/ martes 13 de julio de 2021

Economía para todos | De nueva cuenta la inflación

Para el mes de junio pasado, la inflación general fue del 5.88 por ciento interanual, especialmente incidida por los agropecuarios y energéticos.

Con la recuperación económica global en su apogeo, distintas peculiaridades han hecho que algunos de los productos se encarezcan debido al desequilibrio que permea entre la oferta y la demanda. El caso más citado últimamente ha sido el de los semiconductores que, desde inicios de la pandemia tuvo afectaciones al haber una escasez de chips electrónicos que han afectado principalmente a la industria automotriz, electrodomésticos y tarjetas gráficas para computadoras; tanto así, que en Estados Unidos ha habido un incremento considerable en los precios de automóviles seminuevos a tal grado de ser más costosos que uno nuevo de agencia.

Y es que un problema de tal magnitud, no se puede resolver solamente aumentando la producción. Esto debido a que antes de la pandemia ya contaba con una producción al tope de su capacidad, por lo que distintos fabricantes están haciendo lo que está en sus manos para incrementar su planta productiva, por lo que este fenómeno podría perdurar al mediano plazo en lo que resuelven la problemática de la oferta.

Por otra parte, a inicios de la pandemia y con el objetivo de adaptarnos al quedarse en casa, las personas que pudieron y tuvieron la oportunidad de trabajar y estudiar en casa, optaron por incrementar sus posesiones electrónicas por lo que pudimos palmar incrementos en los precios de los dispositivos electrónicos, escritorios, material de limpieza, etc., que estuvieron ligados a la necesidad de adaptarse a las ‘nuevas’ actividades.

De tal manera que conforme la tasa de vacunación vaya aumentando, este tipo de precios deberán ir disminuyendo paulatinamente; en tanto, otros tipos de productos verán incrementos en su precio, como lo son los restaurantes, hoteles y aerolíneas.

A su vez, existen otro tipo de productos que el aumento de sus precios pudiese perdurar más en el tiempo, como lo son el gas LP y la gasolina.

En el primero, según la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), en marzo pasado emplazó a distintas empresas para determinar su comprobable responsabilidad en la colusión de la determinación de precios al público lo que podría haber originado incrementos en su precio, mientras que desde 2018, la Cofece en su informe “Transición hacia mercados competidos de Energía: Gas LP” había alertado sobre la concentración del mercado en las manos de un grupo reducido de participantes.

En tal estudio, también sugirieron algunas propuestas para reducir tal concentración del mercado como fomentar la venta de cilindros de gas LP en estaciones de autoservicio, vender gas LP a población vulnerable a través de estaciones de Diconsa mediante licitaciones públicas, eliminar obstáculos normativos para la instalación de plantas de distribución, y elaborar un plan de incentivos presupuestales con el objetivo de facilitar la sustituibilidad del gas LP por el gas natural.

Mientras que, para el segundo producto, el precio de la gasolina estará incidido principalmente por el precio del barril de petróleo, que como sabemos, los precios internacionales están “determinados” por la oferta internacional de los países exportadores de petróleo y que recientemente no ha habido acuerdo alguno para especificar qué niveles de producción inyectará al mercado cada país. En tanto, mientras se reúnen los países exportadores de petróleo existirá incertidumbre en cuanto a si la demanda actual es capaz de absorber la oferta que estarían dispuestos a incrementar alguno que otro miembro de la OPEP+.

Mientras tanto, para el mes pasado persistió la inflación cercana al 6 por ciento, siendo esta de 5.88 por ciento anual en su índice general. Desglosado por componentes, la inflación subyacente se colocó en 4.58 por ciento anual frente al 4.37 por ciento en mayo pasado a pesar del incremento de 25 puntos base de la tasa de referencia objetivo de Banco de México. Por su parte, la inflación no subyacente se ubicó en 10 por ciento anual, principalmente incidida por los productos pecuarios y los energéticos que incrementaron de manera anual un 10.61 y 17.13 por ciento respectivamente.

Es así como persiste el debate entre sí los bancos centrales —tanto el nuestro, como de otras latitudes— deberían entrar en acción mediante el alza a sus tasas de interés que devengaría en una contracción al consumo y por ende a la inflación pero repercutiendo en la recuperación económica; o si permanecer con la misma postura por un tiempo con el riesgo de que la inflación creada de manera artificial por los estímulos monetarios implementados, las presiones en diversas materias primas a nivel global, los efectos de base de comparación y otras presiones de costos por cuellos de botella en la producción, sigan perjudicando el poder adquisitivo de la población. Cuídese mucho.

