/ domingo 12 de diciembre de 2021

De Spinoza a Leibniz

Es ya un lugar común afirmar que a diferencia de la tradición filosófica anterior al siglo XIX, la filosofía contemporánea o posmoderna no trata de hacer las preguntas ni formular las respuestas que antaño obsesionaron a los filósofos enciclopédicos y sistemáticos.

Por el contrario, la filosofía contemporánea ha hecho del debate con los filósofos de la tradición enciclopédica su motivo y fin.

Por eso no es de extrañar que pensadores posmodernos y estructuralistas hayan dispuesto dedicar amplios textos para rebatir las ideas del filósofo que representó la cúspide del pensamiento filosófico occidental en el siglo XIX: Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

No obstante esta actitud no es nueva en el mundo de las ideas, en el pasado ya había sucedido con filósofos que se erigieron en la estrella que orientara el horizonte del pensamiento; en la edad media Aristóteles, después Descartes y posteriormente un filósofo que desató un fervor fanático a favor y en contra como nunca antes en la historia de la filosofía había acontecido hasta entonces: Baruch Spinoza.

Spinoza estudió principalmente la filosofía cartesiana, de ella aprendió el modelo esquemático, sin embargo, abolió el dualismo irresoluble de la res cogitans y la res extensa que insatisfecho había dejado al propio Descartes, es decir, cuerpo y mente son una y misma cosa, lo que se hace extensivo a las ideas de Dios y Naturaleza.

En cuanto a su sistema, es muy sencillo y en general fácil de entender. La dificultad radica en el método enmarañado en el que expresa sus pensamientos.

La filosofía de Spinoza es la objetivación del cartesianismo en forma de verdad absoluta. El simple pensamiento del idealismo espinocista es: lo que es verdadero es simplemente la única sustancia cuyos atributos son el pensamiento y la expansión (la naturaleza); y solo esta unidad absoluta es lo real, es Dios.

Por esta razón el espinosismo es acusado de ateísmo: Dios y la naturaleza (mundo) son uno, los dos no están separados, la naturaleza hace que sea real Dios o Dios es igual a la naturaleza, de modo que Dios desaparece y solo se postula la naturaleza.

Spinoza no se opone a Dios y a la naturaleza, sino al pensamiento y la expansión; Dios es la unidad, la sustancia absoluta.

Tradicionalmente, la crítica a la filosofía de Spinoza ha pretendido asumir la defensa de la idea de Dios, cuando en realidad lo que hacen es preocuparse por las cosas finitas (nosotros) en relación con Dios

Hay tres tipos de relaciones entre Dios y lo finito (nosotros): 1.- Lo finito es solo nosotros somos y Dios no es; esto es ateísmo. Así, lo finito se toma absolutamente en lo sustancial; Dios no es entonces. 2.- Solo Dios es, lo finito no es verdadero, únicamente es un fenómeno, una apariencia y 3-. Dios es y nosotros también; siendo una mala unión sintética, es comparación endeble.

La necesidad filosófica es captar la unidad de estas diferencias, de modo que la diferencia no quede fuera, sino que emerja siempre de la sustancia, pero no se petrifique en el dualismo.

Spinoza está por encima de este dualismo. De las dos primeras relaciones, la primera es el ateísmo, cuando la gente considera que la arbitrariedad de la voluntad, su vanidad y las cosas naturales finitas son las últimas.

Este no es el punto de vista de Spinoza: Dios es una sola sustancia; Según la expresión de Spinoza, la naturaleza, el mundo, solo es un afecto, un modo de la sustancia, no una cosa sustancial.

"Si Dios es la identidad del espíritu y la naturaleza, entonces la naturaleza, el individuo humano, es Dios".

Todas las anteriores consideraciones espinosistas ejercerán una ambivalente reacción sobre una de las mentes más grandes, brillantés y sofisticadas con quien incluso contemporizó Spinoza: Gottfried Wilhelm von Leibniz, de la que hablaremos la próxima semana.

