/ martes 5 de febrero de 2019

Cuestión de números

Cuestión de números

Lector, a mí me resulta estremecedor...

Saber que en el universo donde viajamos a una velocidad de cientos de miles de kilómetros por los confines del cosmos, todo se reduce a una aparentemente simple formula matemática.

Por ejemplo, sin el cálculo diferencial e infinitesimal, Albert Einstein jamas habría descubierto la energía nuclear y con ello, la bomba atómica, considerado uno de los dos acontecimientos más importantes de la historia moderna (el otro es el uso de la imprenta de Juan Gutenberg).

Sin las matemáticas, nunca se habría perfeccionado la teoría de la relatividad o desarrollado la física nuclear al nivel en que hoy se halla.

Sin las matemáticas, Isaac Newton difícilmente hubiera descubierto las leyes de la fuerza gravitacional, dicho de otro modo, “el por qué una manzana cayó sobre su cabeza en lugar de volar hacia el cielo”.

Sin las matemáticas, al científico Stephen Hawking se le habría dificultado en grado sumo realizar su hipótesis o teoría de los hoyos negros en el espacio exterior.

Sin las matemáticas, sería complicado determinar en este instante lo que cada mexicana y mexicano aporta en el curso de su vida al denominado rescate financiero Fobaproa, después de haber blanqueado impunemente al Ipab en la Cámara de Diputados.

Sin el concurso de las matemáticas, estaría en el más ridículo de los misterios hasta qué grado es difícil ser presidente de México ( hablando de probabilidades), una en 600 millones, se dice.

Sin las matemáticas sería embrollado el explicar que la probabilidad de que se produzca un terremoto el mismo día y con 32 años de diferencia, como ocurrió en la Ciudad de México el 19 de septiembre es de 5%. Y lo seguirá siendo.

Sin las matemáticas, no sabríamos que las probabilidades del impacto de un meteorito de 500 metros de diámetro contra la superficie terrestre es menos de una en un millón, para desconsuelo de las mentes catastrofistas.

Cuestión de números

Lector, a mí me resulta estremecedor...

Saber que en el universo donde viajamos a una velocidad de cientos de miles de kilómetros por los confines del cosmos, todo se reduce a una aparentemente simple formula matemática.

Por ejemplo, sin el cálculo diferencial e infinitesimal, Albert Einstein jamas habría descubierto la energía nuclear y con ello, la bomba atómica, considerado uno de los dos acontecimientos más importantes de la historia moderna (el otro es el uso de la imprenta de Juan Gutenberg).

Sin las matemáticas, nunca se habría perfeccionado la teoría de la relatividad o desarrollado la física nuclear al nivel en que hoy se halla.

Sin las matemáticas, Isaac Newton difícilmente hubiera descubierto las leyes de la fuerza gravitacional, dicho de otro modo, “el por qué una manzana cayó sobre su cabeza en lugar de volar hacia el cielo”.

Sin las matemáticas, al científico Stephen Hawking se le habría dificultado en grado sumo realizar su hipótesis o teoría de los hoyos negros en el espacio exterior.

Sin las matemáticas, sería complicado determinar en este instante lo que cada mexicana y mexicano aporta en el curso de su vida al denominado rescate financiero Fobaproa, después de haber blanqueado impunemente al Ipab en la Cámara de Diputados.

Sin el concurso de las matemáticas, estaría en el más ridículo de los misterios hasta qué grado es difícil ser presidente de México ( hablando de probabilidades), una en 600 millones, se dice.

Sin las matemáticas sería embrollado el explicar que la probabilidad de que se produzca un terremoto el mismo día y con 32 años de diferencia, como ocurrió en la Ciudad de México el 19 de septiembre es de 5%. Y lo seguirá siendo.

Sin las matemáticas, no sabríamos que las probabilidades del impacto de un meteorito de 500 metros de diámetro contra la superficie terrestre es menos de una en un millón, para desconsuelo de las mentes catastrofistas.