/ viernes 23 de abril de 2021

¡De bien para arriba! | Cambio climático

El calentamiento global era una preocupación solamente de un reducido grupo de investigadores apenas hace 50 años; sin embargo, hoy en día, con todas las evidencias disponibles, se convierte en un argumento equivalente a temas como la pobreza y la desigualdad, acaparando la atención en amplios espacios de discusión y decisión a todos los niveles.

A esto se suman diversos problemas de salud, como lesiones y enfermedades ocasionadas por condiciones meteorológicas extremas, inundaciones y sobreexposición al calor, aumentos de casos de alergias y problemas respiratorios, así como las transmitidas por insectos o a través del agua, del mismo modo, las amenazas a la seguridad y disponibilidad de fuentes de agua y de alimento.

Recordemos que el origen del cambio climático se encuentra en la emisión masiva a la atmósfera de los llamados gases de efecto invernadero, (quema de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas); el efecto que estos gases crean e implican sustancias transparentes a la radiación solar incidente, atrapan la radiación infrarroja reflejada, devolviéndola hacia la superficie. Sin embargo, también se debe considerar que durante miles de años el efecto invernadero ha provocado las condiciones necesarias para el origen y el mantenimiento de diversas formas de vida, en su ausencia la tierra sería un planeta estéril, cuya temperatura promedio alcanzaría los -18 °C, según expertos.

Las organizaciones como el Grupo Banco Mundial (GBM), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) tienen una función clara que desempeñar en el apoyo a sus países socios y clientes en prepararlos para enfrentar los cambios que se avecinan, permitiéndoles construir economías climáticamente inteligentes y evitar que se queden al margen de las oportunidades económicas, sociales y sanitarias a medida que se pone en marcha la transformación global hacia un mundo con bajas emisiones de carbono; por supuesto, que es fundamental el papel de las universidades en la prevención y mitigación del cambio climático, las políticas de los países en desarrollo, las soluciones a corto plazo de manera global, el papel de los educadores como agente de cambios en el comportamiento de los individuos, el papel de la economía en orientar a la sociedad a consumir menos, no desperdiciar y sobre todo, en las acciones que realizan en conjunto para recuperarse después del avance del problema diseñando estrategias de adaptación, de prevención y de mitigación.

Aunque los flujos de financiamiento para adaptación han aumentado en 35% en los últimos años, aún no son suficientes para lo que se necesita, particularmente en los países en desarrollo. Aún falta mucho por aprender acerca de cómo destrabar y habilitar el capital privado para ayudar a financiar las prioridades nacionales y locales de adaptación, generando así la justificación económica para el proceso de adaptación, así como para apoyar a los gobiernos a crear entornos propicios que impulsen la inversión privada para fortalecer la resiliencia.

A manera de conclusión, se deben sumar esfuerzos y construir alianzas entre los sectores público, privado, académico y la sociedad civil en general; los resultados son de gran importancia para visualizar las oportunidades de desarrollo identificadas en la acción climática, ya que se pueden generar co-beneficios sociales, económicos y ambientales adicionales, diversos estudios de sociedades ambientalistas demuestran que la salud pública puede mejorarse significativamente al transitar hacia la energía limpia, reducir la deforestación y mejorar el tratamiento de aguas residuales, pues estas acciones son altamente efectivas en la mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático, evitando muertes prematuras y enfermedades graves, representando al mismo tiempo una reducción sustancial de costos para las personas, así como para los gobiernos federales. Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-generación 19.

El calentamiento global era una preocupación solamente de un reducido grupo de investigadores apenas hace 50 años; sin embargo, hoy en día, con todas las evidencias disponibles, se convierte en un argumento equivalente a temas como la pobreza y la desigualdad, acaparando la atención en amplios espacios de discusión y decisión a todos los niveles.

A esto se suman diversos problemas de salud, como lesiones y enfermedades ocasionadas por condiciones meteorológicas extremas, inundaciones y sobreexposición al calor, aumentos de casos de alergias y problemas respiratorios, así como las transmitidas por insectos o a través del agua, del mismo modo, las amenazas a la seguridad y disponibilidad de fuentes de agua y de alimento.

Recordemos que el origen del cambio climático se encuentra en la emisión masiva a la atmósfera de los llamados gases de efecto invernadero, (quema de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas); el efecto que estos gases crean e implican sustancias transparentes a la radiación solar incidente, atrapan la radiación infrarroja reflejada, devolviéndola hacia la superficie. Sin embargo, también se debe considerar que durante miles de años el efecto invernadero ha provocado las condiciones necesarias para el origen y el mantenimiento de diversas formas de vida, en su ausencia la tierra sería un planeta estéril, cuya temperatura promedio alcanzaría los -18 °C, según expertos.

Las organizaciones como el Grupo Banco Mundial (GBM), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) tienen una función clara que desempeñar en el apoyo a sus países socios y clientes en prepararlos para enfrentar los cambios que se avecinan, permitiéndoles construir economías climáticamente inteligentes y evitar que se queden al margen de las oportunidades económicas, sociales y sanitarias a medida que se pone en marcha la transformación global hacia un mundo con bajas emisiones de carbono; por supuesto, que es fundamental el papel de las universidades en la prevención y mitigación del cambio climático, las políticas de los países en desarrollo, las soluciones a corto plazo de manera global, el papel de los educadores como agente de cambios en el comportamiento de los individuos, el papel de la economía en orientar a la sociedad a consumir menos, no desperdiciar y sobre todo, en las acciones que realizan en conjunto para recuperarse después del avance del problema diseñando estrategias de adaptación, de prevención y de mitigación.

Aunque los flujos de financiamiento para adaptación han aumentado en 35% en los últimos años, aún no son suficientes para lo que se necesita, particularmente en los países en desarrollo. Aún falta mucho por aprender acerca de cómo destrabar y habilitar el capital privado para ayudar a financiar las prioridades nacionales y locales de adaptación, generando así la justificación económica para el proceso de adaptación, así como para apoyar a los gobiernos a crear entornos propicios que impulsen la inversión privada para fortalecer la resiliencia.

A manera de conclusión, se deben sumar esfuerzos y construir alianzas entre los sectores público, privado, académico y la sociedad civil en general; los resultados son de gran importancia para visualizar las oportunidades de desarrollo identificadas en la acción climática, ya que se pueden generar co-beneficios sociales, económicos y ambientales adicionales, diversos estudios de sociedades ambientalistas demuestran que la salud pública puede mejorarse significativamente al transitar hacia la energía limpia, reducir la deforestación y mejorar el tratamiento de aguas residuales, pues estas acciones son altamente efectivas en la mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático, evitando muertes prematuras y enfermedades graves, representando al mismo tiempo una reducción sustancial de costos para las personas, así como para los gobiernos federales. Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-generación 19.