/ viernes 6 de marzo de 2020

¡De Bien Para Arriba! | Trabajar bajo presión

El trabajo bajo presión es -sin duda- un tema actual, aunque bastante polémico y tiene relación con el perfil emocional de los empleados, aunque muchos lo asocian a sobrecarga de trabajo, falta de recursos, de organización, de planificación, de estrategia o incluso lo asocian a un clima laboral tóxico.

Sin embargo, muchas veces el trabajo bajo presión está asociado a imprevistos, a escenarios donde el proceso se sale de control o a situaciones donde las características de la organización obligan a trabajar de manera adversa sin considerar los límites de los miembros del equipo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), México tiene un 75% de estrés en su fuerza laboral, lo que lo coloca por encima de las primeras economías del mundo, como China (73%) o Estados Unidos (59%). Es necesario que en las empresas se tome consciencia acerca de este factor de riesgo psicosocial y sus consecuencias, pues de acuerdo con la misma OMS, en 2020 será la principal causa de baja laboral; la consultora en Capital Humano AON México agrega que este trastorno ocasiona pérdidas por 16 mil millones de pesos anuales en el sector productivo del país.

En la última década en nuestro país, la ansiedad, el estrés y la depresión se han convertido en padecimientos comunes para los trabajadores de distintas ramas productivas. En el afán de adaptarse a los efectos de la globalización, las empresas han implementado malas prácticas y procesos organizacionales que no consideran que el activo más importante es su personal. Esto obligó al gobierno mexicano, a través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) a establecer pautas para identificar, analizar, prevenir y tratar estas alteraciones de la salud en los trabajadores: instaurando la NOM-035-STPS-2018 como una norma obligatoria para todas las organizaciones, a partir de octubre de 2019.

Puede ser que trabajar bajo presión o de manera competitiva se traduzca en una elevada carga de trabajo, mayor responsabilidad, menor disponibilidad de tiempo, exigencia en la toma de decisiones, obligación de actuar con rapidez y sin equivocarse, etc. Sin embargo, existe evidencia y estudios que demuestran que laborar de forma eficiente involucra la aplicación de habilidades personales y grupales, la reasignación de prioridades, la verificación de que los procesos sean adecuados para la generación de productividad, la recomendación de que los miembros de la organización sean positivos y proactivos, dando oportunidad de demostrar su creatividad, su experiencia y esforzándose por integrar un verdadero equipo de trabajo que logre encontrar el origen del problema sin perder la calma en el caso de una dificultad o una crisis, para encontrar la solución disponiendo de todas sus capacidades sin que afecte al mismo equipo o a los procesos productivos. Una empresa que logra este nivel de eficiencia también se beneficia con la disminución de la movilidad laboral, el alto desempeño, así como con la minimización del ausentismo, de las posibles inconformidades legales y de las consecuentes lesiones en la salud.

Debemos acentuar nuestros esfuerzos laborales y personales en ofrecer lo mejor de nosotros mismos, ante los cambios que obliga la globalización, explotando las herramientas digitales, evitando la obsolescencia, logrando conocer a detalle los procesos de nuestra empresa, alcanzando la efectividad, cumpliendo con los estándares de calidad, siendo puntuales, siendo comprometidos; pero también reflexionando sobre el cuidado de nuestra propia salud y conociendo nuestras propias necesidades: dormir por lo menos 7 horas diarias, realizar ejercicio mínimo 3 veces a la semana, salir de vacaciones, aprovechar nuestros descansos para la convivencia familiar, aprender técnicas de relajación, de concentración, de respiración; cumpliendo estas buenas prácticas, dispondremos de las habilidades necesarias para transformar la tensión y la confusión en energía positiva, lograremos que la presión laboral no nos afecte y estaremos en posibilidad de alcanzar nuestras metas y contribuir a los objetivos de nuestra organización.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!”

