/ lunes 6 de agosto de 2018

El autor del filme

¿Se han dado cuenta que en los créditos de un filme, antes del nombre del director, aparece el del guionista?

La importancia que tiene un escritor de cine es capital y ha requerido de amplios estudios académicos al respecto.

¿Cuándo un filme es un de un director o de un guionista? Para responder a esta pregunta cabe reflexionar sobre el génesis de la propia película: una historia a ser contada en imágenes.

Desde el momento en que un asunto anecdótico es factible de ser desarrollado mediante la imagen, estamos ante el fenómeno del cine. Si bien se desboca la historia a partir de un guión literario, también es cierto que adquiere una autonomía única, singular. El cine es el lenguaje que habla el ojo.

El director es el verdadero autor de un filme, en tanto que nos cuenta, a su manera evangélica, la historia plasmada en el guión. Estilo, oficio, y en lo que en los escritores se llama “voz propia”, son los elementos subjetivos que permiten la autoría del director sobre la película.

La vieja polémica de que si es el guionista (o escritor de cine, como algunos etiquetan esta labor imprescindible) el autor del filme, se estrella contra una evidencia: el guion es una pieza inacabada que encuentra su simbiosis en la imagen filmada.

Así, por ejemplo, la idea que se tenía del coronel Aureliano Buendía (acuñada particularmente por cada lector en los rincones de su imaginación) cambia ante la versión ofrecida por Arturo Ripstein en su película adaptada de la novela de García Márquez El coronel no tiene quién le escriba con el rostro del actor Fernando Luján.

Un guión es, si se ve desde su fuente ineluctable, una aproximación a la totalidad del filme.

Un director es un narrador fílmico, un traductor definitivo de la historia a ser contada. Si el guionista está empeñado en crear en su texto personajes, el director logra (a final de cuentas) una coralidad dramática que articula los demás elementos palpablemente ausentes en la escritura del guión: la fotografía, la música, la actuación, la escenografía.

Puede decirse que la escritura de un filme es un acto a dos manos, por parte del guionista y el director. La película acabada es la artesanía, el producto y una cosmovisión sobre el mundo…

¿Se han dado cuenta que en los créditos de un filme, antes del nombre del director, aparece el del guionista?

La importancia que tiene un escritor de cine es capital y ha requerido de amplios estudios académicos al respecto.

¿Cuándo un filme es un de un director o de un guionista? Para responder a esta pregunta cabe reflexionar sobre el génesis de la propia película: una historia a ser contada en imágenes.

Desde el momento en que un asunto anecdótico es factible de ser desarrollado mediante la imagen, estamos ante el fenómeno del cine. Si bien se desboca la historia a partir de un guión literario, también es cierto que adquiere una autonomía única, singular. El cine es el lenguaje que habla el ojo.

El director es el verdadero autor de un filme, en tanto que nos cuenta, a su manera evangélica, la historia plasmada en el guión. Estilo, oficio, y en lo que en los escritores se llama “voz propia”, son los elementos subjetivos que permiten la autoría del director sobre la película.

La vieja polémica de que si es el guionista (o escritor de cine, como algunos etiquetan esta labor imprescindible) el autor del filme, se estrella contra una evidencia: el guion es una pieza inacabada que encuentra su simbiosis en la imagen filmada.

Así, por ejemplo, la idea que se tenía del coronel Aureliano Buendía (acuñada particularmente por cada lector en los rincones de su imaginación) cambia ante la versión ofrecida por Arturo Ripstein en su película adaptada de la novela de García Márquez El coronel no tiene quién le escriba con el rostro del actor Fernando Luján.

Un guión es, si se ve desde su fuente ineluctable, una aproximación a la totalidad del filme.

Un director es un narrador fílmico, un traductor definitivo de la historia a ser contada. Si el guionista está empeñado en crear en su texto personajes, el director logra (a final de cuentas) una coralidad dramática que articula los demás elementos palpablemente ausentes en la escritura del guión: la fotografía, la música, la actuación, la escenografía.

Puede decirse que la escritura de un filme es un acto a dos manos, por parte del guionista y el director. La película acabada es la artesanía, el producto y una cosmovisión sobre el mundo…