/ viernes 19 de abril de 2019

Con café y a media luz | “De limpieza y reflexiones”

Después de la última entrega en la que señalamos juntos la suciedad dejada por los habitantes de nuestra región en el máximo paseo turístico como consecuencia del tradicional “playazo”, festejo con el que da inicio la temporada vacacional de primavera y semana santa, un buen número de correos electrónicos llegaron a la dirección de este servidor, todos ellos coincidentes en que no solamente la playa de Miramar presentaba las condiciones antes descritas, sino también el resto de las áreas comunes de nuestra zona conurbada.

Aunque los esfuerzos de las autoridades en los últimos días han sido más que evidentes, todo pareciera indicar que están librando una batalla contra la cultura de una sociedad que está negada a cambiar por los motivos que usted quiera – negligencia, ignorancia, terquedad, flojera, comodidad, falta de interés, etcétera - y, por tanto, la confrontación está arrojando datos desagradables para todos.

Las direcciones de servicios públicos de los diferentes ayuntamientos están dando su mejor esfuerzo tratando de limpiar las calles y avenidas, pintando banquetas y guarniciones, decorando jardineras y levantando envases y envoltorios de comida chatarra que la ciudadanía avienta donde le plazca como si fueran adornos decorativos de alguna festividad nacional.

Hace poco, escuché una severa crítica en una de las calles del centro por parte de una dama quien, ante una primera lectura, pareciera que le asistía la razón, sin embargo, cuando escuché la respuesta del trabajador de ayuntamiento municipal de Tampico, me puse a pensar un poco más de lo que ocurre ante nuestros ojos y nadie hace o dice algo para darle una solución.

Mientras que una cuadrilla de trabajadores se dedicaba a asear una de las calles de la zona habitacional del primer cuadro, la mujer en cuestión los miraba mientras fruncía su rostro en señal de desapruebo. En la escena había unos cuatro o cinco funcionarios operativos. En tanto que unos barrían, otros levantaban la basura y uno más con un “carrito aspersor” le daba una “pasada” de pintura blanca a las orillas de las banquetas.

La señora no se aguantó y cuando los tuvo de cerca increpó a uno de los trabajadores diciéndole: “¡Eso lo deberían hacer antes de las vacaciones y no cuando ya tenemos a los turistas aquí!”.

Como le dije párrafos arriba, a primera vista la fémina era asistida por la coherencia, la razón y el atino.

No obstante, el buen hombre que se dedicaba a levantar los desperdicios para ponerlos en un recipiente, se le quedó mirando, se secó el sudor y mientras se le acercaba le dijo en tono molesto - y con justa razón - “¡Lo hacemos ahorita, cuando ya empezaron las vacaciones, porque si lo hacemos antes, ustedes lo ensucian, lo destruyen o no lo cuidan!”.

La mujer se quedó callada, terminó de gesticular, se dio la vuelta y emprendió una marcha con rumbo desconocido. Las cosas que dijo el trabajador manual me hicieron recordar cuestiones que, durante el año anterior y parte de este, dio cuenta EL SOL DE TAMPICO gracias al trabajo de su profesional equipo de reporteros.

En septiembre, durante las fiestas patrias, los asistentes al desfile dejaron más suciedad que en años anteriores y a lo largo de las arterias por donde pasó el contingente se levantó una buena cantidad de toneladas de basura, sin contar la noche previa de la ceremonia del grito de independencia y su tertulia.

En diciembre, en Ciudad Madero, muy poco duraron las macetas de “nochebuenas” pues, a pesar de que se dio a conocer que formaban parte de los adornos que luciría la infraestructura del palacio de la urbe petrolera, la gente los “tomó prestados” para llevárselos a su casa. Si bien recuerdo, las plantas no duraron más de una noche en el frontispicio de la alcaldía maderense.

En el carnaval de ese 2019, dio tristeza y asco, contabilizar en las mañanas subsecuentes a la celebración un sinfín de latas de cerveza que aparecían en la orilla de la laguna del carpintero, lo que evidenciaba que los asistentes después de adquirir el producto y beberlo en las bancas de este parque público, lo arrojaban al agua como si el vaso lacustre no tuviera suficientes desperdicios en el fondo.

Un buen ejemplo que deberíamos seguir, es el que está dando el ayuntamiento de Tamiahua, Veracruz; a pocos minutos de Tampico. Si usted desea ingresar a los paseos turísticos de aquel lugar, debe pagar un importe de veinte pesos por una bolsa para la basura lo suficientemente grande.

Al salir de lugar usted devuelve la bolsa llena de los desperdicios que generó y el gobierno le entrega lo que pagó horas antes. Quizá en nuestra zona se debería hacer por unos cien pesos, como dicen en el barrio, “para que duela” y así los lugareños y visitantes estaríamos “motivamos” a poner la basura en su lugar y cuidar los lugares comunes que heredaremos a nuestros hijos para su disfrute y paseo, ¿No cree, usted, gentil amigo lector?.

