/ lunes 16 de mayo de 2022

Desde el faro | Los menonitas

Gente bonita, güeros, ojo azul, altos, delgados, cabello rubio, muy creyentes, trabajadores, autosuficientes y buenos ciudadanos que llegaron a México en 1920. Y hablo en general de hombres y mujeres.

Desde siempre, nos ha llamado la atención ver en las calles y, en especial, en los cruceros, a un grupo de personas con características muy singulares, portando overoles de mezclilla, camisas a cuadros, sombrero y bota los varones más jóvenes y los niños. Las niñas y jovencitas usan vestidos floreados de manga larga generalmente y largos hasta abajo de la rodilla, sombrero campirano para protegerse del sol. Siempre andan en grupos o en familias.

Su actividad es meramente dedicada a la agricultura, ganadería y elaboración de productos que ellos mismos elaboran como lácteos y repostería, son los muy famosos quesos menonita.

El precio promedio es de $160.00 en presentación de kilo y lo venden en barras, elaborado de manera artesanal. Ahora ya lo distribuyen en cadenas comerciales y hasta una empresa les compra el producto y lo etiqueta con otra marca.

Esta población se ha convertido en uno de los grupos de origen extranjeros más destacados de emigrantes en México. A diferencia de los que nos llegan hoy en día.

A poco más de 100 años de su llegada a México, específicamente a Chihuahua, aunque aquí en González, Tamaulipas también tenemos una población importante.

El 8 de marzo de 1922, cien mil hectáreas de pastizal en Chihuahua fueron adquiridas por un pueblo muy singular.

El entonces Presidente Álvaro Obregón les donó esas tierras. Llegaron por tren ¡unas 5 mil personas, y todos guapísimos!

Chihuahua es el hogar de una de las comunidades de menonitas más grandes del mundo. Actualmente hay 100 mil menonitas, uno en donde la mantequilla se hace fresca en casa todos los días y los niños son políglotas, creyentes y registrados como mexicanos y con nacionalidad alemana.

Todo aquello que era desierto, se ha transformado poco a poco en un oasis. Cuando tengamos oportunidad, hay que darnos una vuelta para conocer su forma de vida. Son productores de algodón y lo exportan a nivel mundial. Ahí, parece no pasar el tiempo...

No sé ustedes, estimados lectores, pero a mí me surgió la duda: ¿Por qué se les llama menonitas? Ypues que me pongo a investigar, resulta que en 1524, a los 28 años, Menno Simons fue ordenado como sacerdote de la Iglesia Católica Romana en Utrecht, Alemania.

Menno sabía griego, latín, y la doctrina católica, pero nunca había leído las Sagradas Escrituras, la Biblia. Él decía: “No las había tocado en toda mi vida”, escribió, “pues temía que si las leía pudieran guiarme mal”.

En 1526 comenzó a cuestionar la veracidad de la doctrina católica. Simons pensó que esta duda venía del Diablo quien lo engañaba, así que comenzó a estudiar la Biblia.

Comenzó a compartir sus descubrimientos con su congregación desde el púlpito. Se convenció de que la Biblia tenía la autoridad suprema, y esto lo llevó a examinar la doctrina católica a la luz de las Escrituras.

A pesar de que era sacerdote, se arrepintió de su incredulidad y empezó a predicar el Evangelio. Rechazó la práctica del bautismo de bebés, considerándola no bíblica, y comenzó a animar a los congregantes al arrepentimiento y a bautizarse. El emperador Carlos V emitió un edicto contra Simons, ofreciendo una recompensa a cualquiera que lo llevara a las autoridades.

Para esos tiempos, la Reforma de Lutero estaba en su plenitud. Menno se hizo protestante. Los anabaptistas del norte de Alemania, y los de Holanda, fueron llamados: “Menonitas”; por seguir la predicación de él. Finalmente murió el 31 de enero de 1561, a los 66 años.

Durante un tiempo los señalaron de formar parte de una secta, pero es totalmente falso.

Muy al contrario, son personas muy educadas, respetables, trabajadores y sobre todo llenos de valores y respeto a sus creencias, su origen y su familia.

Así que, a disfrutar esos ricos quesos. Nos leemos el próximo lunes DESDE EL FARO.

