/ martes 23 de junio de 2020

Economía y bienestar | La importancia del fomento al empleo

Rogelio Cogco

En la ciencia económica y particularmente en el pensamiento que gira en torno a la economía política, existe una fuerte polémica sobre los alcances y las limitaciones respecto a la intervención del gobierno en la economía.

Por ejemplo, la tradición de la escuela clásica con la famosa expresión francesa del siglo XVIII del “Laissez faire, laissez passer” en el fondo lleva una postura netamente liberal, con el objetivo central en el establecimiento de una sociedad de mercado libre de cualquier obstáculo, bien sea éste generado por la intervención del gobierno o de alguna otra instancia que pudiera distorsionar la información derivada de las fuerzas de la oferta y la demanda, se pensaba además que dichas fuerzas generaban información que a largo plazo tendería a colocar a todos en el lugar que les corresponda, es decir, a largo plazo todo es estable, por tanto en los principales desequilibrios registrados a nivel económico y social, todos serían capaces de colocarse en el peldaño social que le compete, de ahí que la indolencia como manifestación individual de quien tiene ciertas condiciones materiales, se expresa desde el liberalismo con la interrogante sobre a quién le debe doler su condición de pobre, en primera instancia a quien la padece, pero si este es indolente nadie tiene por qué hacer algo para sacarlo de una condición que el mismo eligió, este entre muchas otras formas de razonamiento nutrieron el pensamiento clásico, para justificar el individualismo y la no intervención del Estado en la economía.

Sin embargo, al paso de los años, nos hemos dado cuenta de que a largo plazo no todo es estable, y menos en la ciencia económica, donde existe una serie de causalidades para el desarrollo de una sociedad; así una de la crisis más recordada ha sido la de 1929-1933, misma que sirvió de base para romper con el paradigma clásico de la no intervención gubernamental; a la mención desarrollada por Keynes, quien refutó a los clásicos al afirmar que a largo plazo todos estaremos muertos, por aquello que a largo plazo todo era estable, con ello, Keynes afirmaba la necesidad de que el gobierno interviniera de manera activa en el mercado, ya que éste excluye y genera crisis cuyas manifestaciones están en la inflación o desempleo, este último de manera involuntaria, ya que muchos trabajadores son desplazados independientemente de si quieren trabajar o no, de ahí que el problema de la pobreza no es un problema individual, sino que ésta es el resultado de los procesos de exclusión del mercado, razón por la cual es necesario que ante tales distorsiones se presente un actor, en este caso al gobierno para reducir los efectos de las crisis, que se manifiesta como ya se dijo como inflación y desempleo.

En el caso de la economía mexicana, desde los años 70 ha habido una serie de crisis que afectaron significativamente la calidad de vida de los mexicanos, una década después, a inicios de los años 80 se inician con las reformas estructurales, las que se centraron fundamentalmente a desarticular y desmantelar un entramado institucional a fin de orientar todas las decisiones hacia la apertura comercial, adelgazamiento del sector público, disciplina fiscal, y privatizaciones entre otros; el objetivo de dichas reformas fue la implementación de un nuevo liberalismo económico, tendiente de nueva cuenta a la individualización y a la libertad de mercado como mecanismo regulador de las relaciones de producción y distribución de la riqueza, en este sentido, dicho modelo que aún prevalece en gran parte de las actividades económicas de México, nos cuestionamos sobre quién o quiénes deben hacer frente a la crisis que actualmente se padece, considerando que el confinamiento ha traído consigo la paralización de buena parte de las actividades productivas, y donde el nivel de desempleo alcanzado ha sido significativamente alto, según datos del Inegi la tasa de desocupación aumentó 1.7 puntos porcentuales al pasar de 2.9 por ciento en marzo a 4.7 por ciento en relación con la población económicamente activa en el mes de mayo, lo anterior muestra que una de las principales manifestaciones de la actual crisis se centra en el desempleo que actualmente se registra derivado de la crisis de salud pública, por lo que es necesario además de la reactivación económica el que se implementen acciones a fin de contrarrestar los efectos nocivos del desempleo, que como sabemos este no está en la voluntad de quien quiere trabajar o no, el caso es que los trabajadores de manera involuntaria han perdido sus empleos, por ello es de vital importancia implementar acciones para fortalecerlo, y es el gobierno el encargado de ofrecer las condiciones para su fomento.