¡Hasta la próxima! Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Después de la última entrega en la que señalamos juntos la suciedad dejada por los habitantes de nuestra región en el máximo paseo turístico como consecuencia del tradicional “playazo”, festejo con el que da inicio la temporada vacacional de primavera y semana santa, un buen número de correos electrónicos llegaron a la dirección de este servidor, todos ellos coincidentes en que no solamente la playa de Miramar presentaba las condiciones antes descritas, sino también el resto de las áreas comunes de nuestra zona conurbada.

Aunque los esfuerzos de las autoridades en los últimos días han sido más que evidentes, todo pareciera indicar que están librando una batalla contra la cultura de una sociedad que está negada a cambiar por los motivos que usted quiera – negligencia, ignorancia, terquedad, flojera, comodidad, falta de interés, etcétera - y, por tanto, la confrontación está arrojando datos desagradables para todos.

Las direcciones de servicios públicos de los diferentes ayuntamientos están dando su mejor esfuerzo tratando de limpiar las calles y avenidas, pintando banquetas y guarniciones, decorando jardineras y levantando envases y envoltorios de comida chatarra que la ciudadanía avienta donde le plazca como si fueran adornos decorativos de alguna festividad nacional.

Hace poco, escuché una severa crítica en una de las calles del centro por parte de una dama quien, ante una primera lectura, pareciera que le asistía la razón, sin embargo, cuando escuché la respuesta del trabajador de ayuntamiento municipal de Tampico, me puse a pensar un poco más de lo que ocurre ante nuestros ojos y nadie hace o dice algo para darle una solución.

Mientras que una cuadrilla de trabajadores se dedicaba a asear una de las calles de la zona habitacional del primer cuadro, la mujer en cuestión los miraba mientras fruncía su rostro en señal de desapruebo. En la escena había unos cuatro o cinco funcionarios operativos. En tanto que unos barrían, otros levantaban la basura y uno más con un “carrito aspersor” le daba una “pasada” de pintura blanca a las orillas de las banquetas.

La señora no se aguantó y cuando los tuvo de cerca increpó a uno de los trabajadores diciéndole: “¡Eso lo deberían hacer antes de las vacaciones y no cuando ya tenemos a los turistas aquí!”.

Como le dije párrafos arriba, a primera vista la fémina era asistida por la coherencia, la razón y el atino.

No obstante, el buen hombre que se dedicaba a levantar los desperdicios para ponerlos en un recipiente, se le quedó mirando, se secó el sudor y mientras se le acercaba le dijo en tono molesto - y con justa razón - “¡Lo hacemos ahorita, cuando ya empezaron las vacaciones, porque si lo hacemos antes, ustedes lo ensucian, lo destruyen o no lo cuidan!”.

La mujer se quedó callada, terminó de gesticular, se dio la vuelta y emprendió una marcha con rumbo desconocido. Las cosas que dijo el trabajador manual me hicieron recordar cuestiones que, durante el año anterior y parte de este, dio cuenta EL SOL DE TAMPICO gracias al trabajo de su profesional equipo de reporteros.

En septiembre, durante las fiestas patrias, los asistentes al desfile dejaron más suciedad que en años anteriores y a lo largo de las arterias por donde pasó el contingente se levantó una buena cantidad de toneladas de basura, sin contar la noche previa de la ceremonia del grito de independencia y su tertulia.

En diciembre, en Ciudad Madero, muy poco duraron las macetas de “nochebuenas” pues, a pesar de que se dio a conocer que formaban parte de los adornos que luciría la infraestructura del palacio de la urbe petrolera, la gente los “tomó prestados” para llevárselos a su casa. Si bien recuerdo, las plantas no duraron más de una noche en el frontispicio de la alcaldía maderense.

En el carnaval de ese 2019, dio tristeza y asco, contabilizar en las mañanas subsecuentes a la celebración un sinfín de latas de cerveza que aparecían en la orilla de la laguna del carpintero, lo que evidenciaba que los asistentes después de adquirir el producto y beberlo en las bancas de este parque público, lo arrojaban al agua como si el vaso lacustre no tuviera suficientes desperdicios en el fondo.

Un buen ejemplo que deberíamos seguir, es el que está dando el ayuntamiento de Tamiahua, Veracruz; a pocos minutos de Tampico. Si usted desea ingresar a los paseos turísticos de aquel lugar, debe pagar un importe de veinte pesos por una bolsa para la basura lo suficientemente grande.

Al salir de lugar usted devuelve la bolsa llena de los desperdicios que generó y el gobierno le entrega lo que pagó horas antes. Quizá en nuestra zona se debería hacer por unos cien pesos, como dicen en el barrio, “para que duela” y así los lugareños y visitantes estaríamos “motivamos” a poner la basura en su lugar y cuidar los lugares comunes que heredaremos a nuestros hijos para su disfrute y paseo, ¿No cree, usted, gentil amigo lector?.

¡Hasta la próxima! Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!