Regeneración 19

Para el mes de junio pasado, la inflación general fue del 5.88 por ciento interanual, especialmente incidida por los agropecuarios y energéticos.

Con la recuperación económica global en su apogeo, distintas peculiaridades han hecho que algunos de los productos se encarezcan debido al desequilibrio que permea entre la oferta y la demanda. El caso más citado últimamente ha sido el de los semiconductores que, desde inicios de la pandemia tuvo afectaciones al haber una escasez de chips electrónicos que han afectado principalmente a la industria automotriz, electrodomésticos y tarjetas gráficas para computadoras; tanto así, que en Estados Unidos ha habido un incremento considerable en los precios de automóviles seminuevos a tal grado de ser más costosos que uno nuevo de agencia.

Y es que un problema de tal magnitud, no se puede resolver solamente aumentando la producción. Esto debido a que antes de la pandemia ya contaba con una producción al tope de su capacidad, por lo que distintos fabricantes están haciendo lo que está en sus manos para incrementar su planta productiva, por lo que este fenómeno podría perdurar al mediano plazo en lo que resuelven la problemática de la oferta.

Por otra parte, a inicios de la pandemia y con el objetivo de adaptarnos al quedarse en casa, las personas que pudieron y tuvieron la oportunidad de trabajar y estudiar en casa, optaron por incrementar sus posesiones electrónicas por lo que pudimos palmar incrementos en los precios de los dispositivos electrónicos, escritorios, material de limpieza, etc., que estuvieron ligados a la necesidad de adaptarse a las ‘nuevas’ actividades.

De tal manera que conforme la tasa de vacunación vaya aumentando, este tipo de precios deberán ir disminuyendo paulatinamente; en tanto, otros tipos de productos verán incrementos en su precio, como lo son los restaurantes, hoteles y aerolíneas.

A su vez, existen otro tipo de productos que el aumento de sus precios pudiese perdurar más en el tiempo, como lo son el gas LP y la gasolina.

En el primero, según la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), en marzo pasado emplazó a distintas empresas para determinar su comprobable responsabilidad en la colusión de la determinación de precios al público lo que podría haber originado incrementos en su precio, mientras que desde 2018, la Cofece en su informe “Transición hacia mercados competidos de Energía: Gas LP” había alertado sobre la concentración del mercado en las manos de un grupo reducido de participantes.

En tal estudio, también sugirieron algunas propuestas para reducir tal concentración del mercado como fomentar la venta de cilindros de gas LP en estaciones de autoservicio, vender gas LP a población vulnerable a través de estaciones de Diconsa mediante licitaciones públicas, eliminar obstáculos normativos para la instalación de plantas de distribución, y elaborar un plan de incentivos presupuestales con el objetivo de facilitar la sustituibilidad del gas LP por el gas natural.

Mientras que, para el segundo producto, el precio de la gasolina estará incidido principalmente por el precio del barril de petróleo, que como sabemos, los precios internacionales están “determinados” por la oferta internacional de los países exportadores de petróleo y que recientemente no ha habido acuerdo alguno para especificar qué niveles de producción inyectará al mercado cada país. En tanto, mientras se reúnen los países exportadores de petróleo existirá incertidumbre en cuanto a si la demanda actual es capaz de absorber la oferta que estarían dispuestos a incrementar alguno que otro miembro de la OPEP+.

Mientras tanto, para el mes pasado persistió la inflación cercana al 6 por ciento, siendo esta de 5.88 por ciento anual en su índice general. Desglosado por componentes, la inflación subyacente se colocó en 4.58 por ciento anual frente al 4.37 por ciento en mayo pasado a pesar del incremento de 25 puntos base de la tasa de referencia objetivo de Banco de México. Por su parte, la inflación no subyacente se ubicó en 10 por ciento anual, principalmente incidida por los productos pecuarios y los energéticos que incrementaron de manera anual un 10.61 y 17.13 por ciento respectivamente.

Es así como persiste el debate entre sí los bancos centrales —tanto el nuestro, como de otras latitudes— deberían entrar en acción mediante el alza a sus tasas de interés que devengaría en una contracción al consumo y por ende a la inflación pero repercutiendo en la recuperación económica; o si permanecer con la misma postura por un tiempo con el riesgo de que la inflación creada de manera artificial por los estímulos monetarios implementados, las presiones en diversas materias primas a nivel global, los efectos de base de comparación y otras presiones de costos por cuellos de botella en la producción, sigan perjudicando el poder adquisitivo de la población. Cuídese mucho.

Regeneración 19