/ martes 11 de mayo de 2021

Economía y bienestar | De los festejos de mayo

Tal vez uno de los libros más citados que de alguna manera describen al mexicano desde un ámbito cultural, es sin duda el Laberinto de la Soledad, escrito por Octavio Paz, publicado en 1950.

El ensayo nos lleva a reflexionar a partir del análisis de una serie de aspectos que nos define como mexicanos, que implica expresiones, preocupaciones, prácticas e incluso rituales, que al final de cuentas dan identidad y que tiene que ver con elementos históricos, simbólicos y psicológicos que forman en buena medida a la naturaleza del temperamento de lo que implica el ser mexicano.

En este sentido, abordar la cultura mexicana que da forma a las diversas manifestaciones y expresiones es sumamente complejo, debido al entorno multicultural de la mexicanidad, ya que podemos decir que somos y conformamos una sociedad con diferentes identidades, lo que a su vez puede generar confusiones en cuanto a cuáles son los elementos que nos dan identidad y nos hace genuinos ante el resto del mundo. Al respecto es necesario considerar los antecedentes históricos, así como las manifestaciones cotidianas a través de las cuales nos identificamos y nos dan sentido a lo que hacemos y por qué lo hacemos.

Es decir, lo cotidiano no representa otra cosa más que el moldear las interacciones mediante las cuales tanto uno como otro individuo lo hacen y se representan, pero por qué citar a O. Paz y su ensayo antes mencionado, basta con nombrar la forma como aborda el capítulo cuarto denominado los hijos de la malinche; al referirse a la extrañeza del hermetismo del mexicano que ha creado casi una leyenda a nivel internacional, incluso el mismo Octavio Paz, afirmaba que nuestro recelo provoca el ajeno al afirmar lo siguiente: Si nuestra cortesía atrae, nuestra reserva hiela. Y las inesperadas violencias que nos desgarran, el esplendor convulso o solemne de nuestras fiestas, el culto a la muerte, acaban por desconcertar al extranjero. Lo anterior tiene sentido en las festividades que nos hace ser únicos y que nos dan identidad, si consideramos que el mes de mayo hay una serie de festividades cuyo ritual no deja de ser una expresión muy particular de nuestra cultura mexicana, por ejemplo, las festividades del día cinco de mayo y el por qué se toma como una gesta heroica con un matiz fuertemente nacionalista; el diez de mayo Día de las Madres y el júbilo de manifestaciones que hay en su entorno, y posteriormente el 15 de mayo día del maestro. En estas tres fechas las expresiones generan conexiones importantes que nos dan identidad al menos de una mínima forma del ser mexicano, ya que hay otras fechas más que se suman y moldean nuestra identidad.

Referente al diez de mayo, el Inegi publicó un boletín mediante el cual da una serie de datos importantes para su conocer más sobre esta fecha asociada a la maternidad. En México se celebra el Día de la Madre desde 1922. Para el año 2020 residían en el país 48.6 millones de mujeres de 15 años y más, de las cuales 72.4% tenía al menos un hijo vivo, es decir 35.2 millones de mujeres. De este total, 7.1% son hablantes de alguna lengua indígena es decir 2.5 millones. Otro dato importante es que la Tasa Global de Fecundidad va a la baja, es decir las mujeres cada vez tienen menos hijos, en el año 1999 era de 2.86 y para el año 2019 era de 1.88 hijos por cada mil mujeres.

En cuanto a la condición conyugal, el 47% de las mujeres de 15 años y más que han experimentado la maternidad está casada, el otro restante 53% experimentan otra condición conyugal; en el año 2020, la tasa de participación económica de las mujeres de lengua indígena con hijos nacidos vivos fue del 28 por ciento, en tanto que las mujeres que no hablan lengua indígena fueron del 42%. Estos entre otros datos que nos muestra el Inegi en su reporte, configura en cierta medida algunas de las estadísticas que nos muestran la gran diversidad que hay en las condiciones de las mujeres en cuanto a la maternidad, sin duda, lo anterior implica a su vez el reconocer que estamos en un proceso de reestructura de las condiciones de la familia misma, donde la mujer juega un papel preponderante, central y medular, por ello, es vital el reconocimiento a las múltiples inequidades que hay en torno a la mujer por lo que trabajemos para construir un espacio para que un día se festeje la equidad y la igualdad, que es una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.

