/ lunes 10 de febrero de 2020

Desde el Faro | El Yucateco

Uno de los comercios de comida más recordados fue el de “EL YUCATECO” de don Rafael Rivas Rodríguez, originario de la blanca Mérida, Yucatán, por ello su apodo.

Después de la Segunda Guerra Mundial don Rafael Rivas se dedicó en su tierra natal a la producción del henequén, pero el cierre de muchas haciendas que se dedicaban a esta actividad lo obliga a irse de bracero a los Estados Unidos. Sin embargo la añoranza, y sobre todo el haber dejado a su esposa, doña Ana María Domínguez y a sus dos hijos, lo hace regresar a México. Pero decide venir a probar suerte en la zona sur de Tamaulipas atraído por el esplendoroso futuro del auge petrolero.

Llega solo a Tampico y aquí se hace amigo de don Rómulo Peña, quien era empleado de la JASAD, hoy Comapa, el cual lo apoya con casa y trabajo.

Al poco tiempo se da cuenta que ese trabajo no le gusta, no es lo que él espera para poder traer a su familia para vivir todos juntos. Decide darle las gracias a don Rómulo pero le comenta que se dedicaría a hacer cochinita, un platillo que sabía preparar y muy bien.

Se convierte en vendedor ambulante ofreciendo su cochinita, ya que no contaba con un local. Casi un año después logra juntar el dinero suficiente para traerse a su familia. Llegaron en el barco “Emancipación” desde Mérida. A su llegada, la familia del Sr. Turrubiates, trabajador petrolero, los acoge ofreciéndoles un lugar para vivir.

Don Rafael ya era conocido por su cochinita entre la población y por las altas ventas que lograba, fue la empresa refresquera Pepsi-Cola quien le ofrece un local con mesas y sillas para que se estableciera de manera formal en el mercado y así es como empieza a crecer el negocio.

De ahí, después de 3 años se cambia a la calle Alameda, pero regresa a la calle Francisco I. Madero, donde vive una de las experiencias más terribles a consecuencia de la inundación posterior a la llegada del ciclón Hilda de 1955.

Con la inundación y la pérdida de todos sus bienes, les dan posada en un gran almacén de utensilios, el dueño le dice que tome lo que necesite para preparar su cochinita, sin mayor problema empieza a preparar y ante la situación de tragedia que mucha gente perdió sus casas, se les aglutinó en la plaza de La Libertad, muy cerca de donde era la terminal de autobuses Flecha Roja, a donde llevaba a vender su rica cochinita.

Ya contaba con dos negocios cuando decide mudarse a Cd. Madero y es en el mercado 18 de Marzo donde le ofrecen un espacio a un lado de la tortillería “La Puerta de Oro” de la familia Ham.

Posteriormente, con el negocio floreciendo, ya que los petroleros eran sus clientes más asiduos, decide dejar el puesto y trasladarse a Manzanillo a probar suerte, le va muy bien, por lo que su vida se vuelve un ir y venir durante muchos años.

Mientras tanto sus hijas toman el mando de los locales en Madero. Melba decide instalarse enfrente del ISSSTE y Míriam sobre la Primero de Mayo. Por muchos años y hasta la fecha han seguido con la tradición que iniciara don Rafael Rivas.

Caballero de fina estampa caribeña, pareciera un dandi. Hijo de cubano, traía en la sangre el sabor de la costa, así como el baile y el canto alegre de la trova y la bohemia. Siempre en su muñeca llevaba como característica de su personalidad un fino y reluciente reloj marca Bulova de oro, que no se quitaba ni para pescar, hasta que en una ocasión, mientras pescaba, el sedal se encajó en el extensible del reloj y por la fuerza que llevaba se lo arrancó de un jalón, que fue a dar al mar.

Entre los hobbies que practicaba estaba la pesca que realizaba en el río Pánuco o en la Playa de Miramar. Tenía una voz agradable para cantar y sabía tocar la guitarra que entonaba con bastante frecuencia tangos argentinos.

Cabe hacer mención que su esposa viajaba con mucha frecuencia a Mérida con sus hijos para que no olvidaran sus raíces. Ya que don Rafael, por quedarse a cargo de los negocios, no podía acompañarlos con la asiduidad que le hubiera gustado.

Sin embargo la edad y las enfermedades le causan malestares que lo hacen regresar a Ciudad Madero a la edad de 86 años para finalmente entregar a esta tierra su cuerpo y un legado histórico de la preparación de la famosa cochinita.

Así es como, amablemente, su hija Míriam nos platica la historia del famoso “YUCATECO”, creador de la cochinita en Cd. Madero.

