/ martes 20 de octubre de 2020

Economía para todos | Cuantificando las decisiones

Día con día los seres humanos sobrellevamos la problemática de satisfacer una serie de necesidades, y para ello, disponemos de recursos, que, a su vez, son un problema debido a su limitación y escasez.

La raíz de todo problema económico radica en la utilización eficaz de los recursos escasos para satisfacer las necesidades de cada una de las personas. Por lo que, para afrontar el problema de la escasez, surgen las actividades económicas, orillando a las personas a elegir qué bienes y servicios se deben de producir —y a su vez, consumir— para poder cubrir sus necesidades al máximo. De tal manera, cada que se decide destinar cierto recurso en determinada manera, se está renunciando a la oportunidad de utilizarlo de distinta forma.

Por lo tanto, dentro de la ciencia económica, cada una de las decisiones lleva consigo un sacrificio implícito, lo cual se traduce en una alternativa, y esa alternativa lleva a su vez un costo, el costo de renunciar a esa alternativa. De allí surge el concepto de “costo de oportunidad”. De tal forma, en economía, cada que se va a tomar una decisión, no solamente es indispensable el cuantificar el costo que se va a tener, también es muy importante conocer el uso alternativo de los recursos que disponemos. Es decir, conocer nuestro costo de oportunidad.

El concepto “costo de oportunidad” surge a raíz de la obra “Teoría de la Economía Social” publicada en 1914, donde se menciona por primera vez el costo alternativo, que posteriormente sería conocido como el costo de oportunidad, escrita por el economista austriaco Friedrich von Wieser, considerado como uno de los fundadores de la Escuela Austriaca de Economía junto a Carl Menger y Eugen von Böhm-Bawerk.

Siendo así, en nuestra vida diaria nos afrontamos constantemente a la toma de decisiones ante cualquier asunto, y más si estas decisiones llevan consigo una relación con el dinero; desde finanzas personales, hasta empresariales y gubernamentales.

En el ámbito personal, la presencia de un costo de oportunidad puede ser representado por la elección entre asistir al cine esperando que la película sea del agrado de uno o la alternativa de ahorrarlo e ir de paseo al parque; o, por ejemplo, si una persona decide invertir en un pagaré bancario o en deuda gubernamental, tomando en cuenta como costo de oportunidad, el rendimiento obtenido en cada uno de los instrumentos financieros.

En tanto, en las finanzas empresariales, diariamente se tienen que tomar decisiones de inversiones y financiación con las que tratan de optimizar los recursos disponibles con el fin de obtener el mayor beneficio posible. En este caso, un ejemplo podría ser el destino de los recursos propios de la empresa, ya sea para invertirlos en instrumentos financieros con el objetivo de obtener un rendimiento determinado, o destinarlos en la misma empresa para obtener mayores ingresos.

Por su parte, en el ámbito gubernamental, un gobierno como gestor económico de los recursos y bienes públicos, decide —o al menos, eso debería— sobre en qué erogar los gastos y cómo administrarlos para maximizar los objetivos de la ciudadanía en general; todo ello partiendo del problema económico que todo recurso es escaso.

Por lo que en estos tiempos, en donde la mayor parte de este año hemos estado recluidos debido a una pandemia, ha sido fundamental este concepto de costo de oportunidad o costo alternativo, desde uno como consumidor al elegir con mayor sabiduría el destino de nuestros recursos extralimitados por desempleo o recorte de ingresos; así como las empresas al tener que optar por el recorte de personal y/o la disminución de salarios, repensar la adquisición de materia prima y bienes de capital para seguir produciendo; mientras en el gobierno, en donde por alguna incomprensible razón, no se destinaron de manera enérgica los recursos necesarios al sector salud, en tanto, se siguió en marcha proyectos de infraestructura a largo plazo, los cuales no traerán beneficios inmediatos.

Por otra parte, mientras generalmente los costos de oportunidad llevan consigo la monetización de las decisiones, existen casos en los que la tranquilidad y el tiempo, son más valiosos que cualquier cheque en blanco. Cuídese mucho.

