/ miércoles 23 de enero de 2019

Doña Josefa Ortiz de Domínguez escribe en su diario

(Primera de dos partes)

Aquella tarde del 14 de septiembre de 1810, doña Josefa Ortiz de Domínguez, madre de doce hijos y esposa del Corregidor de Querétaro Miguel Domínguez, permanecía en su cuarto bajo llave. Su esposo lo había dispuesto así para que no fuera involucrada en los movimientos independentistas que ya fueron descubiertos por un infiltrado.

Así, entonces, ahora vemos a doña Josefa escribiendo en un diario lo que irrumpe en su mente en esos momentos cruciales para los criollos del Virreinato:

“Querido esposo, tus acciones son altamente valorados por esta tu compañera de vida, pero siento que debes entender que la patria nuestra está en peligro. Es necesario informar al ilustre párroco de Dolores que la fecha del alzamiento fijada para el 1 de Octubre próximo debe ser interrumpida, puesto que traidores a nuestro movimiento lo han informado a los allegados al nuevo Virrey Francisco Xavier Venegas y Saavedra.

Yo entiendo tus ocupaciones, Miguel esposo mío, pero el deber por la patria es más alto y sé que tú lo entiendes y lo aceptas. No debo permanecer en este cuarto cuyas cuatro paredes solo parecen retardar nuestra gesta independentista. La salud y seguridad nuestras, y la de los hijos, son lo más importante. Pero, Miguel, Excelentísimo Corregidor de Querétaro, las injusticias hacia los menos favorecidos deben cesar. Basta caminar por las calles de Querétaro y ver lo lastimoso de nuestros indios y sus hijos, descalzos, desnutridos, pidiendo limosna y un pedazo de pan para apenas sobrevivir.

Tú sabes, esposo mío, las que hemos pasado también en nuestro hogar. No somos tan diferentes a los de las clases más bajas. A nosotros, los criollos, la Corona nos ha hecho menos. Nos ha despojado de derechos. Los gachupines nos han apartado de oportunidades mejores. Sí, ya sé, tú dirás cómo digo estas cosas si tanto te he dicho que lo primero es la patria de este suelo de la Nueva España. Pero es que siento que esta situación, como la hemos planeado junto a los capitanes Aldama y Allende, debe cambiar. Y en esto va de por medio nuestra honra, nuestra vida y nuestro futuro.

Tuya, Josefa”.

Don Miguel Domínguez, como Corregidor de Querétaro, había apoyado al virrey en su decisión de formar una Junta de Gobierno, pero ante la imposibilidad de llevar estos planes a la práctica y al estar consciente de las injusticias que sufría el pueblo, se hizo adepto de los ideales independentistas. Todo indica que fue doña Josefa Ortiz de Domínguez la que influyó de manera decisiva para que el Corregidor se convirtiera en un firme colaborador del movimiento que buscaba la independencia de la Nueva España.

Pero volviendo a esa tarde- noche al cuarto donde está encerrada doña Josefa, vemos que escribe y recorta algo de un periódico…

“Esposo mío, apremia que informemos al cura Miguel Hidalgo que la fecha del 1 de Octubre para el levantamiento ya no sirve. Hemos sido delatados. No te preocupes, tengo una idea que no nos delatará. Con letras que recortaré de este periódico y que pegaré en un pergamino formaré el mensaje de advertencia al cura Hidalgo, de este modo nadie sabrá quién mandó la misiva. ¿Lo ves? Si llegara a caer en manos enemigas este mensaje no se sabrá quién lo escribió.

Tuya, Josefa”.

(Primera de dos partes)

Aquella tarde del 14 de septiembre de 1810, doña Josefa Ortiz de Domínguez, madre de doce hijos y esposa del Corregidor de Querétaro Miguel Domínguez, permanecía en su cuarto bajo llave. Su esposo lo había dispuesto así para que no fuera involucrada en los movimientos independentistas que ya fueron descubiertos por un infiltrado.

Así, entonces, ahora vemos a doña Josefa escribiendo en un diario lo que irrumpe en su mente en esos momentos cruciales para los criollos del Virreinato:

“Querido esposo, tus acciones son altamente valorados por esta tu compañera de vida, pero siento que debes entender que la patria nuestra está en peligro. Es necesario informar al ilustre párroco de Dolores que la fecha del alzamiento fijada para el 1 de Octubre próximo debe ser interrumpida, puesto que traidores a nuestro movimiento lo han informado a los allegados al nuevo Virrey Francisco Xavier Venegas y Saavedra.

Yo entiendo tus ocupaciones, Miguel esposo mío, pero el deber por la patria es más alto y sé que tú lo entiendes y lo aceptas. No debo permanecer en este cuarto cuyas cuatro paredes solo parecen retardar nuestra gesta independentista. La salud y seguridad nuestras, y la de los hijos, son lo más importante. Pero, Miguel, Excelentísimo Corregidor de Querétaro, las injusticias hacia los menos favorecidos deben cesar. Basta caminar por las calles de Querétaro y ver lo lastimoso de nuestros indios y sus hijos, descalzos, desnutridos, pidiendo limosna y un pedazo de pan para apenas sobrevivir.

Tú sabes, esposo mío, las que hemos pasado también en nuestro hogar. No somos tan diferentes a los de las clases más bajas. A nosotros, los criollos, la Corona nos ha hecho menos. Nos ha despojado de derechos. Los gachupines nos han apartado de oportunidades mejores. Sí, ya sé, tú dirás cómo digo estas cosas si tanto te he dicho que lo primero es la patria de este suelo de la Nueva España. Pero es que siento que esta situación, como la hemos planeado junto a los capitanes Aldama y Allende, debe cambiar. Y en esto va de por medio nuestra honra, nuestra vida y nuestro futuro.

Tuya, Josefa”.

Don Miguel Domínguez, como Corregidor de Querétaro, había apoyado al virrey en su decisión de formar una Junta de Gobierno, pero ante la imposibilidad de llevar estos planes a la práctica y al estar consciente de las injusticias que sufría el pueblo, se hizo adepto de los ideales independentistas. Todo indica que fue doña Josefa Ortiz de Domínguez la que influyó de manera decisiva para que el Corregidor se convirtiera en un firme colaborador del movimiento que buscaba la independencia de la Nueva España.

Pero volviendo a esa tarde- noche al cuarto donde está encerrada doña Josefa, vemos que escribe y recorta algo de un periódico…

“Esposo mío, apremia que informemos al cura Miguel Hidalgo que la fecha del 1 de Octubre para el levantamiento ya no sirve. Hemos sido delatados. No te preocupes, tengo una idea que no nos delatará. Con letras que recortaré de este periódico y que pegaré en un pergamino formaré el mensaje de advertencia al cura Hidalgo, de este modo nadie sabrá quién mandó la misiva. ¿Lo ves? Si llegara a caer en manos enemigas este mensaje no se sabrá quién lo escribió.

Tuya, Josefa”.