/ jueves 19 de septiembre de 2019

El cuento universal de Borges

“La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita”.

Así empieza este cuento universal y lleno de simbolismos titulado el “Aleph” escrito en 1949, cuando Jorge Luis Borges se encontraba en un caudaloso remolino de confusión, frustración y un ingrato combate entre el mundo metafísico y erudito en el que vivía, contra la terca realidad mundana y cruel del Buenos Aires de su época en cuyo tiempo a la par del drama personal de Borges por su fracaso con Estela Canto. Surgía también una legendaria relación amorosa que inspiró al pueblo Argentino a confiar en esta pareja que alcanzó la presidencia de ese país. Me refiero a Eva Duarte y Juan Domingo Perón.

Conservador y manipulado por el espíritu aristocrático del que presumía Doña Leonor Acevedo, madre y cancerbera de la puerta para entrar a la vida de Borges, George convirtió por el hecho de ser descendiente de los que en su momento dieron su vida por la independencia de Argentina un desprecio inalterable por "Evita" a quien consideraba inferior como para intentar siquiera dirigirle la palabra. Naturalmente que Borges actuaba manipulado por su madre como siempre lo hizo y que él aceptó como una bendición, pues durante los 94 años que vivió Doña Leonor Acevedo de Borges, su hijo preferido hizo exactamente lo que Doña Leonor dispuso.

Hay una excelente anécdota que contaban para despreciar la grandeza de este argentino memorable y creativo, que una ocasión se le preguntó a Jorge Luis Borges estando en Roma sobre el estado de salud de su Señora madre. Borges contestó: "Ella se encuentra bien de salud a pesar de sus 80 años, lo único que lamento es que ya no me pueda bañar".

La primera vez que leí el "Aleph" fue por recomendación de un ilustre poeta y abogado Francisco Martínez González, quien se desempeñaba como ayudante de Morelos Canseco, Paco, como le llamábamos sus amigos era un excelente abogado que no aceptaba titularse porque consideraba que no había un ser humano lo suficientemente calificado como para integrar un jurado de su alma mater para presentar su examen profesional. Hablaba perfectamente el inglés y el francés y naturalmente, sus expresiones en español eran correctamente las indicadas para describir lo que quería decir. Nuestra relación se dio porque acaba yo de leer "Ficciones" de Borges, que curiosamente por esa temporada al finalizar

El mandato del presidente Echeverría el autor de la "Historia Universal de la Infamia" visitó México y fue recibido y atendido generosamente por un grupo de escritores que sentían una auténtica devoción por este misterioso y legendario escritor ciego del que se llegó a escribir que nunca existió, si no que había sido una invención de un grupo de escritores acaudalados y ociosos entre los que sobresalían Silvina Ocampo y su esposo Adolfo Bioy Casares.

Este cuento particularmente me pareció difícil, pero creó que aprendí mucho en el intento de comprender a Borges porque en el fondo de su literatura por encima de su agradable y

emotiva erudición con la que redacta sus letras existe un trasfondo existencialista que me proporciona todas las respuestas en las dudas que siempre deja un texto escrito por Borges. Es una obra clásica que expresa todos los puntos de vista de un personaje que en momentos es el propio autor, porque sus preocupaciones, impresiones, conceptos y evocaciones existenciales en busca de un amor ilusoriamente concebido Borges alcanzan la perfección escritural.

En su técnica aplicada en el "Aleph" hay un rasgo que no encuentro repetido frecuentemente en otras creaciones de Borges. Está hecho el "Aleph" con una carga de insistente idealismo, naturalmente erudición y perspicacia que significan encontrar un orden y ser parte de este orden. No en vano James Joyce, autor del "Ulises" escribió que "toda narración en la que se busca un significado moral, se termina con la conclusión de que los traidores son siempre de alguna manera a la vez también los héroes". Porque en este cuento maravilloso y fantástico perfecto que es el "Aleph" hay una irradiación inocultable en el que aparecen todo el universo del carácter de Borges y un fondo totalmente autobiográfico que son siempre las proyecciones esenciales de las experiencias de un escritor, un lector, un ser humano en general.