Regeneración 19

riveravela92@gmail.com

Día con día los seres humanos sobrellevamos la problemática de satisfacer una serie de necesidades, y para ello, disponemos de recursos, que, a su vez, son un problema debido a su limitación y escasez.

La raíz de todo problema económico radica en la utilización eficaz de los recursos escasos para satisfacer las necesidades de cada una de las personas. Por lo que, para afrontar el problema de la escasez, surgen las actividades económicas, orillando a las personas a elegir qué bienes y servicios se deben de producir —y a su vez, consumir— para poder cubrir sus necesidades al máximo. De tal manera, cada que se decide destinar cierto recurso en determinada manera, se está renunciando a la oportunidad de utilizarlo de distinta forma.

Por lo tanto, dentro de la ciencia económica, cada una de las decisiones lleva consigo un sacrificio implícito, lo cual se traduce en una alternativa, y esa alternativa lleva a su vez un costo, el costo de renunciar a esa alternativa. De allí surge el concepto de “costo de oportunidad”. De tal forma, en economía, cada que se va a tomar una decisión, no solamente es indispensable el cuantificar el costo que se va a tener, también es muy importante conocer el uso alternativo de los recursos que disponemos. Es decir, conocer nuestro costo de oportunidad.

El concepto “costo de oportunidad” surge a raíz de la obra “Teoría de la Economía Social” publicada en 1914, donde se menciona por primera vez el costo alternativo, que posteriormente sería conocido como el costo de oportunidad, escrita por el economista austriaco Friedrich von Wieser, considerado como uno de los fundadores de la Escuela Austriaca de Economía junto a Carl Menger y Eugen von Böhm-Bawerk.

Siendo así, en nuestra vida diaria nos afrontamos constantemente a la toma de decisiones ante cualquier asunto, y más si estas decisiones llevan consigo una relación con el dinero; desde finanzas personales, hasta empresariales y gubernamentales.

En el ámbito personal, la presencia de un costo de oportunidad puede ser representado por la elección entre asistir al cine esperando que la película sea del agrado de uno o la alternativa de ahorrarlo e ir de paseo al parque; o, por ejemplo, si una persona decide invertir en un pagaré bancario o en deuda gubernamental, tomando en cuenta como costo de oportunidad, el rendimiento obtenido en cada uno de los instrumentos financieros.

En tanto, en las finanzas empresariales, diariamente se tienen que tomar decisiones de inversiones y financiación con las que tratan de optimizar los recursos disponibles con el fin de obtener el mayor beneficio posible. En este caso, un ejemplo podría ser el destino de los recursos propios de la empresa, ya sea para invertirlos en instrumentos financieros con el objetivo de obtener un rendimiento determinado, o destinarlos en la misma empresa para obtener mayores ingresos.

Por su parte, en el ámbito gubernamental, un gobierno como gestor económico de los recursos y bienes públicos, decide —o al menos, eso debería— sobre en qué erogar los gastos y cómo administrarlos para maximizar los objetivos de la ciudadanía en general; todo ello partiendo del problema económico que todo recurso es escaso.

Por lo que en estos tiempos, en donde la mayor parte de este año hemos estado recluidos debido a una pandemia, ha sido fundamental este concepto de costo de oportunidad o costo alternativo, desde uno como consumidor al elegir con mayor sabiduría el destino de nuestros recursos extralimitados por desempleo o recorte de ingresos; así como las empresas al tener que optar por el recorte de personal y/o la disminución de salarios, repensar la adquisición de materia prima y bienes de capital para seguir produciendo; mientras en el gobierno, en donde por alguna incomprensible razón, no se destinaron de manera enérgica los recursos necesarios al sector salud, en tanto, se siguió en marcha proyectos de infraestructura a largo plazo, los cuales no traerán beneficios inmediatos.

Por otra parte, mientras generalmente los costos de oportunidad llevan consigo la monetización de las decisiones, existen casos en los que la tranquilidad y el tiempo, son más valiosos que cualquier cheque en blanco. Cuídese mucho.

Regeneración 19

riveravela92@gmail.com