/ martes 3 de julio de 2018

El amor propio termina por engañarnos y nos induce a errar

Con tantos campeonatos mundiales vistos, difícilmente podemos asombrarnos de algo.

El amor propio termina por engañarnos y nos induce a errar sobre nosotros mismos. El jugador que siente un fuerte amor propio se cuida muchísimo de que los demás no se den cuenta de sus defectos; si alguien los advierte, sufre por ellos y no soporta que se los señalen. Este aspecto, otrora tan significativo entre nuestros jugadores, se ha ido minimizando gracias a la participación en el futbol europeo de un buen número de futbolistas mexicanos recibiendo una maestría que comprende asignaturas no observadas en el país, en donde la voluntad del joven mexicano se fortalece al adaptarse al rigor del estilo de juego europeo.

Y esa educación distinta comienza a inculcarse en nuestro país con la participación en nuestra selección de los que se encuentran allá. La educación procede cuando se presenta un cambio en el individuo, y en México eso ya está procediendo, el problema que tenemos es que después de cada buena actuación, al no concluirla con un éxito la consideramos obsoleta y desechamos el proyecto para iniciar otro que volverá a dejarnos en el mismo nivel. Esa es la triste historia de nuestro eterno estancamiento. Hoy hemos vuelto a ilusionarnos, encontrando como siempre, detallitos que podrían ser superados, lo que reclama una continuidad para que se logre, pero díganme ¿cuando se ha cumplido esa continuidad? La posibilidad de la continuidad de Osorio, según las versiones que ubican a Juan Carlos fuera de México (Colombia, USA e Inglaterra), la hacen imposible, así que, como lo decía José Alfredo Jiménez, “otra vez a entrenar con extraños y a sufrir por los mismos dolores”.

Sabíamos que ganarle a Brasil era, si no imposible, si bien distinto de lo que fue ganarle a Alemania, cuyo triunfo acabó por confundirnos más todavía, pues lo que consideramos una histórica proeza perdió valor cuando vimos que hasta los coreanos fueron capaces de derrotarlos. No deseo explicarme a qué se debió el mal funcionamiento de Alemania, la cuestión es que no podíamos imaginar un triunfo ante Brasil después de haberlos visto jugar contra Suiza 1-1, Serbia 2-0 y Costa Rica 2-0, un empate dos victorias y una diferencia de goles de +4, mientras que nosotros vencimos a Alemania 1-0, a Corea 2-1 y caímos ante Suecia 0-3 con dos victorias y una derrota con una diferencia de -1. En fin, hoy era el día importante y lo tendríamos que enfrentar sin Héctor Moreno y con la gran dificultad de suplirlo. Problemas que ya analizaremos cuando el Mundial finalice.

Por actitud no podemos cuestionar a nuestros jugadores, la diferencia es que mientras nosotros buscamos anotar a través de la jugada individual, Brasil lo hace llegando descansadamente en grupo de hasta cuatro atacantes. El “Chucky” encara en jugadas que inicia en la banda izquierda, hace un sprint fuerte para enganchar a su derecha y tirar, no tiene otra jugada y esta había sido ya bien estudiada por los brasileños que no le permitieron completar una sola; Vela, el más inteligente de nuestros atacantes, no encuentra respuesta de sus compañeros, a Herrera no le concedieron espacio para tirar y el “Chicharito” que vimos en este Mundial estuvo muy lejos del de las grandes ocasiones, mientras que por Brasil el único que aplicaba la velocidad, era Willian, que sabe bien cuándo sprintar y cuándo no, así era obvio que el equipo que más se esforzaba era México, y me viene a la memoria cuando en un enfrentamiento similar, al entrevistar a Pelé le preguntaron qué le parecía Cuéllar... ¿Verdad que corre mucho? A lo que el Rey contestó “Se va a cansar”... Brasil 2-0, normal, jugamos bien, pero podemos hacerlo mejor.

Cerró la jornada de lunes con el juego Bélgica vs. Japón. Bélgica saltaba al terreno como unánime favorita, sin embargo, la vieja tradición guerrera de Japón luchó por imponer su ritmo vertiginoso consiguiéndolo sin que los belgas bajaran los brazos, unos proponían el juego veloz y los otros el más pausado. Esto trajo como consecuencia que el trabajo para los porteros se multiplicara y, que debido a la mayor práctica de tiro por parte de los belgas, el arquero nipón tuviera más actividad que Courtois, que algún tiempo fue considerado el mejor de Europa.

Fue hasta el minuto 49 cuando Japón, con su especialidad, el rompimiento, sorprende a Bélgica por conducto de Hariguchi que pone el 1-0. Tres minutos más adelante, el mejor jugador japonés, Inui, saca un potente zapatazo haciendo inútil la estirada de Courtois, que sirvió para acrecentar la belleza del gol. Fue hasta el minuto 69 cuando Verthongen anotó un extraño gol con la cabeza, desde un ángulo difícil y desde unos quince metros de distancia. Después apareció Fellaini en su especialidad, salto cabezazo y gol, y todo indicaba que nos iríamos a tiempos extras cuando al 93, Chadli aprovecha una pantalla de Lukaku para lograr la remontada 3-2. Para mí el mejor juego en lo que va del campeonato. Hasta pronto amigo.