Regeneración

Es ya un lugar común afirmar que a diferencia de la tradición filosófica anterior al siglo XIX, la filosofía contemporánea o posmoderna no trata de hacer las preguntas ni formular las respuestas que antaño obsesionaron a los filósofos enciclopédicos y sistemáticos.

Por el contrario, la filosofía contemporánea ha hecho del debate con los filósofos de la tradición enciclopédica su motivo y fin.

Por eso no es de extrañar que pensadores posmodernos y estructuralistas hayan dispuesto dedicar amplios textos para rebatir las ideas del filósofo que representó la cúspide del pensamiento filosófico occidental en el siglo XIX: Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

No obstante esta actitud no es nueva en el mundo de las ideas, en el pasado ya había sucedido con filósofos que se erigieron en la estrella que orientara el horizonte del pensamiento; en la edad media Aristóteles, después Descartes y posteriormente un filósofo que desató un fervor fanático a favor y en contra como nunca antes en la historia de la filosofía había acontecido hasta entonces: Baruch Spinoza.

Spinoza estudió principalmente la filosofía cartesiana, de ella aprendió el modelo esquemático, sin embargo, abolió el dualismo irresoluble de la res cogitans y la res extensa que insatisfecho había dejado al propio Descartes, es decir, cuerpo y mente son una y misma cosa, lo que se hace extensivo a las ideas de Dios y Naturaleza.

En cuanto a su sistema, es muy sencillo y en general fácil de entender. La dificultad radica en el método enmarañado en el que expresa sus pensamientos.

La filosofía de Spinoza es la objetivación del cartesianismo en forma de verdad absoluta. El simple pensamiento del idealismo espinocista es: lo que es verdadero es simplemente la única sustancia cuyos atributos son el pensamiento y la expansión (la naturaleza); y solo esta unidad absoluta es lo real, es Dios.

Por esta razón el espinosismo es acusado de ateísmo: Dios y la naturaleza (mundo) son uno, los dos no están separados, la naturaleza hace que sea real Dios o Dios es igual a la naturaleza, de modo que Dios desaparece y solo se postula la naturaleza.

Spinoza no se opone a Dios y a la naturaleza, sino al pensamiento y la expansión; Dios es la unidad, la sustancia absoluta.

Tradicionalmente, la crítica a la filosofía de Spinoza ha pretendido asumir la defensa de la idea de Dios, cuando en realidad lo que hacen es preocuparse por las cosas finitas (nosotros) en relación con Dios

Hay tres tipos de relaciones entre Dios y lo finito (nosotros): 1.- Lo finito es solo nosotros somos y Dios no es; esto es ateísmo. Así, lo finito se toma absolutamente en lo sustancial; Dios no es entonces. 2.- Solo Dios es, lo finito no es verdadero, únicamente es un fenómeno, una apariencia y 3-. Dios es y nosotros también; siendo una mala unión sintética, es comparación endeble.

La necesidad filosófica es captar la unidad de estas diferencias, de modo que la diferencia no quede fuera, sino que emerja siempre de la sustancia, pero no se petrifique en el dualismo.

Spinoza está por encima de este dualismo. De las dos primeras relaciones, la primera es el ateísmo, cuando la gente considera que la arbitrariedad de la voluntad, su vanidad y las cosas naturales finitas son las últimas.

Este no es el punto de vista de Spinoza: Dios es una sola sustancia; Según la expresión de Spinoza, la naturaleza, el mundo, solo es un afecto, un modo de la sustancia, no una cosa sustancial.

"Si Dios es la identidad del espíritu y la naturaleza, entonces la naturaleza, el individuo humano, es Dios".

Todas las anteriores consideraciones espinosistas ejercerán una ambivalente reacción sobre una de las mentes más grandes, brillantés y sofisticadas con quien incluso contemporizó Spinoza: Gottfried Wilhelm von Leibniz, de la que hablaremos la próxima semana.

Regeneración