/ martes 8 de septiembre de 2020

Economía y bienestar | La pobreza y los objetivos de la agenda 2030

Se puede decir que la ciencia económica como casi todas las disciplinas científicas, nos deben muchas interrogantes que nos inquietan en nuestra vida cotidiana, desde los problemas de salud, ambientales, físicos, matemáticos, entre otros.

En este sentido la economía no nos ha podido responder algunas de las inquietudes que frecuentemente nos cuestionamos, por ejemplo es de todos sabido que algún día dejaremos este espacio material que habitamos, es decir algún día moriremos, si la esperanza de vida en nuestro país es de 75 años en hombres y 78 en mujeres, si hiciéramos el ejercicio de estimar a través de una corrida financiera y conocer cuántos recursos económicos necesitamos para vivir una vida digna, y si conociéramos ese dato, sólo nos preocuparíamos por conseguir esa cantidad de dinero y disfrutáramos de muchas cosas que la vida nos proporciona, sin embargo por qué hay gente que aun sabiendo que cuenta con ese dinero y mucho más, continúa acumulando, esta interrogante fue planteada por el economista alemán Albert O. Hirschman. Se puede afirmar que dicha conducta también aplica con el tesoro de los países, mientras más reservas tengan aparentemente más seguros se encuentran de ahí su preocupación por poseer cada vez más.

Es aquí donde la economía hace convergencia con otras especialidades, particularmente con la filosofía, ya que ésta nos permite conocer y profundizar el pensamiento humano, para entender por qué el humano piensa como piensa; o bien, se puede explorar el campo de la psicología, como aquella que estudia la conducta humana. Independientemente de lo anterior, muchas de las justificaciones a dicha conducta se asocia a la previsión y por tanto a los supuestos miedos que experimentamos, se tiene que partir del ahorro para poder en un momento de crisis contar con los bienes para remediar los males; aun en este caso, se sigue presentando una actitud desmedida, por lo que sería necesario pensar en una línea que es muy frágil entre el egoísmo y la codicia, si bien el primer concepto ya fue suficientemente abordado por la escuela clásica, el concepto de codicia no, ya que este hace alusión a la actitud desmedida de poseer riqueza, de tener el control sobre muchos bienes principalmente materiales como dinero, metales preciosos, bienes inmuebles, entre otros.

Lo anterior nos invita a la reflexión, cuando sabemos que a nivel mundial existe una gran desigualdad en términos de recursos, ya que algunos países son sumamente pobres en tanto otros a lo largo de la historia han podido acumular una gran riqueza, y así como sucede en el plano internacional existe también la misma situación a nivel nacional, y México no es la excepción, ya que nuestro país se caracteriza por ser uno de los más desiguales del mundo, de acuerdo a Oxfam México, es el segundo país más desigual de los que conforman la OCDE, en el informe que presenta dicha organización no gubernamental, el 1 por ciento de la población en el año 2015 recibía el 21 por ciento de los ingresos de todo el país, habiendo algunos sectores más vulnerables que otros, por ejemplo, la población indígena es cuatro veces más pobre entre los que experimentan pobreza extrema, también sucede con la discriminación por factores asociados al género, edad o condición social, entre otros, además de lo anterior, existen factores que no solo son los de índole cultural, es decir, en nuestro país persiste una estructura económica que no ha garantizado una justa distribución del ingreso, así como algunos factores entre los que destacan, la violencia, la marginación el régimen fiscal inequitativo, entre otros.

Ahora bien, si uno de los propósitos de los objetivos del desarrollo sostenible enunciados en la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas, es poner fin de la pobreza; así como hambre cero; equidad de género; educación de calidad; entre otros, estos son solo algunos de los 17 objetivos enmarcados en la referida agenda, sin duda el reto es grande, ya que tales propósitos deberán cimbrar no solo la conciencia, sino la esencia del mismo ser humano por aquello de la codicia.

Regeneración 19

Se puede decir que la ciencia económica como casi todas las disciplinas científicas, nos deben muchas interrogantes que nos inquietan en nuestra vida cotidiana, desde los problemas de salud, ambientales, físicos, matemáticos, entre otros.

En este sentido la economía no nos ha podido responder algunas de las inquietudes que frecuentemente nos cuestionamos, por ejemplo es de todos sabido que algún día dejaremos este espacio material que habitamos, es decir algún día moriremos, si la esperanza de vida en nuestro país es de 75 años en hombres y 78 en mujeres, si hiciéramos el ejercicio de estimar a través de una corrida financiera y conocer cuántos recursos económicos necesitamos para vivir una vida digna, y si conociéramos ese dato, sólo nos preocuparíamos por conseguir esa cantidad de dinero y disfrutáramos de muchas cosas que la vida nos proporciona, sin embargo por qué hay gente que aun sabiendo que cuenta con ese dinero y mucho más, continúa acumulando, esta interrogante fue planteada por el economista alemán Albert O. Hirschman. Se puede afirmar que dicha conducta también aplica con el tesoro de los países, mientras más reservas tengan aparentemente más seguros se encuentran de ahí su preocupación por poseer cada vez más.

Es aquí donde la economía hace convergencia con otras especialidades, particularmente con la filosofía, ya que ésta nos permite conocer y profundizar el pensamiento humano, para entender por qué el humano piensa como piensa; o bien, se puede explorar el campo de la psicología, como aquella que estudia la conducta humana. Independientemente de lo anterior, muchas de las justificaciones a dicha conducta se asocia a la previsión y por tanto a los supuestos miedos que experimentamos, se tiene que partir del ahorro para poder en un momento de crisis contar con los bienes para remediar los males; aun en este caso, se sigue presentando una actitud desmedida, por lo que sería necesario pensar en una línea que es muy frágil entre el egoísmo y la codicia, si bien el primer concepto ya fue suficientemente abordado por la escuela clásica, el concepto de codicia no, ya que este hace alusión a la actitud desmedida de poseer riqueza, de tener el control sobre muchos bienes principalmente materiales como dinero, metales preciosos, bienes inmuebles, entre otros.

Lo anterior nos invita a la reflexión, cuando sabemos que a nivel mundial existe una gran desigualdad en términos de recursos, ya que algunos países son sumamente pobres en tanto otros a lo largo de la historia han podido acumular una gran riqueza, y así como sucede en el plano internacional existe también la misma situación a nivel nacional, y México no es la excepción, ya que nuestro país se caracteriza por ser uno de los más desiguales del mundo, de acuerdo a Oxfam México, es el segundo país más desigual de los que conforman la OCDE, en el informe que presenta dicha organización no gubernamental, el 1 por ciento de la población en el año 2015 recibía el 21 por ciento de los ingresos de todo el país, habiendo algunos sectores más vulnerables que otros, por ejemplo, la población indígena es cuatro veces más pobre entre los que experimentan pobreza extrema, también sucede con la discriminación por factores asociados al género, edad o condición social, entre otros, además de lo anterior, existen factores que no solo son los de índole cultural, es decir, en nuestro país persiste una estructura económica que no ha garantizado una justa distribución del ingreso, así como algunos factores entre los que destacan, la violencia, la marginación el régimen fiscal inequitativo, entre otros.

Ahora bien, si uno de los propósitos de los objetivos del desarrollo sostenible enunciados en la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas, es poner fin de la pobreza; así como hambre cero; equidad de género; educación de calidad; entre otros, estos son solo algunos de los 17 objetivos enmarcados en la referida agenda, sin duda el reto es grande, ya que tales propósitos deberán cimbrar no solo la conciencia, sino la esencia del mismo ser humano por aquello de la codicia.

Regeneración 19