que finalmente habían encontrado un árbol para poder satisfacer su hambre y un río para satisfacer su sed, se dispusieron a hacer de ese árbol su residencia permanente, las ardillas vivían ahí y consumían las naranjas al igual que los loros, las dos especies convivían alegremente, una gran ceiba se encontraba al lado del naranjo.

Ya habían pasado muchos meses y los loros vivían felizmente en su fértil árbol, había comida en abundancia, pero era una historia completamente diferente con los monos, si de por sí cuando llegaron los loros el naranjo estaba en una zona de la selva un poco árida, ahora el naranjo ya estaba comenzando a secarse, los monos estaban preocupados por su situación, se disponían a migrar a la zona fértil de la selva, a la zona en la que se divisa el río, en busca de refugio y comida.

Tardaron medio día en trasladarse hacia la zona, y grande fue su sorpresa al ver a los loros en tan grande árbol, al principio se resistieron a pedirles ayuda, entonces buscaron y buscaron algún árbol que produjera frutos, pero no había nada, los monos se percataron de que el naranjo en el que estaban los loros era el único y más grande árbol frutal que había cerca, los monos ya no aguantaban más el hambre, se aproximaron hacia el gran naranjo y el líder del grupo se acercó a los loros, les pidió una disculpa y les dijo:

-¡Perdónennos por negarles el alimento cuando ustedes más lo necesitaban! Ahora como pueden ver necesitamos comida, no tenemos más fuerzas para seguir con este viaje, ya buscamos y no encontramos ningún otro árbol en dónde quedarnos, por favor, ayúdennos.

Los loros se pusieron a dialogar y finalmente acordaron que sí, que no debían ser y actuar como los monos, que no había que negarles poder comer de su árbol, que ellos como casi todos en la selva siempre habían sido solidarios, que este mundo da vueltas y todos necesitamos de todos.

Y aquí se acaba este cuento, todos vivieron felices, en paz y sin ningún tormento.

Un grupo de loros volaba por la selva, la recorrían con la esperanza de encontrar comida, llevaban horas volando sin descanso cuando a poca distancia divisaron un enorme naranjo en una zona de la selva con poca vegetación, entonces fueron hacia el gran árbol frutal dispuestos a satisfacer su hambre y a darse un buen festín, llevaban muchas horas sin comer nada, ya estaban a punto de poner sus patas en el árbol cuando de pronto apareció un grupo de monos, los loros retrocedieron al ver al líder de los monos diciendo:

¡Alto! ¡Este árbol nos pertenece, vayan a buscar otro y no regresen jamás!

Al oír esto los loros se fueron muy disgustados, la selva era de todos y no era justo que ellos no pudieran estar en el árbol que ellos quisieran, por lo que tardaron todavía más tiempo en localizar otro árbol frutal.

Después de un buen rato encontraron otro naranjo al lado del río, este era aún más grande y totalmente cargado de frutos, habían estado viajando durante días y días hasta que finalmente habían encontrado un árbol para poder satisfacer su hambre y un río para satisfacer su sed, se dispusieron a hacer de ese árbol su residencia permanente, las ardillas vivían ahí y consumían las naranjas al igual que los loros, las dos especies convivían alegremente, una gran ceiba se encontraba al lado del naranjo.

Ya habían pasado muchos meses y los loros vivían felizmente en su fértil árbol, había comida en abundancia, pero era una historia completamente diferente con los monos, si de por sí cuando llegaron los loros el naranjo estaba en una zona de la selva un poco árida, ahora el naranjo ya estaba comenzando a secarse, los monos estaban preocupados por su situación, se disponían a migrar a la zona fértil de la selva, a la zona en la que se divisa el río, en busca de refugio y comida.

Tardaron medio día en trasladarse hacia la zona, y grande fue su sorpresa al ver a los loros en tan grande árbol, al principio se resistieron a pedirles ayuda, entonces buscaron y buscaron algún árbol que produjera frutos, pero no había nada, los monos se percataron de que el naranjo en el que estaban los loros era el único y más grande árbol frutal que había cerca, los monos ya no aguantaban más el hambre, se aproximaron hacia el gran naranjo y el líder del grupo se acercó a los loros, les pidió una disculpa y les dijo:

-¡Perdónennos por negarles el alimento cuando ustedes más lo necesitaban! Ahora como pueden ver necesitamos comida, no tenemos más fuerzas para seguir con este viaje, ya buscamos y no encontramos ningún otro árbol en dónde quedarnos, por favor, ayúdennos.

Los loros se pusieron a dialogar y finalmente acordaron que sí, que no debían ser y actuar como los monos, que no había que negarles poder comer de su árbol, que ellos como casi todos en la selva siempre habían sido solidarios, que este mundo da vueltas y todos necesitamos de todos.

Y aquí se acaba este cuento, todos vivieron felices, en paz y sin ningún tormento.

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