/ lunes 4 de enero de 2021

Desde el faro | Destello: Y no entendimos…

Finalmente se acabó el 2020 un año que nos dejó muchas enseñanzas, pero también tristezas, pérdidas, paciencia, tolerancia y cambios de hábitos.

En enero de 2020, empezaron a difundir en las noticias sobre un virus que había iniciado su propagación en la república de China. Para marzo en México se implementaron las medidas sanitarias que hasta hoy seguimos teniendo como la sana distancia, usar cubrebocas, lavarse las manos con frecuencia, el uso de anti bacterial, pero sobre todo “Quedarse en casa”

Nos dijeron que guardáramos cuarentena, se entendía que cuarenta días aislados era suficiente para no contagiarnos, pero no entendimos, creímos que no era para tanto. Hasta incrédulos, decíamos “No conozco a nadie contagiado” De nada sirvió que se cerraran comercios, cines, teatros, aeropuertos, iglesias, recintos sociales y deportivos, restaurantes, hoteles etcétera y no entendimos.

A los alumnos se les adelantaron las vacaciones de Semana Santa para evitar que se contagiaran. En Ciudad Madero, se cerró playa Miramar ante la proximidad del periodo vacacional, aun sabiendo que era la temporada de mayor afluencia y por lo que se trabajó mucho en tema de limpieza de playa para lograr obtener el distintivo Blue Flag. Pero perjudicaría a más de 250 familias que viven del turismo en playa. El gobierno municipal implementó apoyos de despensas para las personas vulnerables.

Los despidos se empezaron a maximizar, a otros les recortaron el salario y algunos se les prometió que cuando se normalizara la situación los volverían a llamar. Pero aun y con todo eso, no entendimos.

Se extendió la cuarentena hasta el mes de septiembre. Los casos de contagio se fueron haciendo presentes en todo el país, los hospitales empezaron a tener ocupación al límite y no entendimos.

Los niños y jóvenes regresaron a la escuela de forma virtual, se incrementaron las ventas por internet, las aplicaciones bancarias cada vez fueron más útiles, el precio de la gasolina tuvo una pequeña baja, se abrieron muchos negocios de comida a domicilio. Se pusieron de moda las caravanas para no dejar de festejar, pero con todo y eso… no aprendimos.

Ya en octubre empezaron abrir algunos lugares, se organizaron hacer guardias, se permitió el acceso a espacios públicos con las medidas y en menor cantidad, aun así, la gente salía hacer actividades no esenciales. Y no entendimos.

Aprendimos a hacer trabajo desde casa, nos hicimos dependientes de las plataformas digitales para hacer trabajos, tareas, reuniones y cursos.

La amenaza de un rebrote no impactó mucho el pensar de la mayoría de los mexicanos. Vemos reuniones familiares, visitas a lugares, gente viajando de placer, paseando con toda la familia.

Y lo que no entiendo es cómo con crisis, con pandemia, con fallecimientos de familiares o amigos, con despidos masivos, con alzas y con falta de trabajo, la gente se vio comprando regalos y ropa para Navidad, haciendo filas para entrar a comercios y restaurantes. Puedo entender que gasten en comida, regalos, ropa o juguetes. ¡Pero tirar el dinero que supuestamente no tienen y quemarlo en ¡cohetes!

Me platicaba un amigo que trabaja en una casa de empeño, que en enero llegan a empeñar muchas cosas casi nuevas que fueron compradas para Navidad, porque no tienen dinero para pagar lo que sacaron a crédito.

Con tantas cosas, podemos percibir que el 2021 será un año de muchos retos y que ahora sí, ¡debemos de entender!

La vacuna ya llegó a nuestro país, pero no es la solución, es preventiva y ni siquiera conocemos los resultados. Pero bueno, ¡hay que confiar en que mejorará el panorama y dar gracias a Dios por estar vivos, que la lección aprendida es apreciar la vida! Y lo más importante es muestra familia.

Por ello mis apreciables lectores a cuidarse y reciban un abrazo lleno de bendiciones.

