/ jueves 8 de agosto de 2019

De altos espíritus es aspirar a las cosas altas


Previo al juego, los mexicanos debían ubicarse. Si creían poder ganar tenían razón, si creían perder, también

Disputar la semifinal de futbol sub-20 en los Juegos Panamericanos nos brinda la oportunidad de asegurar una de las medallas en disputa, esto ya implica un compromiso superior al de los otros juegos, lo que pondrá de manifiesto a los dos estados de ánimo del jugador, confianza o desconfianza. Todo se determina mediante una transacción entre el optimismo de nuestros sueños y la esperanza de la realidad. Bien pueden creer que no tienen estatura para realizar cosas grandes, o bien pueden creer que el éxito les pertenece y, en cualquiera de esas dos conclusiones, tendrán razón. ¿Cuál escogerán?

El desánimo es un desaliento, una falta de ánimo. Pero como el ánimo tiene que ver con el alma, con el valor, el esfuerzo, la voluntad, la intención y el pensamiento, el desánimo aun cuando es una emoción pasajera, mientras nos dura, nos paraliza y nos hace sufrir. Mauricio Materlinck, el gran filósofo belga escribió: “Cada vez que perdemos ánimo, perdemos muchos días de nuestras vidas”... La Biblia lo dijo bien claro: “El ánimo alegre mantiene la edad florida, la tristeza del espíritu deseca los huesos” y el rey Salomón dijo: “La mejor medicina es un ánimo gozoso”.

Y para conocer la respuesta, Lozano mandó a: José Hernández, Gobea que regresó de un castigo después de haber sido expulsado en un juego anterior, Brayton Vázquez, Johan Vázquez, Aldo Cruz que salió muy pronto víctima de un grave pisotón, siendo sustituido por Kevin Valdez (que sufrió en serio la habilidad del hondureño Pinto), Esquivel, Venegas, Marcel Ruiz (el que más corrió), Pablo López, Paolo Iryzar (muy por abajo de los juegos anteriores) y Godínez.

Honduras salió a ejercer presión desde el principio como para medir el temple de los mexicanos. Esta fue la primera prueba para responder a los estados de ánimo a que me referí al principio. La presión era fuerte y, los mexicanos se vieron sorprendidos al principio, pero, reaccionaron de la manera correcta, a la presión respondieron con presión y poco a poco fueron imponiendo su ley, hasta que en el minuito 40 de juego, Venegas recibe un balón cuatro metros atras del medio campo y sorprende al portero catracho fuera de su portería, lanzando un larguísimo patadón que lo techa poniendo a México adelante en el marcador. Transcurren los cuatro minutos restantes y termina el primer tiempo.

El uno a cero no acaba de definir la determinación del equipo mexicano pues los hondureños, bien o mal, todos corren, todos se muestran, mientras que Iryzar de México, balón que recibía, balón que perdía, igual ocurrió con Álvarez que jamás encontró a Pinto y, Pablo López que con el Pachuca siempre cumple, ahora erró cualquier cantidad de pases. El tiempo corría y era más probable el gol del empate que el segundo de México. Y así fue, en un ataque frontal, un hondureño decidido, lanza un zurdazo desde fuera del área que sorprende a Hernández para lograr el empate.

En el colmo del desaliento mexicano, cuando Honduras se queda con diez jugadores es cuando más exhibimos nuestra falta de carácter, pues jamás pareció que tuviéramos ventaja alguna, teniendo que soportar lo mismo que los catrachos, cuando primero nos quedamos con diez y después con nueve. Así todo se decidiría en tandas de penales, algo que jamás hemos aprendido a cobrar, porque eso es lo que significa un penal, que es el único castigo que marca el reglamento. Finalmente, el deporte con más apoyo, vuelve a ser el que menos reditúa.

El ánimo como el desánimo dependen de variados y complejos factores: el estado de nuestra química cerebral en un momento dado, las presiones externas, nuestros pensamientos negativos, las preocupaciones o la falta de ellas; o bien la combinación de algunos de esos factores. Además nuestro temperamento y educación de la infancia tienen su importancia en un momento determinado. En los personajes de Dostoyevski, vemos de manera asombrosa cómo de un momento a otro, un personaje pasa de un exaltado estado de ánimo a un desánimo total y al contrario también. Pero si nos fijamos bien a nosotros nos pasa exactamente lo mismo: podemos estar muy desanimados y sin ningún motivo aparente y de pronto, nuestro ánimo se eleva. Un recuerdo, una esperanza, una llamada inoportuna, una conversación puede cambiar totalmente nuestro ánimo para bien o para mal.

Muchas veces, buscando motivar a mis alumnos, les conté el pasaje aquel de Luzbel, el ángel consentido del señor, que fuera castigado severamente por su soberbia, pero en favor a la estima que el Señor le tenía, al castigarlo privándolo de todos sus poderes, le concedió conservar uno solo de ellos permitiéndole escogerlo... Luzbel entonces, eligió el desaliento y con ese le ha bastado para dominar a los hombres... En un pequeño escrito en verso que debe de andar por ahí, escribí al final: “Y después, el desaliento, del demonio arma mortal, que aniquila el movimiento y engendra fatalidad”. Este día, la endeblez de los jugadores mexicanos, fue consecuencia del desaliento que los congeló.

