Recientemente nos hemos empantanado en los aspectos de índole ideológico entre la derecha y la izquierda, ambas fuerzas antagónicas muestran posturas diferentes en cuanto a las directrices que debe tomar la sociedad.
Si el punto de partida en la actualidad de nuestro país es que se rige por un sistema político democrático, donde se reconoce que la democracia implica que la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes (RAE), asimismo, en el Artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
Lo anterior es importante dada la diatriba que se repite con frecuencia en el imaginario colectivo de un grupo importante de la población mexicana, en el sentido que nos estamos convirtiendo en un determinado país o bien en otro, lo peor del caso es que incluso se llega a pensar que estamos a punto de convertirnos en un país cuyo modelo es anatemizado, sin siquiera tener claro cuál es el fundamento teórico de dicho modelo.
Partiendo de la consideración respecto a que el pensamiento marxista tiene tres fuentes teóricas fundamentales; por una parte, la economía clásica inglesa, principalmente de las aportaciones de David Ricardo a través de la teoría del valor trabajo; en segundo lugar las aportaciones de la filosofía alemana, tomando en consideración las aportaciones de Feuerbach quien aportó una visión materialista de la historia, así como la dialéctica Hegeliana al analizar que son las condiciones materiales en las que vive el hombre las que determinan la conciencia del mismo; por último, la tercer influencia teórica del marxismo son los socialistas utópicos franceses, quienes criticaban al sistema capitalista sin considerar la posibilidad de modificarlo de fondo.
Las anteriores referencias, son las que nutrieron el pensamiento marxista, y de ahí la propuesta de un nuevo modelo de producción distinto al existente en ese momento, de ahí se desarrolló el modelo socialista, el cual surge primero como una teoría bajo las siguientes características, en primer lugar, la estatización de todos los medio de producción, y en el plano político de la instauración de la denominada dictadura del proletariado, por último, la riqueza que se generaría, se distribuiría de acuerdo a cada quien según sus necesidades y dependiendo sus capacidades.
Si tomamos en consideración lo anterior, nada tiene que ver la construcción del socialismo como modelo económico en nuestro país, más bien, se trata de la implementación de un modelo derivado de una mayor madurez democrática, ya que ha sido la mayoría de la población la que ha decidido qué gobierno es el que se quiere tener. Lo que se vive actualmente es un mayor protagonismo del gobierno en aquellos sectores estratégicos para el desarrollo nacional, y si se tratase de poner la influencia de algún teórico, no estaría de más considerar a J.M. Keynes en el plano económico y en materia ideológica habrá que hurgar en los filósofos humanistas.
Por lo anterior, es importante tomar en consideración que estamos viviendo un momento de suma importancia en la definición del modelo que se construye actualmente en nuestro país, que sin duda ha generado expectativas no solo al interior de la sociedad mexicana, sino en otras latitudes en el exterior, aún con todo ello, lo más importante es tomar en cuenta la importancia de los procesos democráticos, así como la solidez de las instituciones gubernamentales que garanticen la equidad y la búsqueda de una sociedad más justa para todos.
Regeneración 19
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