Las tecnologías de información y comunicación (TIC) permiten nuevas formas de comunicación, esparcimiento y aprendizaje en los adolescentes, pero también propician fenómenos nocivos como el ciberacoso (ciberbullying) que es un comportamiento agresivo que ocurre en ambientes virtuales, y que usan las tecnologías como la principal herramienta para lastimar a otras personas, exponiendo a las víctimas ante una audiencia que con su silencio hace legítimas las agresiones.
De acuerdo al portal: www.unicef.org, ciberacoso es acoso o intimidación por medio de las tecnologías digitales, y puede ocurrir en las redes sociales, las plataformas de mensajería, las plataformas de juegos y los teléfonos móviles, es un comportamiento que se repite y que busca atemorizar, enfadar o humillar a otras personas.
Básicamente consiste en difundir mentiras o publicar fotografías o videos vergonzosos de alguien en las redes sociales, enviar mensajes, imágenes o videos hirientes, abusivos o amenazantes a través de plataformas de mensajería, hacerse pasar por otra persona y enviar mensajes agresivos en nombre de dicha personao a través de cuentas falsas, el acoso cara a cara y el ciberacoso ocurren frecuentemente, pero el ciberacoso deja una huella digital; es decir, un registro que puede servir de prueba para ayudar a detener el abuso.
En nuestro país, los números reflejan una situación alarmante que no debe ser ignorada, las mujeres y niñas son las víctimas más frecuentes de esta violencia en línea, esto según los datos que reveló el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), a través del Módulo sobre Ciberacoso (Mociba) 2023, un dato relevante señala que el 20.9% de la población usuaria de internet en México (equivalente a 18.4 millones de personas de 12 años y más) experimentó alguna forma de ciberacoso, este dato pone de manifiesto la magnitud del problema, afectando a uno de cada cinco internautas.
Según dicho reporte, el 22.0% de las mujeres usuarias de internet reportaron haber sido víctimas de ciberacoso, en comparación con el 19.6% de los hombres, esta diferencia revela una desigualdad de género que se extiende al ámbito digital, las entidades federativas con mayor prevalencia de ciberacoso son Durango (28.8%), Oaxaca (25.5%) y Puebla (25.0%), estas cifras reflejan que el problema varía significativamente según la región, requiriendo acciones específicas y adaptadas a cada contexto local, las entidades con menor prevalencia de ciberacoso son Guerrero (17.4%), Sinaloa (17.6%) y Ciudad de México (17.6%) y aunque estas cifras son más bajas, no deben minimizarse, ya que cada caso de ciberacoso representa una violación a la dignidad y derechos de la persona.
Estudios globales como los de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) develan que existe una diferencia significativa en la manera que la comunidad estudiantil participa en los sucesos de ciberacoso según su género, encontrando que los agresores masculinos tienen más conductas violentas que las mujeres al recurrir al ciberacoso, ya que se ha determinado internacionalmente que lo habitual es que los hombres exhiban mayores comportamientos agresivos de ciberbullying que las mujeres, quienes a su vez son generalmente más victimizadas que los hombres, lo que se ha confirmado en diversos estudios globales.
En el proceso del ciberacoso se identifican tres papeles importantes, el primero es el de acosador o bullie, el que ejerce daño; el segundo, el de la víctima que recibe el maltrato, y el tercero les corresponde a los testigos: los que observan cómo se da la agresión o la difunden, estos espectadores son un factor importante para que se lleve a cabo la expansión de dicho material de ofensa; sin ellos el ciberacoso no tendría un grave y extenso impacto.
Sin duda, la facilidad en el acceso a las redes sociales ha traído consigo condiciones no favorables que ponen en riesgo a los adolescentes; por ejemplo, se puede acceder a redes sociales e internet sin una debida supervisión, no se verifica la identidad de la persona al crear una cuenta, y se añaden amigos al perfil sin necesidad de tener una interacción cara a cara, existe una ausencia de monitorización de los menores por sus padres, una falta de información acerca de las condiciones de uso y privacidad de las diferentes redes sociales, y una potencial complicación al producirse una adicción a este tipo de aplicaciones.
En este escenario, solo el 73.4% de los usuarios de internet han tomado alguna medida de seguridad para proteger sus dispositivos y cuentas, para esto, la creación de contraseñas es la principal estrategia, utilizada por el 96.1% de los usuarios, sin embargo, la seguridad digital va más allá de las contraseñas y requiere una educación continua y actualizada, evidenciando la urgente necesidad de abordar las normas de género y la masculinidad tóxica como parte de la solución al ciberacoso.
Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!