/ martes 4 de agosto de 2020

Economía y bienestar | La economía solidaria en época de crisis

En el discurso y pensamiento económico de la Escuela Clásica, las principales premisas se presentan como supuestos tan evidentes, que generan tendencias individualistas de entrada, el individuo, bien sea consumidor o productor toma decisiones en función a sus propios intereses.

Cabe hacer notar que no hay otros actores, y si los hay es para criticar su nula participación en el juego de la economía basada en el libre mercado, por lo que no tiene acceso a los satisfactores y por tanto es un sujeto con amplias posibilidades de caer o vivir en la pobreza, pero quién desde la lógica de los economistas clásicos vive en condiciones de pobreza y marginación, solo aquel que es indolente de su condición y por tanto renuncia a la vida llena de posibilidades de consumo que el mercado le proporciona.

Premisa por demás muy cuestionable, ya que se ha planteado que los mercados por el hecho de ser libres son justos, la verdad es que no es así, a nivel social existe una estructura donde hay una diversidad de actores y contextos que bien pueden generar un prisma muy rico que influye en las condiciones materiales en la que se encuentra la gran diversidad sociocultural.

Derivado de lo anterior, se puede afirmar que la idea de la oferta y la demanda planteados desde la perspectiva clásica solo es una construcción social para justificar que en el fondo existe un Estado que ha construido dichas afirmaciones para el funcionamiento del sistema mercado, desde tal perspectiva que fortalece la idea del individualismo, donde el sujeto es el actor principal y responsable de su devenir en el proceso de producción y acumulación, o bien el sujeto como principal responsable de todo lo contrario, su empobrecimiento.

Pero realmente suceden así las cosas, cuando existe una gran cantidad de prácticas económicas interesantes que están surgiendo hoy en día, y que son por demás interesantes ante las condiciones que prevalecen en la actualidad asociadas a la caída del Producto Interno Bruto a nivel mundial, donde el nivel de desempleo es impresionante y los problemas de salud pública hacen mella no solo en lo económico sino en el plano social; tales propuestas siempre han estado ahí, sin embargo éstas no han sido las predominantes en cuanto a su práctica, pero no estaría de más considerarlas para paliar en parte las condiciones económicas y sociales que se están presentando en la actualidad y que al parecer no se ha tocado fondo, dichas practicas se centran en la idea de construir una economía solidaria o bien buscar el precio justo, lo cual implica ver al mercado desde una perspectiva de ser un mecanismo social y no solo dicotómico entre compradores y vendedores, además de no ser el único mecanismo en el proceso de producción e intercambio ya que pueden darse otros tipos de interacción donde incluso no participe el dinero como instrumento, por ejemplo el trueque.

Lo anterior puede resultar interesante, si se considera que llevamos casi cuatro meses de confinamiento en casa, con serios problemas en ámbitos económicos y sociales, donde han aparecido nuevas alternativas de producción doméstica, como la construcción de huertos familiares o incluso la cría de animales de traspatio con la intención de buscar no solo mecanismos de esparcimiento sino de supervivencia en muchos casos.

En este sentido, la economía solidaria implica buscar la convivencia entre los hombres pensando en la armonía entre el respeto a la diversidad cultural de los hombres, de tal suerte que se revaloren todos los productos como los artesanales, los elaborados por pequeñas y medianas empresas entre otras, lo anterior a fin de lograr un precio justo; además, la economía solidaria pretende que en la acción de producir, se haga con un estricto respeto al entorno, es decir al medio ambiente, que implica no contaminar aire, tierra, agua y cultura. Desde luego que se puede lograr lo anterior, ante el reto que tenemos en frente, que es la fuerte crisis mundial asociada a la contracción económica derivada de la pandemia de salud pública que azota el mundo, por ello la, propuesta no solo es pensar en el mercado como lo pensaron los clásicos a finales del siglo XVIII, ahora debemos pensar en ser solidarios y desde luego más colectivos, ya que si quiebra una empresa o bien alguien pierde su empleo, un individuo o microempresa no tendrá más oportunidades en época de crisis, por el contrario, considero que todos estaríamos perdiendo, es tiempo de ser más solidarios, así ganamos todos.

