/ lunes 13 de mayo de 2019

Cumplir la ley

Es todavía temprano para mostrar todas las cartas del juego que AMLO seguramente tiene para sanear el ambiente de corrupción que, como todo indica, predomina. No por nada dicen, y dicen bien, que la política es la ciencia de valores y decisiones. Así que el juego apenas comienza, y falta buen trecho para lograr el anhelo de poner en alto la grandeza de nuestra patria

El decir de qué manera se combatirá todo aquello que malamente se ha hecho para jugar con los destinos de Mexico es riesgoso en un país que está en crisis permanente. La ventaja es que hoy despacha en Palacio Nacional un presidente popular, cuyo número de votos acumulado es el mayor registrado en la historia de México.

La popularidad del Presidente a que me refiero no es la que hace ruido para atraer la atención ni las demostraciones prefabricadas de las masas, y otras formas que ya no convencen, pero sí la que puede y debe ser incrementada con un régimen que se distinga por la suma de voluntades, los principios humanistas, el cultivo de la honradez y el entusiasmo creador.

Coincido en que la historia no se detiene, y el Presidente de Mexico tiene que salir a enfrentar su destino, porque el tiempo, severo ajustador de cuentas, coloca a cada quien en el sitio que le corresponde. Lo que nuestro país requiere por encima de dichos y acciones espectaculares, es autenticidad. No es que falten las voces que denuncien la “perversidad” intrínseca de la política, la cosa es que ahora hay pueblo que exige el cumplimiento de la ley.

NOTA DE DÍA El miedo se ha convertido en la bestia negra del planeta. Ronda por los cuatro puntos cardinales. Las tácticas y métodos para crear temor llegan a la altura de arte. Y la tecnología a todos pone en el papel de víctimas y victimarios. Se trata de un destino irremisible, al parecer. El miedo se utiliza para que tomemos la medicina y adquiramos productos que no necesitamos; para que otorguemos el voto y apoyemos causas políticas y sociales; para iniciar guerras y alianzas multinacionales; para desatar guerras comerciales y religiosas. Esta forma de manipulación se extiende a creencias, habitos, modos de ser y pensar, color de piel, clase social, nacionalidad. Es sutil y se esconde bajo diversas formas. Por ejemplo, en tiempo de elecciones políticas los protagonistas aprovechan para lanzar veladas o claras advertencias. ¿Ya pensó qué sucedera si le da su voto al otro partido? ¡Imagine! ¿Quiere que las cosas sigan igual de bien, mejoren o se vaya para atrás? ¡Piénselo! En la renegociacion del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), que nos resulta adversa a los mexicanos, los políticos de uno y otro lado del río Bravo nuevamente inocularon a la población con dosis “terapéuticas” de miedo. Lo mínimo que se dijo es que sin este acuerdo comercial se perderían miles de empleos. Y por arte de magia a los pocos días flotó en el ambiente el convencimiento de que si no se firmaba la referida enmienda, la economía de México se iría por el resumidero. Solo unos pocos ganaron políticamente y comercialmente con esta táctica, quienes fueron más hábiles a la hora de asustar a sus conciudadanos.


Es todavía temprano para mostrar todas las cartas del juego que AMLO seguramente tiene para sanear el ambiente de corrupción que, como todo indica, predomina. No por nada dicen, y dicen bien, que la política es la ciencia de valores y decisiones. Así que el juego apenas comienza, y falta buen trecho para lograr el anhelo de poner en alto la grandeza de nuestra patria

El decir de qué manera se combatirá todo aquello que malamente se ha hecho para jugar con los destinos de Mexico es riesgoso en un país que está en crisis permanente. La ventaja es que hoy despacha en Palacio Nacional un presidente popular, cuyo número de votos acumulado es el mayor registrado en la historia de México.

La popularidad del Presidente a que me refiero no es la que hace ruido para atraer la atención ni las demostraciones prefabricadas de las masas, y otras formas que ya no convencen, pero sí la que puede y debe ser incrementada con un régimen que se distinga por la suma de voluntades, los principios humanistas, el cultivo de la honradez y el entusiasmo creador.

Coincido en que la historia no se detiene, y el Presidente de Mexico tiene que salir a enfrentar su destino, porque el tiempo, severo ajustador de cuentas, coloca a cada quien en el sitio que le corresponde. Lo que nuestro país requiere por encima de dichos y acciones espectaculares, es autenticidad. No es que falten las voces que denuncien la “perversidad” intrínseca de la política, la cosa es que ahora hay pueblo que exige el cumplimiento de la ley.

NOTA DE DÍA El miedo se ha convertido en la bestia negra del planeta. Ronda por los cuatro puntos cardinales. Las tácticas y métodos para crear temor llegan a la altura de arte. Y la tecnología a todos pone en el papel de víctimas y victimarios. Se trata de un destino irremisible, al parecer. El miedo se utiliza para que tomemos la medicina y adquiramos productos que no necesitamos; para que otorguemos el voto y apoyemos causas políticas y sociales; para iniciar guerras y alianzas multinacionales; para desatar guerras comerciales y religiosas. Esta forma de manipulación se extiende a creencias, habitos, modos de ser y pensar, color de piel, clase social, nacionalidad. Es sutil y se esconde bajo diversas formas. Por ejemplo, en tiempo de elecciones políticas los protagonistas aprovechan para lanzar veladas o claras advertencias. ¿Ya pensó qué sucedera si le da su voto al otro partido? ¡Imagine! ¿Quiere que las cosas sigan igual de bien, mejoren o se vaya para atrás? ¡Piénselo! En la renegociacion del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), que nos resulta adversa a los mexicanos, los políticos de uno y otro lado del río Bravo nuevamente inocularon a la población con dosis “terapéuticas” de miedo. Lo mínimo que se dijo es que sin este acuerdo comercial se perderían miles de empleos. Y por arte de magia a los pocos días flotó en el ambiente el convencimiento de que si no se firmaba la referida enmienda, la economía de México se iría por el resumidero. Solo unos pocos ganaron políticamente y comercialmente con esta táctica, quienes fueron más hábiles a la hora de asustar a sus conciudadanos.