/ martes 2 de febrero de 2021

Economía para todos | Prácticas riesgosas en Wall Street… otra vez

Como si fuera visto en una película de Hollywood, durante los últimos días un puñado de miles -si no es que millones- de inversores minoristas individuales, han puesto en jaque a los grandes tiburones del mercado de valores en Wall Street.

En el mundo de los mercados de valores alrededor del mundo, existe un abanico de instrumentos financieros con los que se puede acrecentar el patrimonio de uno o varios individuos, así como los de una compañía gestora. El activo más común y “sencillo” es la acción, la cual es una parte alícuota de una empresa; con ella, si se adquiere a un precio determinado y se vende en un precio más alto, la diferencia se vuelve la ganancia; sin embargo, existen instrumentos más complejos como los que propiciaron la crisis financiera de 2008 como las Obligaciones de Deuda Garantizada, Swap de Incumplimiento Crediticio (CDO y CDS por sus siglas en inglés, respectivamente), entre otros.

Es así como en los últimos días, se ha gestado un acontecimiento inusual entre inversores minoristas y grandes compañías que gestionan fondos de cobertura, también denominados “hedge funds”. Y es que los primeros, en común acuerdo, adquirieron acciones de la empresa “moribunda” Gamestop; mientras los segundos, llevaron a cabo una práctica poco decorosa —aunque legal— ante esta empresa y otras tantas.

Gamestop es una cadena minorista estadounidense especializada en videojuegos que, debido a las dificultades de modernizar su negocio y que la mayoría de sus clientes han migrado a la adquisición de productos en línea, es que el valor de sus acciones ha ido en retroceso con el pasar del tiempo. Algo totalmente natural en la época que vivimos, en donde las compañías se tienen que adaptar al presente y futuro, el ya conocido “renovarse o morir”.

Esta situación llevó a varias compañías gestoras de hedge funds a practicar lo que en el mercado de valores se le conoce como “venta en corto”, práctica compleja donde se intenta obtener beneficios cuando los valores bajan mediante el pedir prestada una acción para venderla al precio actual, con la expectativa de comprarla a un precio menor, devolviéndola y quedándose con la diferencia, siendo la ganancia. En tanto, si el valor de la acción sube, se obtendrían pérdidas. Es por lo que, en lo personal, a este tipo de práctica/instrumento financiero lo considero poco decoroso, es como lucrar con la desgracia ajena. De ahí que haya agarrado mala fama tras la crisis financiera del 2008 en donde se creyó que este tipo de práctica tuviera injerencia en lo ocurrido con el desplome del valor de las acciones; sin embargo, sigue siendo popular entre los corredores de bolsa.

En su contraparte, un millar de inversores minoristas independientes compraron acciones de esta compañía de videojuegos de manera masiva, haciendo que se revalorizara el precio de la acción hasta en 1,700 por ciento en tres semanas, provocando pérdidas billonarias en las compañías gestoras que tenían posturas de venta en corto. Todo ello con el objetivo de enfrentarse a las grandes corporaciones con sus propias reglas, usando el libre mercado, y es que muchos de estos inversores minoristas fueron afectados por las prácticas nocivas que llevaron a la crisis financiera de 2008 por parte de las grandes corporaciones donde en su mayoría quedaron absueltas, impunes e incluso rescatadas.

A su vez, mientras seguía la euforia de la compra de acciones de Gamestop impulsada principalmente por las redes sociales, ciertas aplicaciones optaron por limitar y/o suspender las operaciones de compra —mas no las de venta— con el fin de evitar que siguieran comprando e inflando el precio de las acciones en varias empresas, justificándose con la alta volatilidad de los activos financieros que podría resultar en pérdidas para los usuarios. Medidas que sin duda beneficiaron a los fondos de cobertura comprometidos con sus masivas “ventas en corto”.

En tanto, todos estos sucesos entre las grandes corporaciones y los inversores minoristas, ha abierto la discusión sobre la preocupación de cómo es que se ha podido tambalear un mercado tan importante e imponente como el de Wall Street en Nueva York, y cómo es que las empresas que operan en él, que han forjado fortunas mediante este tipo de prácticas durante años, que siempre han estado a favor de la autorregulación del libre mercado y que la intervención del Estado se mantenga lejos, es que ahora piden que se regule esta clase de prácticas. Mientras tanto, entre más tiempo dure esta batalla, más se acrecentará la incertidumbre en los mercados financieros que de por sí persiste con la “nueva normalidad”. Cuídese mucho.