Lic. Adriana Carolina Infante Pacheco

Cronista de Ciudad Madero

Finalmente se acabó el 2020 un año que nos dejó muchas enseñanzas, pero también tristezas, pérdidas, paciencia, tolerancia y cambios de hábitos.

En enero de 2020, empezaron a difundir en las noticias sobre un virus que había iniciado su propagación en la república de China. Para marzo en México se implementaron las medidas sanitarias que hasta hoy seguimos teniendo como la sana distancia, usar cubrebocas, lavarse las manos con frecuencia, el uso de anti bacterial, pero sobre todo “Quedarse en casa”

Nos dijeron que guardáramos cuarentena, se entendía que cuarenta días aislados era suficiente para no contagiarnos, pero no entendimos, creímos que no era para tanto. Hasta incrédulos, decíamos “No conozco a nadie contagiado” De nada sirvió que se cerraran comercios, cines, teatros, aeropuertos, iglesias, recintos sociales y deportivos, restaurantes, hoteles etcétera y no entendimos.

A los alumnos se les adelantaron las vacaciones de Semana Santa para evitar que se contagiaran. En Ciudad Madero, se cerró playa Miramar ante la proximidad del periodo vacacional, aun sabiendo que era la temporada de mayor afluencia y por lo que se trabajó mucho en tema de limpieza de playa para lograr obtener el distintivo Blue Flag. Pero perjudicaría a más de 250 familias que viven del turismo en playa. El gobierno municipal implementó apoyos de despensas para las personas vulnerables.

Los despidos se empezaron a maximizar, a otros les recortaron el salario y algunos se les prometió que cuando se normalizara la situación los volverían a llamar. Pero aun y con todo eso, no entendimos.

Se extendió la cuarentena hasta el mes de septiembre. Los casos de contagio se fueron haciendo presentes en todo el país, los hospitales empezaron a tener ocupación al límite y no entendimos.

Los niños y jóvenes regresaron a la escuela de forma virtual, se incrementaron las ventas por internet, las aplicaciones bancarias cada vez fueron más útiles, el precio de la gasolina tuvo una pequeña baja, se abrieron muchos negocios de comida a domicilio. Se pusieron de moda las caravanas para no dejar de festejar, pero con todo y eso… no aprendimos.

Ya en octubre empezaron abrir algunos lugares, se organizaron hacer guardias, se permitió el acceso a espacios públicos con las medidas y en menor cantidad, aun así, la gente salía hacer actividades no esenciales. Y no entendimos.

Aprendimos a hacer trabajo desde casa, nos hicimos dependientes de las plataformas digitales para hacer trabajos, tareas, reuniones y cursos.

La amenaza de un rebrote no impactó mucho el pensar de la mayoría de los mexicanos. Vemos reuniones familiares, visitas a lugares, gente viajando de placer, paseando con toda la familia.

Y lo que no entiendo es cómo con crisis, con pandemia, con fallecimientos de familiares o amigos, con despidos masivos, con alzas y con falta de trabajo, la gente se vio comprando regalos y ropa para Navidad, haciendo filas para entrar a comercios y restaurantes. Puedo entender que gasten en comida, regalos, ropa o juguetes. ¡Pero tirar el dinero que supuestamente no tienen y quemarlo en ¡cohetes!

Me platicaba un amigo que trabaja en una casa de empeño, que en enero llegan a empeñar muchas cosas casi nuevas que fueron compradas para Navidad, porque no tienen dinero para pagar lo que sacaron a crédito.

Con tantas cosas, podemos percibir que el 2021 será un año de muchos retos y que ahora sí, ¡debemos de entender!

La vacuna ya llegó a nuestro país, pero no es la solución, es preventiva y ni siquiera conocemos los resultados. Pero bueno, ¡hay que confiar en que mejorará el panorama y dar gracias a Dios por estar vivos, que la lección aprendida es apreciar la vida! Y lo más importante es muestra familia.

Por ello mis apreciables lectores a cuidarse y reciban un abrazo lleno de bendiciones.

Lic. Adriana Carolina Infante Pacheco

Cronista de Ciudad Madero