/ martes 10 de mayo de 2022

Economía y bienestar | El riesgo de la dependencia alimentaria

Una de las principales preocupaciones en el mundo contemporáneo es la generación de alimentos a fin de que toda la población tenga acceso a una nutrición suficiente y de calidad, lamentablemente nos encontramos en los límites que el planeta tiene para producirlos, ya en su momento el pensador inglés Thomas Robert Malthus lo plantearía desde 1798 en su libro titulado “Primer ensayo sobre la población”, en que la población crece de manera geométrica en tanto los alimentos de manera aritmética, es decir, la población crece de manera exponencial, en tanto los alimentos, su crecimiento es continuo, lo anterior llevaría a la humanidad en el largo plazo a un desequilibrio entre el número de habitantes en el planeta y la capacidad del mismo para satisfacer las necesidades de alimentación.

En la actualidad la población mundial está muy cerca de llegar a los ocho mil millones de personas, y el reto de la alimentación se presenta como impostergable, ya en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, misma que contiene 17 objetivos prioritarios que se deben alcanzar por parte de los países miembros que firmaron los compromisos establecidos en ella. En referida agenda, se enuncia en el objetivo dos, denominado Hambre Cero. En éste se hace un diagnóstico donde lamentablemente el hambre y la desnutrición siguen siendo obstáculos serios para el desarrollo de muchos países, principalmente subdesarrollados, ya que se estima de acuerdo con la ONU, que 821 millones de personas sufrían desnutrición crónica al año 2017, es decir, un poco más del diez por ciento de la población, lo anterior producto de la degradación ambiental entre otros factores. Asimismo, de acuerdo con el documento, más de 90 millones de niños menores de cinco años tienen un peso y talla que no corresponde con aspectos normales a un desarrollo sano, lo anterior como producto de la mala nutrición.

El escenario anterior debe poner mayor énfasis en las políticas de los gobiernos a fin de fomentar estrategias para la producción de alimentos de manera sustentable, además de diseñar acciones para una distribución más eficiente, ya que muchos de los productos alimenticios se pierden por diversos motivos que bien pueden superarse, como es la mejora en la distribución de éstos, así como supervisar y reglamentar su manejo comercial a fin de evitar el acaparamiento y la especulación.

Por otro lado, cada país con capacidad tanto económica como territorial, tecnológica y financiera deberá desarrollar sus capacidades a fin de invertir en investigación y desarrollo de alimentos, de tal manera que logre la autosuficiencia alimentaria.

En el caso de México, a pesar de ser uno de los principales países que producen alimentos, éstos no son suficiente para garantizar el abasto de los principales productos que componen nuestra dieta, debido a que se importa maíz, soya, productos lácteos, carne de cerdo, carne de aves, carne de bovino, trigo, entre otros.

Desde luego que el reto para nuestro país es mayor, ya que durante muchos años se implementó una política en la que se privilegió la importación de alimentos más que fomentar su producción local, por ello, muchas de las instituciones encargadas del fomento a la producción alimentaria fueron liquidadas o cerradas bajo diferentes argumentos, sin embargo, siempre prevaleció la idea de los aparentes beneficios de la importación de alimentos. En la actualidad, la población mexicana se ha multiplicado de manera significativa como indicó en su momento T.R. Malthus en cuanto a su crecimiento exponencial, lamentablemente la producción de alimentos no creció en la misma proporción, convirtiéndonos en importadores potenciales de muchos de ellos, lo que nos hace muy vulnerables ante cualquier proceso de especulación que se presente a nivel internacional, es por ello que siempre será loable pensar en la importancia de ser autosuficiente tanto en la producción de alimentos como en aquellos que son fundamentales para el desarrollo nacional.

  • Regeneración 19

Una de las principales preocupaciones en el mundo contemporáneo es la generación de alimentos a fin de que toda la población tenga acceso a una nutrición suficiente y de calidad, lamentablemente nos encontramos en los límites que el planeta tiene para producirlos, ya en su momento el pensador inglés Thomas Robert Malthus lo plantearía desde 1798 en su libro titulado “Primer ensayo sobre la población”, en que la población crece de manera geométrica en tanto los alimentos de manera aritmética, es decir, la población crece de manera exponencial, en tanto los alimentos, su crecimiento es continuo, lo anterior llevaría a la humanidad en el largo plazo a un desequilibrio entre el número de habitantes en el planeta y la capacidad del mismo para satisfacer las necesidades de alimentación.

En la actualidad la población mundial está muy cerca de llegar a los ocho mil millones de personas, y el reto de la alimentación se presenta como impostergable, ya en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, misma que contiene 17 objetivos prioritarios que se deben alcanzar por parte de los países miembros que firmaron los compromisos establecidos en ella. En referida agenda, se enuncia en el objetivo dos, denominado Hambre Cero. En éste se hace un diagnóstico donde lamentablemente el hambre y la desnutrición siguen siendo obstáculos serios para el desarrollo de muchos países, principalmente subdesarrollados, ya que se estima de acuerdo con la ONU, que 821 millones de personas sufrían desnutrición crónica al año 2017, es decir, un poco más del diez por ciento de la población, lo anterior producto de la degradación ambiental entre otros factores. Asimismo, de acuerdo con el documento, más de 90 millones de niños menores de cinco años tienen un peso y talla que no corresponde con aspectos normales a un desarrollo sano, lo anterior como producto de la mala nutrición.

El escenario anterior debe poner mayor énfasis en las políticas de los gobiernos a fin de fomentar estrategias para la producción de alimentos de manera sustentable, además de diseñar acciones para una distribución más eficiente, ya que muchos de los productos alimenticios se pierden por diversos motivos que bien pueden superarse, como es la mejora en la distribución de éstos, así como supervisar y reglamentar su manejo comercial a fin de evitar el acaparamiento y la especulación.

Por otro lado, cada país con capacidad tanto económica como territorial, tecnológica y financiera deberá desarrollar sus capacidades a fin de invertir en investigación y desarrollo de alimentos, de tal manera que logre la autosuficiencia alimentaria.

En el caso de México, a pesar de ser uno de los principales países que producen alimentos, éstos no son suficiente para garantizar el abasto de los principales productos que componen nuestra dieta, debido a que se importa maíz, soya, productos lácteos, carne de cerdo, carne de aves, carne de bovino, trigo, entre otros.

Desde luego que el reto para nuestro país es mayor, ya que durante muchos años se implementó una política en la que se privilegió la importación de alimentos más que fomentar su producción local, por ello, muchas de las instituciones encargadas del fomento a la producción alimentaria fueron liquidadas o cerradas bajo diferentes argumentos, sin embargo, siempre prevaleció la idea de los aparentes beneficios de la importación de alimentos. En la actualidad, la población mexicana se ha multiplicado de manera significativa como indicó en su momento T.R. Malthus en cuanto a su crecimiento exponencial, lamentablemente la producción de alimentos no creció en la misma proporción, convirtiéndonos en importadores potenciales de muchos de ellos, lo que nos hace muy vulnerables ante cualquier proceso de especulación que se presente a nivel internacional, es por ello que siempre será loable pensar en la importancia de ser autosuficiente tanto en la producción de alimentos como en aquellos que son fundamentales para el desarrollo nacional.

  • Regeneración 19