Regeneración 19

Como si fuera visto en una película de Hollywood, durante los últimos días un puñado de miles -si no es que millones- de inversores minoristas individuales, han puesto en jaque a los grandes tiburones del mercado de valores en Wall Street.

En el mundo de los mercados de valores alrededor del mundo, existe un abanico de instrumentos financieros con los que se puede acrecentar el patrimonio de uno o varios individuos, así como los de una compañía gestora. El activo más común y “sencillo” es la acción, la cual es una parte alícuota de una empresa; con ella, si se adquiere a un precio determinado y se vende en un precio más alto, la diferencia se vuelve la ganancia; sin embargo, existen instrumentos más complejos como los que propiciaron la crisis financiera de 2008 como las Obligaciones de Deuda Garantizada, Swap de Incumplimiento Crediticio (CDO y CDS por sus siglas en inglés, respectivamente), entre otros.

Es así como en los últimos días, se ha gestado un acontecimiento inusual entre inversores minoristas y grandes compañías que gestionan fondos de cobertura, también denominados “hedge funds”. Y es que los primeros, en común acuerdo, adquirieron acciones de la empresa “moribunda” Gamestop; mientras los segundos, llevaron a cabo una práctica poco decorosa —aunque legal— ante esta empresa y otras tantas.

Gamestop es una cadena minorista estadounidense especializada en videojuegos que, debido a las dificultades de modernizar su negocio y que la mayoría de sus clientes han migrado a la adquisición de productos en línea, es que el valor de sus acciones ha ido en retroceso con el pasar del tiempo. Algo totalmente natural en la época que vivimos, en donde las compañías se tienen que adaptar al presente y futuro, el ya conocido “renovarse o morir”.

Esta situación llevó a varias compañías gestoras de hedge funds a practicar lo que en el mercado de valores se le conoce como “venta en corto”, práctica compleja donde se intenta obtener beneficios cuando los valores bajan mediante el pedir prestada una acción para venderla al precio actual, con la expectativa de comprarla a un precio menor, devolviéndola y quedándose con la diferencia, siendo la ganancia. En tanto, si el valor de la acción sube, se obtendrían pérdidas. Es por lo que, en lo personal, a este tipo de práctica/instrumento financiero lo considero poco decoroso, es como lucrar con la desgracia ajena. De ahí que haya agarrado mala fama tras la crisis financiera del 2008 en donde se creyó que este tipo de práctica tuviera injerencia en lo ocurrido con el desplome del valor de las acciones; sin embargo, sigue siendo popular entre los corredores de bolsa.

En su contraparte, un millar de inversores minoristas independientes compraron acciones de esta compañía de videojuegos de manera masiva, haciendo que se revalorizara el precio de la acción hasta en 1,700 por ciento en tres semanas, provocando pérdidas billonarias en las compañías gestoras que tenían posturas de venta en corto. Todo ello con el objetivo de enfrentarse a las grandes corporaciones con sus propias reglas, usando el libre mercado, y es que muchos de estos inversores minoristas fueron afectados por las prácticas nocivas que llevaron a la crisis financiera de 2008 por parte de las grandes corporaciones donde en su mayoría quedaron absueltas, impunes e incluso rescatadas.

A su vez, mientras seguía la euforia de la compra de acciones de Gamestop impulsada principalmente por las redes sociales, ciertas aplicaciones optaron por limitar y/o suspender las operaciones de compra —mas no las de venta— con el fin de evitar que siguieran comprando e inflando el precio de las acciones en varias empresas, justificándose con la alta volatilidad de los activos financieros que podría resultar en pérdidas para los usuarios. Medidas que sin duda beneficiaron a los fondos de cobertura comprometidos con sus masivas “ventas en corto”.

En tanto, todos estos sucesos entre las grandes corporaciones y los inversores minoristas, ha abierto la discusión sobre la preocupación de cómo es que se ha podido tambalear un mercado tan importante e imponente como el de Wall Street en Nueva York, y cómo es que las empresas que operan en él, que han forjado fortunas mediante este tipo de prácticas durante años, que siempre han estado a favor de la autorregulación del libre mercado y que la intervención del Estado se mantenga lejos, es que ahora piden que se regule esta clase de prácticas. Mientras tanto, entre más tiempo dure esta batalla, más se acrecentará la incertidumbre en los mercados financieros que de por sí persiste con la “nueva normalidad”. Cuídese mucho.

Regeneración 19