William Ellery Channing

Líder y ministro estadounidense de la Iglesia unitaria

“Las dificultades están hechas para estimular y no para quitar el ánimo"

El trabajo bajo presión es -sin duda- un tema actual, aunque bastante polémico y tiene relación con el perfil emocional de los empleados, aunque muchos lo asocian a sobrecarga de trabajo, falta de recursos, de organización, de planificación, de estrategia o incluso lo asocian a un clima laboral tóxico.

Sin embargo, muchas veces el trabajo bajo presión está asociado a imprevistos, a escenarios donde el proceso se sale de control o a situaciones donde las características de la organización obligan a trabajar de manera adversa sin considerar los límites de los miembros del equipo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), México tiene un 75% de estrés en su fuerza laboral, lo que lo coloca por encima de las primeras economías del mundo, como China (73%) o Estados Unidos (59%). Es necesario que en las empresas se tome consciencia acerca de este factor de riesgo psicosocial y sus consecuencias, pues de acuerdo con la misma OMS, en 2020 será la principal causa de baja laboral; la consultora en Capital Humano AON México agrega que este trastorno ocasiona pérdidas por 16 mil millones de pesos anuales en el sector productivo del país.

En la última década en nuestro país, la ansiedad, el estrés y la depresión se han convertido en padecimientos comunes para los trabajadores de distintas ramas productivas. En el afán de adaptarse a los efectos de la globalización, las empresas han implementado malas prácticas y procesos organizacionales que no consideran que el activo más importante es su personal. Esto obligó al gobierno mexicano, a través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) a establecer pautas para identificar, analizar, prevenir y tratar estas alteraciones de la salud en los trabajadores: instaurando la NOM-035-STPS-2018 como una norma obligatoria para todas las organizaciones, a partir de octubre de 2019.

Puede ser que trabajar bajo presión o de manera competitiva se traduzca en una elevada carga de trabajo, mayor responsabilidad, menor disponibilidad de tiempo, exigencia en la toma de decisiones, obligación de actuar con rapidez y sin equivocarse, etc. Sin embargo, existe evidencia y estudios que demuestran que laborar de forma eficiente involucra la aplicación de habilidades personales y grupales, la reasignación de prioridades, la verificación de que los procesos sean adecuados para la generación de productividad, la recomendación de que los miembros de la organización sean positivos y proactivos, dando oportunidad de demostrar su creatividad, su experiencia y esforzándose por integrar un verdadero equipo de trabajo que logre encontrar el origen del problema sin perder la calma en el caso de una dificultad o una crisis, para encontrar la solución disponiendo de todas sus capacidades sin que afecte al mismo equipo o a los procesos productivos. Una empresa que logra este nivel de eficiencia también se beneficia con la disminución de la movilidad laboral, el alto desempeño, así como con la minimización del ausentismo, de las posibles inconformidades legales y de las consecuentes lesiones en la salud.

Debemos acentuar nuestros esfuerzos laborales y personales en ofrecer lo mejor de nosotros mismos, ante los cambios que obliga la globalización, explotando las herramientas digitales, evitando la obsolescencia, logrando conocer a detalle los procesos de nuestra empresa, alcanzando la efectividad, cumpliendo con los estándares de calidad, siendo puntuales, siendo comprometidos; pero también reflexionando sobre el cuidado de nuestra propia salud y conociendo nuestras propias necesidades: dormir por lo menos 7 horas diarias, realizar ejercicio mínimo 3 veces a la semana, salir de vacaciones, aprovechar nuestros descansos para la convivencia familiar, aprender técnicas de relajación, de concentración, de respiración; cumpliendo estas buenas prácticas, dispondremos de las habilidades necesarias para transformar la tensión y la confusión en energía positiva, lograremos que la presión laboral no nos afecte y estaremos en posibilidad de alcanzar nuestras metas y contribuir a los objetivos de nuestra organización.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!”

William Ellery Channing

Líder y ministro estadounidense de la Iglesia unitaria

“Las dificultades están hechas para estimular y no para quitar el ánimo"