/ martes 19 de abril de 2022

Economía y bienestar | El dilema de las interpretaciones

En distintos campos del pensamiento humano se hace referencia a las formas de cómo se aborda el sentido de los textos, independientemente del contexto en tiempo y espacio en el que se escribieron, discutieron y presentaron, es por ello, que se debe analizar siempre a fin de reflexionar y comprender un texto, sobre la base de lo que se quiere decir, esto es, a partir de su intención.

Paul Ricoeur ya lo discutía en su libro “El conflicto de las interpretaciones” publicado en 1969 en el que indicaba que si la exégesis ha presentado un problema hermenéutico, es decir, un problema de interpretación, es porque toda lectura de un texto por más ligada que esté a aquello en vista de lo cual fue escrito, se hace siempre dentro de una comunidad, una tradición o de una corriente de pensamiento viva que desarrolla presupuestos y exigencias (Ricoeur, 1969:9), en esta tesitura, es necesario e importante el sentido de la interpretación del texto en función a los signos y su significancia, de ahí, que el acercamiento tienda a vencer la distancia entre el contexto tanto histórico como cultural del texto y de quien hace la interpretación, sin duda, lo anterior implica un proceso de acercamiento a fin de entender, reflexionar y comprender el sentido de cada documento. Lo anterior nos plantea el reto del entendimiento colectivo a fin de colocar al menos en una discusión de intereses entre privados y públicos cuál debe ser el sentido que cada quien les dé a las decisiones que tome, las mismas que estarán sin dida enmarcadas por varios factores individuales aunque sus afectaciones y consecuencias sean colectivas y viceversa.

Por lo tanto, es de suma importancia el sentido que se le dé a la democracia, entre actos de tipo participativo y los representativos, es decir, en aquellos actos en los que participamos todos los ciudadanos y en aquellos quienes representan a un partido pero que, fueron en algunos casos seleccionados por la mayoría de los ciudadanos a fin de representar los intereses de quienes los llevaron a su representación. Lo cual debería implicar que en la toma de decisiones estos representantes deberían hacer una consulta mínima a sus representados a fin de que éste tomara una determinación y actuara en consecuencia, en sí, sería un acto de una real democracia participativa en la que el representante llevara la voz y la posición de quien representa, sin embargo, en nuestro sistema, que hay un completo divorcio entre quienes dicen representar a los ciudadanos y las decisiones que ellos toman y a quienes consultan para hacerlo, es decir, tal parece que muchos de los representantes populares que legislan y toman decisiones que llevan implicaciones para la mayoría de los ciudadanos, solo asumen posturas por indicaciones externas, sin antes reflexionar, interpretar y comprender el sentido de los textos que llevan implícitos en las leyes o reglamentos que discuten quienes son representantes populares. Lo anterior no solo implica un problema de tipo epistemológico, sino además de tipo político e ideológico, ya que implica saber de antemano qué tipo de sociedad es la que se trata de construir, qué tipo de idea en el plano reflexivo y comprensivo se está tratando de edificar, cuando los resultados después de años de implementación de la economía de mercado han tenido como dividendos más cifras negativas que positivas, es por ello que, es necesario discutir a fin de interpretar y comprender el tipo de sociedad que se trata de edificar, sin duda un problema no solo de las mayorías que votan, sino una tarea pendiente de tipo democrático y desde luego de compromisos para todos los ciudadanos, tanto en el ámbito ético, histórico y social. Lo que implica es de resignificar lo que siempre se ha tratado de construir que es la justicia social y que ahora en la exégesis pocos reflexionan y comprenden bien sea por sus limitaciones, o bien por sus alcances e implicaciones.

  • Regeneración 19

En distintos campos del pensamiento humano se hace referencia a las formas de cómo se aborda el sentido de los textos, independientemente del contexto en tiempo y espacio en el que se escribieron, discutieron y presentaron, es por ello, que se debe analizar siempre a fin de reflexionar y comprender un texto, sobre la base de lo que se quiere decir, esto es, a partir de su intención.

Paul Ricoeur ya lo discutía en su libro “El conflicto de las interpretaciones” publicado en 1969 en el que indicaba que si la exégesis ha presentado un problema hermenéutico, es decir, un problema de interpretación, es porque toda lectura de un texto por más ligada que esté a aquello en vista de lo cual fue escrito, se hace siempre dentro de una comunidad, una tradición o de una corriente de pensamiento viva que desarrolla presupuestos y exigencias (Ricoeur, 1969:9), en esta tesitura, es necesario e importante el sentido de la interpretación del texto en función a los signos y su significancia, de ahí, que el acercamiento tienda a vencer la distancia entre el contexto tanto histórico como cultural del texto y de quien hace la interpretación, sin duda, lo anterior implica un proceso de acercamiento a fin de entender, reflexionar y comprender el sentido de cada documento. Lo anterior nos plantea el reto del entendimiento colectivo a fin de colocar al menos en una discusión de intereses entre privados y públicos cuál debe ser el sentido que cada quien les dé a las decisiones que tome, las mismas que estarán sin dida enmarcadas por varios factores individuales aunque sus afectaciones y consecuencias sean colectivas y viceversa.

Por lo tanto, es de suma importancia el sentido que se le dé a la democracia, entre actos de tipo participativo y los representativos, es decir, en aquellos actos en los que participamos todos los ciudadanos y en aquellos quienes representan a un partido pero que, fueron en algunos casos seleccionados por la mayoría de los ciudadanos a fin de representar los intereses de quienes los llevaron a su representación. Lo cual debería implicar que en la toma de decisiones estos representantes deberían hacer una consulta mínima a sus representados a fin de que éste tomara una determinación y actuara en consecuencia, en sí, sería un acto de una real democracia participativa en la que el representante llevara la voz y la posición de quien representa, sin embargo, en nuestro sistema, que hay un completo divorcio entre quienes dicen representar a los ciudadanos y las decisiones que ellos toman y a quienes consultan para hacerlo, es decir, tal parece que muchos de los representantes populares que legislan y toman decisiones que llevan implicaciones para la mayoría de los ciudadanos, solo asumen posturas por indicaciones externas, sin antes reflexionar, interpretar y comprender el sentido de los textos que llevan implícitos en las leyes o reglamentos que discuten quienes son representantes populares. Lo anterior no solo implica un problema de tipo epistemológico, sino además de tipo político e ideológico, ya que implica saber de antemano qué tipo de sociedad es la que se trata de construir, qué tipo de idea en el plano reflexivo y comprensivo se está tratando de edificar, cuando los resultados después de años de implementación de la economía de mercado han tenido como dividendos más cifras negativas que positivas, es por ello que, es necesario discutir a fin de interpretar y comprender el tipo de sociedad que se trata de edificar, sin duda un problema no solo de las mayorías que votan, sino una tarea pendiente de tipo democrático y desde luego de compromisos para todos los ciudadanos, tanto en el ámbito ético, histórico y social. Lo que implica es de resignificar lo que siempre se ha tratado de construir que es la justicia social y que ahora en la exégesis pocos reflexionan y comprenden bien sea por sus limitaciones, o bien por sus alcances e implicaciones.

  • Regeneración 19