“DISTINGA SIEMPRE LO BUENO”...

Uno de los comercios de comida más recordados fue el de “EL YUCATECO” de don Rafael Rivas Rodríguez, originario de la blanca Mérida, Yucatán, por ello su apodo.

Después de la Segunda Guerra Mundial don Rafael Rivas se dedicó en su tierra natal a la producción del henequén, pero el cierre de muchas haciendas que se dedicaban a esta actividad lo obliga a irse de bracero a los Estados Unidos. Sin embargo la añoranza, y sobre todo el haber dejado a su esposa, doña Ana María Domínguez y a sus dos hijos, lo hace regresar a México. Pero decide venir a probar suerte en la zona sur de Tamaulipas atraído por el esplendoroso futuro del auge petrolero.

Llega solo a Tampico y aquí se hace amigo de don Rómulo Peña, quien era empleado de la JASAD, hoy Comapa, el cual lo apoya con casa y trabajo.

Al poco tiempo se da cuenta que ese trabajo no le gusta, no es lo que él espera para poder traer a su familia para vivir todos juntos. Decide darle las gracias a don Rómulo pero le comenta que se dedicaría a hacer cochinita, un platillo que sabía preparar y muy bien.

Se convierte en vendedor ambulante ofreciendo su cochinita, ya que no contaba con un local. Casi un año después logra juntar el dinero suficiente para traerse a su familia. Llegaron en el barco “Emancipación” desde Mérida. A su llegada, la familia del Sr. Turrubiates, trabajador petrolero, los acoge ofreciéndoles un lugar para vivir.

Don Rafael ya era conocido por su cochinita entre la población y por las altas ventas que lograba, fue la empresa refresquera Pepsi-Cola quien le ofrece un local con mesas y sillas para que se estableciera de manera formal en el mercado y así es como empieza a crecer el negocio.

De ahí, después de 3 años se cambia a la calle Alameda, pero regresa a la calle Francisco I. Madero, donde vive una de las experiencias más terribles a consecuencia de la inundación posterior a la llegada del ciclón Hilda de 1955.

Con la inundación y la pérdida de todos sus bienes, les dan posada en un gran almacén de utensilios, el dueño le dice que tome lo que necesite para preparar su cochinita, sin mayor problema empieza a preparar y ante la situación de tragedia que mucha gente perdió sus casas, se les aglutinó en la plaza de La Libertad, muy cerca de donde era la terminal de autobuses Flecha Roja, a donde llevaba a vender su rica cochinita.

Ya contaba con dos negocios cuando decide mudarse a Cd. Madero y es en el mercado 18 de Marzo donde le ofrecen un espacio a un lado de la tortillería “La Puerta de Oro” de la familia Ham.

Posteriormente, con el negocio floreciendo, ya que los petroleros eran sus clientes más asiduos, decide dejar el puesto y trasladarse a Manzanillo a probar suerte, le va muy bien, por lo que su vida se vuelve un ir y venir durante muchos años.

Mientras tanto sus hijas toman el mando de los locales en Madero. Melba decide instalarse enfrente del ISSSTE y Míriam sobre la Primero de Mayo. Por muchos años y hasta la fecha han seguido con la tradición que iniciara don Rafael Rivas.

Caballero de fina estampa caribeña, pareciera un dandi. Hijo de cubano, traía en la sangre el sabor de la costa, así como el baile y el canto alegre de la trova y la bohemia. Siempre en su muñeca llevaba como característica de su personalidad un fino y reluciente reloj marca Bulova de oro, que no se quitaba ni para pescar, hasta que en una ocasión, mientras pescaba, el sedal se encajó en el extensible del reloj y por la fuerza que llevaba se lo arrancó de un jalón, que fue a dar al mar.

Entre los hobbies que practicaba estaba la pesca que realizaba en el río Pánuco o en la Playa de Miramar. Tenía una voz agradable para cantar y sabía tocar la guitarra que entonaba con bastante frecuencia tangos argentinos.

Cabe hacer mención que su esposa viajaba con mucha frecuencia a Mérida con sus hijos para que no olvidaran sus raíces. Ya que don Rafael, por quedarse a cargo de los negocios, no podía acompañarlos con la asiduidad que le hubiera gustado.

Sin embargo la edad y las enfermedades le causan malestares que lo hacen regresar a Ciudad Madero a la edad de 86 años para finalmente entregar a esta tierra su cuerpo y un legado histórico de la preparación de la famosa cochinita.

Así es como, amablemente, su hija Míriam nos platica la historia del famoso “YUCATECO”, creador de la cochinita en Cd. Madero.

“DISTINGA SIEMPRE LO BUENO”...