Con tantos campeonatos mundiales vistos, difícilmente podemos asombrarnos de algo.

El amor propio termina por engañarnos y nos induce a errar sobre nosotros mismos. El jugador que siente un fuerte amor propio se cuida muchísimo de que los demás no se den cuenta de sus defectos; si alguien los advierte, sufre por ellos y no soporta que se los señalen. Este aspecto, otrora tan significativo entre nuestros jugadores, se ha ido minimizando gracias a la participación en el futbol europeo de un buen número de futbolistas mexicanos recibiendo una maestría que comprende asignaturas no observadas en el país, en donde la voluntad del joven mexicano se fortalece al adaptarse al rigor del estilo de juego europeo.

Y esa educación distinta comienza a inculcarse en nuestro país con la participación en nuestra selección de los que se encuentran allá. La educación procede cuando se presenta un cambio en el individuo, y en México eso ya está procediendo, el problema que tenemos es que después de cada buena actuación, al no concluirla con un éxito la consideramos obsoleta y desechamos el proyecto para iniciar otro que volverá a dejarnos en el mismo nivel. Esa es la triste historia de nuestro eterno estancamiento. Hoy hemos vuelto a ilusionarnos, encontrando como siempre, detallitos que podrían ser superados, lo que reclama una continuidad para que se logre, pero díganme ¿cuando se ha cumplido esa continuidad? La posibilidad de la continuidad de Osorio, según las versiones que ubican a Juan Carlos fuera de México (Colombia, USA e Inglaterra), la hacen imposible, así que, como lo decía José Alfredo Jiménez, “otra vez a entrenar con extraños y a sufrir por los mismos dolores”.

Sabíamos que ganarle a Brasil era, si no imposible, si bien distinto de lo que fue ganarle a Alemania, cuyo triunfo acabó por confundirnos más todavía, pues lo que consideramos una histórica proeza perdió valor cuando vimos que hasta los coreanos fueron capaces de derrotarlos. No deseo explicarme a qué se debió el mal funcionamiento de Alemania, la cuestión es que no podíamos imaginar un triunfo ante Brasil después de haberlos visto jugar contra Suiza 1-1, Serbia 2-0 y Costa Rica 2-0, un empate dos victorias y una diferencia de goles de +4, mientras que nosotros vencimos a Alemania 1-0, a Corea 2-1 y caímos ante Suecia 0-3 con dos victorias y una derrota con una diferencia de -1. En fin, hoy era el día importante y lo tendríamos que enfrentar sin Héctor Moreno y con la gran dificultad de suplirlo. Problemas que ya analizaremos cuando el Mundial finalice.

Por actitud no podemos cuestionar a nuestros jugadores, la diferencia es que mientras nosotros buscamos anotar a través de la jugada individual, Brasil lo hace llegando descansadamente en grupo de hasta cuatro atacantes. El “Chucky” encara en jugadas que inicia en la banda izquierda, hace un sprint fuerte para enganchar a su derecha y tirar, no tiene otra jugada y esta había sido ya bien estudiada por los brasileños que no le permitieron completar una sola; Vela, el más inteligente de nuestros atacantes, no encuentra respuesta de sus compañeros, a Herrera no le concedieron espacio para tirar y el “Chicharito” que vimos en este Mundial estuvo muy lejos del de las grandes ocasiones, mientras que por Brasil el único que aplicaba la velocidad, era Willian, que sabe bien cuándo sprintar y cuándo no, así era obvio que el equipo que más se esforzaba era México, y me viene a la memoria cuando en un enfrentamiento similar, al entrevistar a Pelé le preguntaron qué le parecía Cuéllar... ¿Verdad que corre mucho? A lo que el Rey contestó “Se va a cansar”... Brasil 2-0, normal, jugamos bien, pero podemos hacerlo mejor.

Cerró la jornada de lunes con el juego Bélgica vs. Japón. Bélgica saltaba al terreno como unánime favorita, sin embargo, la vieja tradición guerrera de Japón luchó por imponer su ritmo vertiginoso consiguiéndolo sin que los belgas bajaran los brazos, unos proponían el juego veloz y los otros el más pausado. Esto trajo como consecuencia que el trabajo para los porteros se multiplicara y, que debido a la mayor práctica de tiro por parte de los belgas, el arquero nipón tuviera más actividad que Courtois, que algún tiempo fue considerado el mejor de Europa.

Fue hasta el minuto 49 cuando Japón, con su especialidad, el rompimiento, sorprende a Bélgica por conducto de Hariguchi que pone el 1-0. Tres minutos más adelante, el mejor jugador japonés, Inui, saca un potente zapatazo haciendo inútil la estirada de Courtois, que sirvió para acrecentar la belleza del gol. Fue hasta el minuto 69 cuando Verthongen anotó un extraño gol con la cabeza, desde un ángulo difícil y desde unos quince metros de distancia. Después apareció Fellaini en su especialidad, salto cabezazo y gol, y todo indicaba que nos iríamos a tiempos extras cuando al 93, Chadli aprovecha una pantalla de Lukaku para lograr la remontada 3-2. Para mí el mejor juego en lo que va del campeonato. Hasta pronto amigo.