Gente bonita, güeros, ojo azul, altos, delgados, cabello rubio, muy creyentes, trabajadores, autosuficientes y buenos ciudadanos que llegaron a México en 1920. Y hablo en general de hombres y mujeres.

Desde siempre, nos ha llamado la atención ver en las calles y, en especial, en los cruceros, a un grupo de personas con características muy singulares, portando overoles de mezclilla, camisas a cuadros, sombrero y bota los varones más jóvenes y los niños. Las niñas y jovencitas usan vestidos floreados de manga larga generalmente y largos hasta abajo de la rodilla, sombrero campirano para protegerse del sol. Siempre andan en grupos o en familias.

Su actividad es meramente dedicada a la agricultura, ganadería y elaboración de productos que ellos mismos elaboran como lácteos y repostería, son los muy famosos quesos menonita.

El precio promedio es de $160.00 en presentación de kilo y lo venden en barras, elaborado de manera artesanal. Ahora ya lo distribuyen en cadenas comerciales y hasta una empresa les compra el producto y lo etiqueta con otra marca.

Esta población se ha convertido en uno de los grupos de origen extranjeros más destacados de emigrantes en México. A diferencia de los que nos llegan hoy en día.

A poco más de 100 años de su llegada a México, específicamente a Chihuahua, aunque aquí en González, Tamaulipas también tenemos una población importante.

El 8 de marzo de 1922, cien mil hectáreas de pastizal en Chihuahua fueron adquiridas por un pueblo muy singular.

El entonces Presidente Álvaro Obregón les donó esas tierras. Llegaron por tren ¡unas 5 mil personas, y todos guapísimos!

Chihuahua es el hogar de una de las comunidades de menonitas más grandes del mundo. Actualmente hay 100 mil menonitas, uno en donde la mantequilla se hace fresca en casa todos los días y los niños son políglotas, creyentes y registrados como mexicanos y con nacionalidad alemana.

Todo aquello que era desierto, se ha transformado poco a poco en un oasis. Cuando tengamos oportunidad, hay que darnos una vuelta para conocer su forma de vida. Son productores de algodón y lo exportan a nivel mundial. Ahí, parece no pasar el tiempo...

No sé ustedes, estimados lectores, pero a mí me surgió la duda: ¿Por qué se les llama menonitas? Ypues que me pongo a investigar, resulta que en 1524, a los 28 años, Menno Simons fue ordenado como sacerdote de la Iglesia Católica Romana en Utrecht, Alemania.

Menno sabía griego, latín, y la doctrina católica, pero nunca había leído las Sagradas Escrituras, la Biblia. Él decía: “No las había tocado en toda mi vida”, escribió, “pues temía que si las leía pudieran guiarme mal”.

En 1526 comenzó a cuestionar la veracidad de la doctrina católica. Simons pensó que esta duda venía del Diablo quien lo engañaba, así que comenzó a estudiar la Biblia.

Comenzó a compartir sus descubrimientos con su congregación desde el púlpito. Se convenció de que la Biblia tenía la autoridad suprema, y esto lo llevó a examinar la doctrina católica a la luz de las Escrituras.

A pesar de que era sacerdote, se arrepintió de su incredulidad y empezó a predicar el Evangelio. Rechazó la práctica del bautismo de bebés, considerándola no bíblica, y comenzó a animar a los congregantes al arrepentimiento y a bautizarse. El emperador Carlos V emitió un edicto contra Simons, ofreciendo una recompensa a cualquiera que lo llevara a las autoridades.

Para esos tiempos, la Reforma de Lutero estaba en su plenitud. Menno se hizo protestante. Los anabaptistas del norte de Alemania, y los de Holanda, fueron llamados: “Menonitas”; por seguir la predicación de él. Finalmente murió el 31 de enero de 1561, a los 66 años.

Durante un tiempo los señalaron de formar parte de una secta, pero es totalmente falso.

Muy al contrario, son personas muy educadas, respetables, trabajadores y sobre todo llenos de valores y respeto a sus creencias, su origen y su familia.

Así que, a disfrutar esos ricos quesos. Nos leemos el próximo lunes DESDE EL FARO.