Regeneración 19

Tal vez uno de los libros más citados que de alguna manera describen al mexicano desde un ámbito cultural, es sin duda el Laberinto de la Soledad, escrito por Octavio Paz, publicado en 1950.

El ensayo nos lleva a reflexionar a partir del análisis de una serie de aspectos que nos define como mexicanos, que implica expresiones, preocupaciones, prácticas e incluso rituales, que al final de cuentas dan identidad y que tiene que ver con elementos históricos, simbólicos y psicológicos que forman en buena medida a la naturaleza del temperamento de lo que implica el ser mexicano.

En este sentido, abordar la cultura mexicana que da forma a las diversas manifestaciones y expresiones es sumamente complejo, debido al entorno multicultural de la mexicanidad, ya que podemos decir que somos y conformamos una sociedad con diferentes identidades, lo que a su vez puede generar confusiones en cuanto a cuáles son los elementos que nos dan identidad y nos hace genuinos ante el resto del mundo. Al respecto es necesario considerar los antecedentes históricos, así como las manifestaciones cotidianas a través de las cuales nos identificamos y nos dan sentido a lo que hacemos y por qué lo hacemos.

Es decir, lo cotidiano no representa otra cosa más que el moldear las interacciones mediante las cuales tanto uno como otro individuo lo hacen y se representan, pero por qué citar a O. Paz y su ensayo antes mencionado, basta con nombrar la forma como aborda el capítulo cuarto denominado los hijos de la malinche; al referirse a la extrañeza del hermetismo del mexicano que ha creado casi una leyenda a nivel internacional, incluso el mismo Octavio Paz, afirmaba que nuestro recelo provoca el ajeno al afirmar lo siguiente: Si nuestra cortesía atrae, nuestra reserva hiela. Y las inesperadas violencias que nos desgarran, el esplendor convulso o solemne de nuestras fiestas, el culto a la muerte, acaban por desconcertar al extranjero. Lo anterior tiene sentido en las festividades que nos hace ser únicos y que nos dan identidad, si consideramos que el mes de mayo hay una serie de festividades cuyo ritual no deja de ser una expresión muy particular de nuestra cultura mexicana, por ejemplo, las festividades del día cinco de mayo y el por qué se toma como una gesta heroica con un matiz fuertemente nacionalista; el diez de mayo Día de las Madres y el júbilo de manifestaciones que hay en su entorno, y posteriormente el 15 de mayo día del maestro. En estas tres fechas las expresiones generan conexiones importantes que nos dan identidad al menos de una mínima forma del ser mexicano, ya que hay otras fechas más que se suman y moldean nuestra identidad.

Referente al diez de mayo, el Inegi publicó un boletín mediante el cual da una serie de datos importantes para su conocer más sobre esta fecha asociada a la maternidad. En México se celebra el Día de la Madre desde 1922. Para el año 2020 residían en el país 48.6 millones de mujeres de 15 años y más, de las cuales 72.4% tenía al menos un hijo vivo, es decir 35.2 millones de mujeres. De este total, 7.1% son hablantes de alguna lengua indígena es decir 2.5 millones. Otro dato importante es que la Tasa Global de Fecundidad va a la baja, es decir las mujeres cada vez tienen menos hijos, en el año 1999 era de 2.86 y para el año 2019 era de 1.88 hijos por cada mil mujeres.

En cuanto a la condición conyugal, el 47% de las mujeres de 15 años y más que han experimentado la maternidad está casada, el otro restante 53% experimentan otra condición conyugal; en el año 2020, la tasa de participación económica de las mujeres de lengua indígena con hijos nacidos vivos fue del 28 por ciento, en tanto que las mujeres que no hablan lengua indígena fueron del 42%. Estos entre otros datos que nos muestra el Inegi en su reporte, configura en cierta medida algunas de las estadísticas que nos muestran la gran diversidad que hay en las condiciones de las mujeres en cuanto a la maternidad, sin duda, lo anterior implica a su vez el reconocer que estamos en un proceso de reestructura de las condiciones de la familia misma, donde la mujer juega un papel preponderante, central y medular, por ello, es vital el reconocimiento a las múltiples inequidades que hay en torno a la mujer por lo que trabajemos para construir un espacio para que un día se festeje la equidad y la igualdad, que es una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.

Regeneración 19