/ viernes 4 de diciembre de 2020

¡De bien para arriba! | Seguridad alimentaria

A raíz de la pandemia propiciada por el Covid-19, las medidas sanitarias implementadas para evitar la propagación del virus tienen consecuencias directas sobre el funcionamiento de los sistemas alimentarios, por tal motivo, se requieren acciones complementarias para que la lucha contra la pandemia no complique la seguridad alimentaria de la población, la producción sustentable de alimentos sanos y nutritivos nunca había sido tan relevante para la sociedad como ahora que la malnutrición en todas sus formas (desnutrición, insuficiencia de micronutrientes, sobrepeso, obesidad y enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación) impacta directa y visiblemente al sistema de salud, la economía y otros sectores.

El término de seguridad alimentaria, de acuerdo a la Cumbre Mundial de la Alimentación celebrada en 1996 en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se define de la siguiente manera: "Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana", convirtiéndose en uno de los grandes retos que enfrenta el mundo en la actualidad, considerando la creciente demanda global y los efectos nocivos del cambio climático sobre la producción agropecuaria, lo que en consecuencia ha renovado el interés por las políticas públicas que fomentan la disponibilidad, el acceso y el uso de los alimentos.

De acuerdo al reporte denominado “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI) de la FAO”: América Latina se lleva el triste reconocimiento de tener la dieta saludable más cara en el mundo, con casi cuatro dólares al día por persona, el reporte SOFI nos trae otras malas noticias, ya que lastimosamente el hambre ha seguido creciendo en los últimos años (…) hay más de 2 mil millones de personas que sufren de inseguridad alimentaria moderada a severa y esta cifra llega a 44 millones de personas en México, que es el 35 por ciento de la población. Además, puede haber este 2020 hasta 132 millones de personas adicionales que van a sufrir de hambre por la pandemia. De tal suerte que la erradicación de la inseguridad alimentaria requiere un rediseño de una política y estrategias orientadas a ese objetivo, en un proceso participativo que considere la multidimensionalidad de la seguridad alimentaria, la institucionalidad que asegure la coordinación y coherencia de las políticas sectoriales y la propuesta de los recursos indispensables; los distintos factores –económicos, sociales, políticos y ambientales– de la seguridad alimentaria demanda una participación comprometida en el debate sobre las distintas opciones que se tienen para asegurar una disponibilidad suficiente, estable, inocua y sustentable de alimentos.

Si bien es cierto que para garantizar la seguridad alimentaria es necesario considerar variables como el nivel de ingreso y su distribución, la tasa de empleo, las capacidades y derechos de los individuos, también participan las variables de inflación doméstica en los alimentos, escolaridad, tasa de ocupación en el sector informal, crecimiento del producto interno bruto y el crecimiento de la producción per cápita en el sector primario, lo que incluye aquellos factores que pudieran tener mayor incidencia en la contribución de la seguridad alimentaria de los estados de México y, por supuesto, haciéndose necesario impulsar y enfocar la inversión, tanto pública como privada. Al mismo tiempo es necesaria la capacitación de los productores con la finalidad de impulsar el cambio técnico, la ampliación de la infraestructura de riego y transporte, el desarrollo de programas de agricultura familiar donde pequeños agricultores reciban incentivos fiscales y agropecuarios para producir frutas y verduras (con el objetivo de distribuirlas en poblaciones vulnerables), propiciar los créditos y la protección a las actividades agropecuarias con normas específicas de derechos y obligaciones por parte de los productores y autoridades involucradas.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-Generación 19

A raíz de la pandemia propiciada por el Covid-19, las medidas sanitarias implementadas para evitar la propagación del virus tienen consecuencias directas sobre el funcionamiento de los sistemas alimentarios, por tal motivo, se requieren acciones complementarias para que la lucha contra la pandemia no complique la seguridad alimentaria de la población, la producción sustentable de alimentos sanos y nutritivos nunca había sido tan relevante para la sociedad como ahora que la malnutrición en todas sus formas (desnutrición, insuficiencia de micronutrientes, sobrepeso, obesidad y enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación) impacta directa y visiblemente al sistema de salud, la economía y otros sectores.

El término de seguridad alimentaria, de acuerdo a la Cumbre Mundial de la Alimentación celebrada en 1996 en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se define de la siguiente manera: "Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana", convirtiéndose en uno de los grandes retos que enfrenta el mundo en la actualidad, considerando la creciente demanda global y los efectos nocivos del cambio climático sobre la producción agropecuaria, lo que en consecuencia ha renovado el interés por las políticas públicas que fomentan la disponibilidad, el acceso y el uso de los alimentos.

De acuerdo al reporte denominado “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI) de la FAO”: América Latina se lleva el triste reconocimiento de tener la dieta saludable más cara en el mundo, con casi cuatro dólares al día por persona, el reporte SOFI nos trae otras malas noticias, ya que lastimosamente el hambre ha seguido creciendo en los últimos años (…) hay más de 2 mil millones de personas que sufren de inseguridad alimentaria moderada a severa y esta cifra llega a 44 millones de personas en México, que es el 35 por ciento de la población. Además, puede haber este 2020 hasta 132 millones de personas adicionales que van a sufrir de hambre por la pandemia. De tal suerte que la erradicación de la inseguridad alimentaria requiere un rediseño de una política y estrategias orientadas a ese objetivo, en un proceso participativo que considere la multidimensionalidad de la seguridad alimentaria, la institucionalidad que asegure la coordinación y coherencia de las políticas sectoriales y la propuesta de los recursos indispensables; los distintos factores –económicos, sociales, políticos y ambientales– de la seguridad alimentaria demanda una participación comprometida en el debate sobre las distintas opciones que se tienen para asegurar una disponibilidad suficiente, estable, inocua y sustentable de alimentos.

Si bien es cierto que para garantizar la seguridad alimentaria es necesario considerar variables como el nivel de ingreso y su distribución, la tasa de empleo, las capacidades y derechos de los individuos, también participan las variables de inflación doméstica en los alimentos, escolaridad, tasa de ocupación en el sector informal, crecimiento del producto interno bruto y el crecimiento de la producción per cápita en el sector primario, lo que incluye aquellos factores que pudieran tener mayor incidencia en la contribución de la seguridad alimentaria de los estados de México y, por supuesto, haciéndose necesario impulsar y enfocar la inversión, tanto pública como privada. Al mismo tiempo es necesaria la capacitación de los productores con la finalidad de impulsar el cambio técnico, la ampliación de la infraestructura de riego y transporte, el desarrollo de programas de agricultura familiar donde pequeños agricultores reciban incentivos fiscales y agropecuarios para producir frutas y verduras (con el objetivo de distribuirlas en poblaciones vulnerables), propiciar los créditos y la protección a las actividades agropecuarias con normas específicas de derechos y obligaciones por parte de los productores y autoridades involucradas.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-Generación 19