/ miércoles 24 de abril de 2019

Día del Libro

Día del Libro

La vida de náufragos en el océano que terminan recluidos en una isla perdida en medio del océano es la trama de mis libros predilectos de mi temprana juventud.

Puedo decir que Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, y la saga de los robinsones son obras que han dejado en mí una mayor impresión, que guardan un recuerdo imperecedero en mi alma, al grado que me resulta natural escribir sobre todo suceso que incluya este género de aventuras, sea real o inventada.

Leo con fruición las hazañas de pescadores extraviados en alta mar, pese a que los relatos de los náufragos muchas veces suenan disparatados e inverosímiles, sobre todo para alquien que, como este escribidor, sabe lo que es estar en la parte aqua del mundo, en una embarcación, a varias millas náuticas de la costa.

Lo anteriormente aseverado viene a cuento, lector, porque el 23 de abril es la celebración internacional del Día del Libro, suceso que tiene por objeto el fomento a la lectura. A mi juicio, en esta era de la Red global Computarizada (Internet), existe una legión de lectores, y cada vez es superior el tiempo empleado en navegar, ya sea para leer las noticias, revisar el correo, consultar enciclopedias y mapas, entre otras actividades. Sin embargo, con esto se ha extendido la lectura en horizontal, a saltos rápidos y temas muy variados. Antes, éramos capaces de leer decenas de páginas de un libro de un solo jalón… ahora no. Actualmente, la atención brinca rápidamente hacia otra cosa qué hacer y los científicos se preguntan de qué manera esto afectará al cerebro humano. Existen dos posturas encontradas, una, podría disminuir la capacidad de leer y pensar con profundidad. Otra, la tecnología se combinará con el cerebro en un futuro próximo para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual. Nadie sabe aún si la influencia de Internet será el inicio de una sociedad de personas que ya no leen libros y permanecen intelectualmente inactivas o existirá la conjunción del individuo con la tecnología, como tomando lo mejor de ambos mundos, pese al hecho de que las máquinas nos superan en muchos asuntos.

El afirmar que Internet está minando la capacidad de concentración de los jóvenes, según estudios, comporta la resistencia al disfrute de lo que es la natural capacidad de raciocinio asociado a la aptitud de emitir un juicio crítico.

Quien escribe estas notas, de niño, devoraba páginas y páginas sin esfuerzo alguno. Eran atracones de lectura. No había internet ni teléfonos móviles. Atesoraba mis libros predilectos, obra de los grandes autores: Cervantes, Stevenson, Melville, Dumas, entre otros. Solo tenia que ir a lugares estratégicos de mi casa y tomarlos. Ahora, en referencia al efecto de la alteración en las maneras de buscar información y de leer en internet, me parece bien, pero en el caso de que sea el inicio de la mezcla del cerebro humano y la Inteligencia Artificial (IP), complementándose el uno con el otro. Ello implica un cambio para hacernos más inteligentes de acuerdo a nuestro criterio de vida, y no el de las máquinas, solamente. Por lo demás, me mantengo a la expectativa.

Día del Libro

La vida de náufragos en el océano que terminan recluidos en una isla perdida en medio del océano es la trama de mis libros predilectos de mi temprana juventud.

Puedo decir que Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, y la saga de los robinsones son obras que han dejado en mí una mayor impresión, que guardan un recuerdo imperecedero en mi alma, al grado que me resulta natural escribir sobre todo suceso que incluya este género de aventuras, sea real o inventada.

Leo con fruición las hazañas de pescadores extraviados en alta mar, pese a que los relatos de los náufragos muchas veces suenan disparatados e inverosímiles, sobre todo para alquien que, como este escribidor, sabe lo que es estar en la parte aqua del mundo, en una embarcación, a varias millas náuticas de la costa.

Lo anteriormente aseverado viene a cuento, lector, porque el 23 de abril es la celebración internacional del Día del Libro, suceso que tiene por objeto el fomento a la lectura. A mi juicio, en esta era de la Red global Computarizada (Internet), existe una legión de lectores, y cada vez es superior el tiempo empleado en navegar, ya sea para leer las noticias, revisar el correo, consultar enciclopedias y mapas, entre otras actividades. Sin embargo, con esto se ha extendido la lectura en horizontal, a saltos rápidos y temas muy variados. Antes, éramos capaces de leer decenas de páginas de un libro de un solo jalón… ahora no. Actualmente, la atención brinca rápidamente hacia otra cosa qué hacer y los científicos se preguntan de qué manera esto afectará al cerebro humano. Existen dos posturas encontradas, una, podría disminuir la capacidad de leer y pensar con profundidad. Otra, la tecnología se combinará con el cerebro en un futuro próximo para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual. Nadie sabe aún si la influencia de Internet será el inicio de una sociedad de personas que ya no leen libros y permanecen intelectualmente inactivas o existirá la conjunción del individuo con la tecnología, como tomando lo mejor de ambos mundos, pese al hecho de que las máquinas nos superan en muchos asuntos.

El afirmar que Internet está minando la capacidad de concentración de los jóvenes, según estudios, comporta la resistencia al disfrute de lo que es la natural capacidad de raciocinio asociado a la aptitud de emitir un juicio crítico.

Quien escribe estas notas, de niño, devoraba páginas y páginas sin esfuerzo alguno. Eran atracones de lectura. No había internet ni teléfonos móviles. Atesoraba mis libros predilectos, obra de los grandes autores: Cervantes, Stevenson, Melville, Dumas, entre otros. Solo tenia que ir a lugares estratégicos de mi casa y tomarlos. Ahora, en referencia al efecto de la alteración en las maneras de buscar información y de leer en internet, me parece bien, pero en el caso de que sea el inicio de la mezcla del cerebro humano y la Inteligencia Artificial (IP), complementándose el uno con el otro. Ello implica un cambio para hacernos más inteligentes de acuerdo a nuestro criterio de vida, y no el de las máquinas, solamente. Por lo demás, me mantengo a la expectativa.