Hasta pronto amigo.


Previo al juego, los mexicanos debían ubicarse. Si creían poder ganar tenían razón, si creían perder, también

Disputar la semifinal de futbol sub-20 en los Juegos Panamericanos nos brinda la oportunidad de asegurar una de las medallas en disputa, esto ya implica un compromiso superior al de los otros juegos, lo que pondrá de manifiesto a los dos estados de ánimo del jugador, confianza o desconfianza. Todo se determina mediante una transacción entre el optimismo de nuestros sueños y la esperanza de la realidad. Bien pueden creer que no tienen estatura para realizar cosas grandes, o bien pueden creer que el éxito les pertenece y, en cualquiera de esas dos conclusiones, tendrán razón. ¿Cuál escogerán?

El desánimo es un desaliento, una falta de ánimo. Pero como el ánimo tiene que ver con el alma, con el valor, el esfuerzo, la voluntad, la intención y el pensamiento, el desánimo aun cuando es una emoción pasajera, mientras nos dura, nos paraliza y nos hace sufrir. Mauricio Materlinck, el gran filósofo belga escribió: “Cada vez que perdemos ánimo, perdemos muchos días de nuestras vidas”... La Biblia lo dijo bien claro: “El ánimo alegre mantiene la edad florida, la tristeza del espíritu deseca los huesos” y el rey Salomón dijo: “La mejor medicina es un ánimo gozoso”.

Y para conocer la respuesta, Lozano mandó a: José Hernández, Gobea que regresó de un castigo después de haber sido expulsado en un juego anterior, Brayton Vázquez, Johan Vázquez, Aldo Cruz que salió muy pronto víctima de un grave pisotón, siendo sustituido por Kevin Valdez (que sufrió en serio la habilidad del hondureño Pinto), Esquivel, Venegas, Marcel Ruiz (el que más corrió), Pablo López, Paolo Iryzar (muy por abajo de los juegos anteriores) y Godínez.

Honduras salió a ejercer presión desde el principio como para medir el temple de los mexicanos. Esta fue la primera prueba para responder a los estados de ánimo a que me referí al principio. La presión era fuerte y, los mexicanos se vieron sorprendidos al principio, pero, reaccionaron de la manera correcta, a la presión respondieron con presión y poco a poco fueron imponiendo su ley, hasta que en el minuito 40 de juego, Venegas recibe un balón cuatro metros atras del medio campo y sorprende al portero catracho fuera de su portería, lanzando un larguísimo patadón que lo techa poniendo a México adelante en el marcador. Transcurren los cuatro minutos restantes y termina el primer tiempo.

El uno a cero no acaba de definir la determinación del equipo mexicano pues los hondureños, bien o mal, todos corren, todos se muestran, mientras que Iryzar de México, balón que recibía, balón que perdía, igual ocurrió con Álvarez que jamás encontró a Pinto y, Pablo López que con el Pachuca siempre cumple, ahora erró cualquier cantidad de pases. El tiempo corría y era más probable el gol del empate que el segundo de México. Y así fue, en un ataque frontal, un hondureño decidido, lanza un zurdazo desde fuera del área que sorprende a Hernández para lograr el empate.

En el colmo del desaliento mexicano, cuando Honduras se queda con diez jugadores es cuando más exhibimos nuestra falta de carácter, pues jamás pareció que tuviéramos ventaja alguna, teniendo que soportar lo mismo que los catrachos, cuando primero nos quedamos con diez y después con nueve. Así todo se decidiría en tandas de penales, algo que jamás hemos aprendido a cobrar, porque eso es lo que significa un penal, que es el único castigo que marca el reglamento. Finalmente, el deporte con más apoyo, vuelve a ser el que menos reditúa.

El ánimo como el desánimo dependen de variados y complejos factores: el estado de nuestra química cerebral en un momento dado, las presiones externas, nuestros pensamientos negativos, las preocupaciones o la falta de ellas; o bien la combinación de algunos de esos factores. Además nuestro temperamento y educación de la infancia tienen su importancia en un momento determinado. En los personajes de Dostoyevski, vemos de manera asombrosa cómo de un momento a otro, un personaje pasa de un exaltado estado de ánimo a un desánimo total y al contrario también. Pero si nos fijamos bien a nosotros nos pasa exactamente lo mismo: podemos estar muy desanimados y sin ningún motivo aparente y de pronto, nuestro ánimo se eleva. Un recuerdo, una esperanza, una llamada inoportuna, una conversación puede cambiar totalmente nuestro ánimo para bien o para mal.

Muchas veces, buscando motivar a mis alumnos, les conté el pasaje aquel de Luzbel, el ángel consentido del señor, que fuera castigado severamente por su soberbia, pero en favor a la estima que el Señor le tenía, al castigarlo privándolo de todos sus poderes, le concedió conservar uno solo de ellos permitiéndole escogerlo... Luzbel entonces, eligió el desaliento y con ese le ha bastado para dominar a los hombres... En un pequeño escrito en verso que debe de andar por ahí, escribí al final: “Y después, el desaliento, del demonio arma mortal, que aniquila el movimiento y engendra fatalidad”. Este día, la endeblez de los jugadores mexicanos, fue consecuencia del desaliento que los congeló.

Hasta pronto amigo.