/ martes 6 de abril de 2021

Economía y bienestar | El sentido del mensaje y su interpretación

En lo más intenso del análisis de un escrito, documento, ensayo e incluso mensaje, cualquiera que estos sean, siempre lleva implícito un fuerte trabajo de interpretación.

Con el principal propósito de vencer la distancia entre la significación y el sentido de quien lo escribe y presenta, así como de quien en otro tiempo y espacio pretende leerlo y tratar de entenderlo, ya que entre el escritor y el lector interfiere la distancia histórica, el alejamiento cultural y espacial entre otros. Por ello, el sentido a la comprensión del escrito se ve permeada por la historicidad y la cultura de quien o quienes lo escriben, de ahí el distanciamiento entre el escritor en su tiempo y el lector y sus condiciones; lo anterior se convierte en un problema de interpretación. Pero la cuestión no es de tipo epistemológico, es decir, que recoge lo esencial implícito en un escrito o mensaje, sino del sentido de la interpretación de quien lo recibe, analiza o estudia. Por lo anterior, como lo plantearía el filósofo Paul Ricoeur en su texto, El Conflicto de las Interpretaciones, escrito en 1969, en el que indica que la primera y más originaria relación entre el ejercicio de la interpretación y el de comprensión; refiere los problemas técnicos a la explicación de algo textual y a los problemas de la significación en el manejo del lenguaje.

Toda expresión ontológica (que estudia la naturaleza del ser) se manifiesta como lo plantearía Ricoeur, como un fenómeno que es ante todo y desde siempre el vínculo entre el uso, manejo e interpretación del lenguaje, como representación e interpretación de la realidad a través de símbolos bajo cierto tipo de estructura que sería el lenguaje mismo; por tanto, no es en vano buscar del lado de la semántica un eje de referencia para todo el conjunto del campo hermenéutico, es decir, el lenguaje como una estructura de símbolos que le dan sentido a las ideas y al pensamiento a través de la palabra, de ahí el desarrollar el ejercicio de la interpretación y comprensión de los textos escritos mediante el claro y objetivo uso del lenguaje.

Lo anterior es de suma importancia si se considera necesaria la práctica de la crítica fundamentada y documentada a las condiciones y circunstancias en las que se desarrolla una sociedad, en donde aparecen una serie de ensayos y documentos que nos muestran una realidad asociada a la historicidad y la cultura de quien o quienes la presentan y la analizan, por ello es necesario identificar el arreglo literal de quién escribe, y lo que escribe a fin de que dicho documento o mensaje se acerque lo más objetivamente a la realidad, es por ello, que muchas veces es más convincente la presentación de datos cuantitativos ya que el número o dato en sí nos lleva de manera casi directa a la interpretación aunque ésta sea solo numérica, en tanto con el análisis del dato, el autor o autores pueden darle sentido al dato y corremos el riesgo de que éste carezca de un análisis objetivo y sentido epistemológico y desde luego ontológico. Lo anterior nos pone sobre aviso y más si se considera que en el esquema de la representación simbólica que implica el lenguaje, sin duda existirán muchos sentidos con la intención de generar una falsa interpretación de la realidad hacia quien o quienes se dirigen los mensajes.

Lo anterior tiene que ver con el intenso bombardeo de mensajes que los partidos políticos nos presentarán a través de los diferentes medios de comunicación, ahora que están iniciando las campañas políticas, en donde los ciudadanos llegamos hasta el hastío y la aversión, por varios motivos; el primero de ellos por el exagerado gasto económico que los partidos políticos hacen en las campañas políticas, en un país hundido en la desigualdad y la pobreza de grandes sectores de la población, por otro, por el uso faccioso y tendencioso de lenguaje implícito en los mensajes, cuyo sentido que se le da es con una marcada perversión al uso del mensaje que más que para informar es para todo lo contrario, para distorsionar la realidad, y generar falsas interpretaciones de los hecho o acontecimientos, por ello es necesario, que los ciudadanos estemos además de bien informados a través de la historicidad y la cultura de quién es el emisario del documento, escrito o mensaje, de ahí, el imperativo de pensar en la urgente necesidad de practicar una real democracia siendo cada vez más críticos y objetivos, entre lo que nos dicen que es y lo que realmente es.

