/ martes 17 de mayo de 2022

Economía y bienestar | Los retos del desarrollo

Una de las discusiones ideológicas que se suscitaron en el ámbito del pensamiento económico contemporáneo, se derivó de la respuesta que J.M. Keynes le da a los economistas clásicos respecto a las perspectivas de largo plazo, ya que la idea central de éstos era el considerar que a largo plazo todo es estable, debido a que el mecanismo de mercado traería consigo que los actores económicos obtuvieran sus objetivos individuales consiguiendo con ello un equilibrio general, y a su vez éste sería considerado como un equilibrio de largo plazo.

Sin embargo, la gran crisis de recesión de los Estados Unidos de 1929-1936, pusieron sobre la mesa los cuestionamientos de la efectividad del equilibrio de largo plazo, de tal suerte que el mismo Keynes, afirmó haciendo alusión a tal pensamiento que “a largo plazo todos estaremos muertos”, por tanto había que intervenir en el corto plazo; con tal afirmación se ponía en tela de juicio el supuesto mecanismos de mercado y su efectividad para la estabilidad macroeconómica, ya que dadas las condiciones imperantes de principios de siglo pasado, la economía de libre mercado o de competencia libre se había transformado a una de competencia monopolista y con ello su mecanismo de equilibrio automático.

A partir de ese momento (años 30 del siglo pasado) lleva implicaciones sumamente importantes para la justificación de la participación del gobierno en el ámbito económico, principalmente en Inglaterra y posteriormente en diferentes partes del mundo. Su participación originalmente fue a través de reactivar el mercado interno mediante políticas monetarias para que éstas reactivaran la economía y con ello se tratara de encontrar el pleno empleo o uso de los factores productivos.

Por esas mismas fechas otros países incluyendo México buscaban diversas formas o modelos de desarrollo, mediante la construcción de estados de bienestar, algunos de ellos ya con años de experiencia en su implementación, como es el caso de Inglaterra y Alemania, centraban su interés en la importancia de mantener un estado que garantizara mejores condiciones de vida para la población, mediante el acceso a ciertos servicios sociales o incluso satisfactores. En el caso de México, en la época posrevolucionaria el intento se dio mediante la búsqueda de la denominada “justicia social”, que implicaba el que todos los sectores de la población tuvieran acceso a la educación y a la salud como mecanismos para acceder a mejores condiciones de vida, para tal propósito se crearon instituciones, así como un marco jurídico apropiado para ello. Dicho entramado institucional fue desarticulado cuando años más tarde empezaron a propagarse las ideas de pensadores que se oponían a dicha intervención gubernamental, entre los que destacan M. Friedman y F. Hayek, y en la que muchos países volvieron de nueva cuenta a implementar políticas y acciones pensando de nuevo en la efectividad del mecanismo de libre competencia, bien sea direccionando sus estrategias hacia el proceso de globalización y apertura económica, además de otras acciones al interior de cada país, como la descentralización y la privatización. Hoy en la actualidad haciendo una evaluación, tal parece que la historia se repite como en su momento se plantearía, la primera vez que pasa, se presenta como un acto trágico, y la segunda vez se presenta como una farsa, pareciera que siempre la segunda vez que se repite ya pocos creen. Es por ello que en la actualidad con los retos que se tienen que afrontar tanto en materia económica como social, ya sea en nuestro país como en el resto del mundo, es de vital importancia innovar en las propuestas de desarrollo económico y social, en el que se ponga al ser humano en el centro de los objetivos y no únicamente los procesos de acumulación de capital, de tal manera que se podrá construir una propuesta que pudiera resultar tanto a corto como a largo plazo en una mejor sostenibilidad del desarrollo. El reto está ahí y es nuestro.

Una de las discusiones ideológicas que se suscitaron en el ámbito del pensamiento económico contemporáneo, se derivó de la respuesta que J.M. Keynes le da a los economistas clásicos respecto a las perspectivas de largo plazo, ya que la idea central de éstos era el considerar que a largo plazo todo es estable, debido a que el mecanismo de mercado traería consigo que los actores económicos obtuvieran sus objetivos individuales consiguiendo con ello un equilibrio general, y a su vez éste sería considerado como un equilibrio de largo plazo.

Sin embargo, la gran crisis de recesión de los Estados Unidos de 1929-1936, pusieron sobre la mesa los cuestionamientos de la efectividad del equilibrio de largo plazo, de tal suerte que el mismo Keynes, afirmó haciendo alusión a tal pensamiento que “a largo plazo todos estaremos muertos”, por tanto había que intervenir en el corto plazo; con tal afirmación se ponía en tela de juicio el supuesto mecanismos de mercado y su efectividad para la estabilidad macroeconómica, ya que dadas las condiciones imperantes de principios de siglo pasado, la economía de libre mercado o de competencia libre se había transformado a una de competencia monopolista y con ello su mecanismo de equilibrio automático.

A partir de ese momento (años 30 del siglo pasado) lleva implicaciones sumamente importantes para la justificación de la participación del gobierno en el ámbito económico, principalmente en Inglaterra y posteriormente en diferentes partes del mundo. Su participación originalmente fue a través de reactivar el mercado interno mediante políticas monetarias para que éstas reactivaran la economía y con ello se tratara de encontrar el pleno empleo o uso de los factores productivos.

Por esas mismas fechas otros países incluyendo México buscaban diversas formas o modelos de desarrollo, mediante la construcción de estados de bienestar, algunos de ellos ya con años de experiencia en su implementación, como es el caso de Inglaterra y Alemania, centraban su interés en la importancia de mantener un estado que garantizara mejores condiciones de vida para la población, mediante el acceso a ciertos servicios sociales o incluso satisfactores. En el caso de México, en la época posrevolucionaria el intento se dio mediante la búsqueda de la denominada “justicia social”, que implicaba el que todos los sectores de la población tuvieran acceso a la educación y a la salud como mecanismos para acceder a mejores condiciones de vida, para tal propósito se crearon instituciones, así como un marco jurídico apropiado para ello. Dicho entramado institucional fue desarticulado cuando años más tarde empezaron a propagarse las ideas de pensadores que se oponían a dicha intervención gubernamental, entre los que destacan M. Friedman y F. Hayek, y en la que muchos países volvieron de nueva cuenta a implementar políticas y acciones pensando de nuevo en la efectividad del mecanismo de libre competencia, bien sea direccionando sus estrategias hacia el proceso de globalización y apertura económica, además de otras acciones al interior de cada país, como la descentralización y la privatización. Hoy en la actualidad haciendo una evaluación, tal parece que la historia se repite como en su momento se plantearía, la primera vez que pasa, se presenta como un acto trágico, y la segunda vez se presenta como una farsa, pareciera que siempre la segunda vez que se repite ya pocos creen. Es por ello que en la actualidad con los retos que se tienen que afrontar tanto en materia económica como social, ya sea en nuestro país como en el resto del mundo, es de vital importancia innovar en las propuestas de desarrollo económico y social, en el que se ponga al ser humano en el centro de los objetivos y no únicamente los procesos de acumulación de capital, de tal manera que se podrá construir una propuesta que pudiera resultar tanto a corto como a largo plazo en una mejor sostenibilidad del desarrollo. El reto está ahí y es nuestro.