Rogelio Cogco

En la ciencia económica y particularmente en el pensamiento que gira en torno a la economía política, existe una fuerte polémica sobre los alcances y las limitaciones respecto a la intervención del gobierno en la economía.

Por ejemplo, la tradición de la escuela clásica con la famosa expresión francesa del siglo XVIII del “Laissez faire, laissez passer” en el fondo lleva una postura netamente liberal, con el objetivo central en el establecimiento de una sociedad de mercado libre de cualquier obstáculo, bien sea éste generado por la intervención del gobierno o de alguna otra instancia que pudiera distorsionar la información derivada de las fuerzas de la oferta y la demanda, se pensaba además que dichas fuerzas generaban información que a largo plazo tendería a colocar a todos en el lugar que les corresponda, es decir, a largo plazo todo es estable, por tanto en los principales desequilibrios registrados a nivel económico y social, todos serían capaces de colocarse en el peldaño social que le compete, de ahí que la indolencia como manifestación individual de quien tiene ciertas condiciones materiales, se expresa desde el liberalismo con la interrogante sobre a quién le debe doler su condición de pobre, en primera instancia a quien la padece, pero si este es indolente nadie tiene por qué hacer algo para sacarlo de una condición que el mismo eligió, este entre muchas otras formas de razonamiento nutrieron el pensamiento clásico, para justificar el individualismo y la no intervención del Estado en la economía.

Sin embargo, al paso de los años, nos hemos dado cuenta de que a largo plazo no todo es estable, y menos en la ciencia económica, donde existe una serie de causalidades para el desarrollo de una sociedad; así una de la crisis más recordada ha sido la de 1929-1933, misma que sirvió de base para romper con el paradigma clásico de la no intervención gubernamental; a la mención desarrollada por Keynes, quien refutó a los clásicos al afirmar que a largo plazo todos estaremos muertos, por aquello que a largo plazo todo era estable, con ello, Keynes afirmaba la necesidad de que el gobierno interviniera de manera activa en el mercado, ya que éste excluye y genera crisis cuyas manifestaciones están en la inflación o desempleo, este último de manera involuntaria, ya que muchos trabajadores son desplazados independientemente de si quieren trabajar o no, de ahí que el problema de la pobreza no es un problema individual, sino que ésta es el resultado de los procesos de exclusión del mercado, razón por la cual es necesario que ante tales distorsiones se presente un actor, en este caso al gobierno para reducir los efectos de las crisis, que se manifiesta como ya se dijo como inflación y desempleo.

En el caso de la economía mexicana, desde los años 70 ha habido una serie de crisis que afectaron significativamente la calidad de vida de los mexicanos, una década después, a inicios de los años 80 se inician con las reformas estructurales, las que se centraron fundamentalmente a desarticular y desmantelar un entramado institucional a fin de orientar todas las decisiones hacia la apertura comercial, adelgazamiento del sector público, disciplina fiscal, y privatizaciones entre otros; el objetivo de dichas reformas fue la implementación de un nuevo liberalismo económico, tendiente de nueva cuenta a la individualización y a la libertad de mercado como mecanismo regulador de las relaciones de producción y distribución de la riqueza, en este sentido, dicho modelo que aún prevalece en gran parte de las actividades económicas de México, nos cuestionamos sobre quién o quiénes deben hacer frente a la crisis que actualmente se padece, considerando que el confinamiento ha traído consigo la paralización de buena parte de las actividades productivas, y donde el nivel de desempleo alcanzado ha sido significativamente alto, según datos del Inegi la tasa de desocupación aumentó 1.7 puntos porcentuales al pasar de 2.9 por ciento en marzo a 4.7 por ciento en relación con la población económicamente activa en el mes de mayo, lo anterior muestra que una de las principales manifestaciones de la actual crisis se centra en el desempleo que actualmente se registra derivado de la crisis de salud pública, por lo que es necesario además de la reactivación económica el que se implementen acciones a fin de contrarrestar los efectos nocivos del desempleo, que como sabemos este no está en la voluntad de quien quiere trabajar o no, el caso es que los trabajadores de manera involuntaria han perdido sus empleos, por ello es de vital importancia implementar acciones para fortalecerlo, y es el gobierno el encargado de ofrecer las condiciones para su fomento.