  • Regeneración 19

En lo más intenso del análisis de un escrito, documento, ensayo e incluso mensaje, cualquiera que estos sean, siempre lleva implícito un fuerte trabajo de interpretación.

Con el principal propósito de vencer la distancia entre la significación y el sentido de quien lo escribe y presenta, así como de quien en otro tiempo y espacio pretende leerlo y tratar de entenderlo, ya que entre el escritor y el lector interfiere la distancia histórica, el alejamiento cultural y espacial entre otros. Por ello, el sentido a la comprensión del escrito se ve permeada por la historicidad y la cultura de quien o quienes lo escriben, de ahí el distanciamiento entre el escritor en su tiempo y el lector y sus condiciones; lo anterior se convierte en un problema de interpretación. Pero la cuestión no es de tipo epistemológico, es decir, que recoge lo esencial implícito en un escrito o mensaje, sino del sentido de la interpretación de quien lo recibe, analiza o estudia. Por lo anterior, como lo plantearía el filósofo Paul Ricoeur en su texto, El Conflicto de las Interpretaciones, escrito en 1969, en el que indica que la primera y más originaria relación entre el ejercicio de la interpretación y el de comprensión; refiere los problemas técnicos a la explicación de algo textual y a los problemas de la significación en el manejo del lenguaje.

Toda expresión ontológica (que estudia la naturaleza del ser) se manifiesta como lo plantearía Ricoeur, como un fenómeno que es ante todo y desde siempre el vínculo entre el uso, manejo e interpretación del lenguaje, como representación e interpretación de la realidad a través de símbolos bajo cierto tipo de estructura que sería el lenguaje mismo; por tanto, no es en vano buscar del lado de la semántica un eje de referencia para todo el conjunto del campo hermenéutico, es decir, el lenguaje como una estructura de símbolos que le dan sentido a las ideas y al pensamiento a través de la palabra, de ahí el desarrollar el ejercicio de la interpretación y comprensión de los textos escritos mediante el claro y objetivo uso del lenguaje.

Lo anterior es de suma importancia si se considera necesaria la práctica de la crítica fundamentada y documentada a las condiciones y circunstancias en las que se desarrolla una sociedad, en donde aparecen una serie de ensayos y documentos que nos muestran una realidad asociada a la historicidad y la cultura de quien o quienes la presentan y la analizan, por ello es necesario identificar el arreglo literal de quién escribe, y lo que escribe a fin de que dicho documento o mensaje se acerque lo más objetivamente a la realidad, es por ello, que muchas veces es más convincente la presentación de datos cuantitativos ya que el número o dato en sí nos lleva de manera casi directa a la interpretación aunque ésta sea solo numérica, en tanto con el análisis del dato, el autor o autores pueden darle sentido al dato y corremos el riesgo de que éste carezca de un análisis objetivo y sentido epistemológico y desde luego ontológico. Lo anterior nos pone sobre aviso y más si se considera que en el esquema de la representación simbólica que implica el lenguaje, sin duda existirán muchos sentidos con la intención de generar una falsa interpretación de la realidad hacia quien o quienes se dirigen los mensajes.

Lo anterior tiene que ver con el intenso bombardeo de mensajes que los partidos políticos nos presentarán a través de los diferentes medios de comunicación, ahora que están iniciando las campañas políticas, en donde los ciudadanos llegamos hasta el hastío y la aversión, por varios motivos; el primero de ellos por el exagerado gasto económico que los partidos políticos hacen en las campañas políticas, en un país hundido en la desigualdad y la pobreza de grandes sectores de la población, por otro, por el uso faccioso y tendencioso de lenguaje implícito en los mensajes, cuyo sentido que se le da es con una marcada perversión al uso del mensaje que más que para informar es para todo lo contrario, para distorsionar la realidad, y generar falsas interpretaciones de los hecho o acontecimientos, por ello es necesario, que los ciudadanos estemos además de bien informados a través de la historicidad y la cultura de quién es el emisario del documento, escrito o mensaje, de ahí, el imperativo de pensar en la urgente necesidad de practicar una real democracia siendo cada vez más críticos y objetivos, entre lo que nos dicen que es y lo que realmente es.

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