Regeneración 19

En el discurso y pensamiento económico de la Escuela Clásica, las principales premisas se presentan como supuestos tan evidentes, que generan tendencias individualistas de entrada, el individuo, bien sea consumidor o productor toma decisiones en función a sus propios intereses.

Cabe hacer notar que no hay otros actores, y si los hay es para criticar su nula participación en el juego de la economía basada en el libre mercado, por lo que no tiene acceso a los satisfactores y por tanto es un sujeto con amplias posibilidades de caer o vivir en la pobreza, pero quién desde la lógica de los economistas clásicos vive en condiciones de pobreza y marginación, solo aquel que es indolente de su condición y por tanto renuncia a la vida llena de posibilidades de consumo que el mercado le proporciona.

Premisa por demás muy cuestionable, ya que se ha planteado que los mercados por el hecho de ser libres son justos, la verdad es que no es así, a nivel social existe una estructura donde hay una diversidad de actores y contextos que bien pueden generar un prisma muy rico que influye en las condiciones materiales en la que se encuentra la gran diversidad sociocultural.

Derivado de lo anterior, se puede afirmar que la idea de la oferta y la demanda planteados desde la perspectiva clásica solo es una construcción social para justificar que en el fondo existe un Estado que ha construido dichas afirmaciones para el funcionamiento del sistema mercado, desde tal perspectiva que fortalece la idea del individualismo, donde el sujeto es el actor principal y responsable de su devenir en el proceso de producción y acumulación, o bien el sujeto como principal responsable de todo lo contrario, su empobrecimiento.

Pero realmente suceden así las cosas, cuando existe una gran cantidad de prácticas económicas interesantes que están surgiendo hoy en día, y que son por demás interesantes ante las condiciones que prevalecen en la actualidad asociadas a la caída del Producto Interno Bruto a nivel mundial, donde el nivel de desempleo es impresionante y los problemas de salud pública hacen mella no solo en lo económico sino en el plano social; tales propuestas siempre han estado ahí, sin embargo éstas no han sido las predominantes en cuanto a su práctica, pero no estaría de más considerarlas para paliar en parte las condiciones económicas y sociales que se están presentando en la actualidad y que al parecer no se ha tocado fondo, dichas practicas se centran en la idea de construir una economía solidaria o bien buscar el precio justo, lo cual implica ver al mercado desde una perspectiva de ser un mecanismo social y no solo dicotómico entre compradores y vendedores, además de no ser el único mecanismo en el proceso de producción e intercambio ya que pueden darse otros tipos de interacción donde incluso no participe el dinero como instrumento, por ejemplo el trueque.

Lo anterior puede resultar interesante, si se considera que llevamos casi cuatro meses de confinamiento en casa, con serios problemas en ámbitos económicos y sociales, donde han aparecido nuevas alternativas de producción doméstica, como la construcción de huertos familiares o incluso la cría de animales de traspatio con la intención de buscar no solo mecanismos de esparcimiento sino de supervivencia en muchos casos.

En este sentido, la economía solidaria implica buscar la convivencia entre los hombres pensando en la armonía entre el respeto a la diversidad cultural de los hombres, de tal suerte que se revaloren todos los productos como los artesanales, los elaborados por pequeñas y medianas empresas entre otras, lo anterior a fin de lograr un precio justo; además, la economía solidaria pretende que en la acción de producir, se haga con un estricto respeto al entorno, es decir al medio ambiente, que implica no contaminar aire, tierra, agua y cultura. Desde luego que se puede lograr lo anterior, ante el reto que tenemos en frente, que es la fuerte crisis mundial asociada a la contracción económica derivada de la pandemia de salud pública que azota el mundo, por ello la, propuesta no solo es pensar en el mercado como lo pensaron los clásicos a finales del siglo XVIII, ahora debemos pensar en ser solidarios y desde luego más colectivos, ya que si quiebra una empresa o bien alguien pierde su empleo, un individuo o microempresa no tendrá más oportunidades en época de crisis, por el contrario, considero que todos estaríamos perdiendo, es tiempo de ser más solidarios, así ganamos todos.

Regeneración 19