Este va a ser un año recordado para la posteridad, quedará escrito en las páginas de México y la historia del mundo, archivará un lugar especial en los libros.
No sé si somos afortunados o no, pero a todos nosotros nos ha tocado ser testigos y protagonistas de estar con personas que se fueron a otro espacio espiritual.
Tuvimos la necesidad de adaptar y establecer grandes cambios, fuimos sorprendidos al escuchar y no dar crédito de lo que estaba pasando, sobre todo para digerir y soportar muy malas noticias.
Admitimos tomar la distancia con nuestra familia y amigos, aprendimos nuevas formas de convivir, como medidas higiénicas y de limpieza. Aceptamos sobrellevar situaciones difíciles, soportar el aislamiento y acomodar mil cosas más que nos pusieron a prueba.
También aprendimos a ser resilientes y tener mucha fortaleza, a no flaquear en el intento.
Los que ahorita tenemos la gran suerte de estar aquí, sin duda alguna llevamos un baúl de aprendizajes y un perpetuo agradecimiento a Dios nuestro señor.
De repente sonaría paradójico y curioso desear muchas felicidades y enviar deseos de bienestar bajo estas circunstancias.
Si eres de los que perdieron a una madre o un padre por culpa del Covid-19, agradece por la oportunidad que tuviste de ser su hijo, disfrutar su amor y cuidados, así como sus enseñanzas y regaños.
Si tu pareja se fue inevitablemente, también da gracias a Dios de haberte puesto en el camino a la persona que amaste inmensamente y los buenos recuerdos van a durar toda la vida.
Si despediste a un abuelo, un hermano, un tío, un querido amigo, agradece y valora los bellos momentos y la convivencia que tuviste.
Por ello, no quiero dejar de desearles a todos que la alegría y la esperanza nos llene el corazón. Y que la fortaleza de seguir adelante sea la bandera que nos lleve a un buen puerto seguro.
A unos días de concluir el 2020, hacemos un balance de lo vivido y llegamos a la conclusión de que somos afortunados y bendecidos, por el simple hecho de estar aquí.
En mi caso, muy bendecida porque tengo salud y a mi familia completa y sana, puedo decir que fue un año difícil, pero lo hemos superado.
También muy agradecida a la vida por lo mucho que me ha dado, como esta invitación ofrecida hace un año por el Lic. Benito Morante Silva, director de El Sol de Tampico, para volver a escribir esta columna “DESDE EL FARO”
A mi muy apreciado, el Lic. Rafael Antonio Sosa, también, gracias Toñito.
Hoy más que nunca, a cada uno de ustedes, mis fieles lectores que me alientan a continuar escribiendo, les mando un gran abrazo muy con todo mi afecto, deseándoles para el nuevo año que viene, mucha salud, amor y abundancia.
¡Felicidades DESDE EL FARO!!!
Adriana Carolina Infante Pacheco
Cronista de Ciudad Madero