Escrito en 1949 el "Aleph" fue dedicado para Estela Canto, una desinhibida Argentina, que formaba parte de los pelotones populares que en las calles luchaban por Perón y que era punta de lanza del feminismo Latinoamericano que hoy está presente en casi todos los países de este Continente. Estela era una dama moderna y de origen clase mediero que no satisfizo las pretensiones que Doña Leonor tenía reservadas para "George" a quien pensaba esposar con alguna dama de la alta sociedad argentina o británica para que Borges estuviera en el ambiente al que pertenecía.

El verdadero drama de esta relación Borgeana y el frustrado amor con Estela Canto está en que el responsable del fracaso es Jorge Luis, por que la intención del escritor era vivir una especie de entelequia sentimental similar a la que en Verona desarrollaron Romeo y Julieta. Estela necesitaba sexo con frecuencia, y Borges era metafísico y trataba de remediar

Esta carencia de apoyo sexual que le solicitaba el amor de su vida leyéndole en inglés partes completas de la formación del Imperio Británico en sus orígenes.

Como era de esperarse Estela Canto no aceptó el matrimonio que a escondidas de Doña Leonor Borges le propuso, porque no se hacía a la idea de tener una vida en la que ella fuera el centro de la veneración de Borges, mientras que lo que esta jovencita que se convirtió en una mediocre escritora que alcanzó fama por ser la musa que inspiró el "Aleph" lo que pretendía era tener jornadas interminables de "Amores perros" con algún argentino o italiano de tercera, como llama Carlos Fuentes a los escritores gauchos porque no soporta el globo en el que se convierten -a veces- algunos argentinos.

Correo:

notario177@msn.com

“La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita”.

Así empieza este cuento universal y lleno de simbolismos titulado el “Aleph” escrito en 1949, cuando Jorge Luis Borges se encontraba en un caudaloso remolino de confusión, frustración y un ingrato combate entre el mundo metafísico y erudito en el que vivía, contra la terca realidad mundana y cruel del Buenos Aires de su época en cuyo tiempo a la par del drama personal de Borges por su fracaso con Estela Canto. Surgía también una legendaria relación amorosa que inspiró al pueblo Argentino a confiar en esta pareja que alcanzó la presidencia de ese país. Me refiero a Eva Duarte y Juan Domingo Perón.

Conservador y manipulado por el espíritu aristocrático del que presumía Doña Leonor Acevedo, madre y cancerbera de la puerta para entrar a la vida de Borges, George convirtió por el hecho de ser descendiente de los que en su momento dieron su vida por la independencia de Argentina un desprecio inalterable por "Evita" a quien consideraba inferior como para intentar siquiera dirigirle la palabra. Naturalmente que Borges actuaba manipulado por su madre como siempre lo hizo y que él aceptó como una bendición, pues durante los 94 años que vivió Doña Leonor Acevedo de Borges, su hijo preferido hizo exactamente lo que Doña Leonor dispuso.

Hay una excelente anécdota que contaban para despreciar la grandeza de este argentino memorable y creativo, que una ocasión se le preguntó a Jorge Luis Borges estando en Roma sobre el estado de salud de su Señora madre. Borges contestó: "Ella se encuentra bien de salud a pesar de sus 80 años, lo único que lamento es que ya no me pueda bañar".

La primera vez que leí el "Aleph" fue por recomendación de un ilustre poeta y abogado Francisco Martínez González, quien se desempeñaba como ayudante de Morelos Canseco, Paco, como le llamábamos sus amigos era un excelente abogado que no aceptaba titularse porque consideraba que no había un ser humano lo suficientemente calificado como para integrar un jurado de su alma mater para presentar su examen profesional. Hablaba perfectamente el inglés y el francés y naturalmente, sus expresiones en español eran correctamente las indicadas para describir lo que quería decir. Nuestra relación se dio porque acaba yo de leer "Ficciones" de Borges, que curiosamente por esa temporada al finalizar

El mandato del presidente Echeverría el autor de la "Historia Universal de la Infamia" visitó México y fue recibido y atendido generosamente por un grupo de escritores que sentían una auténtica devoción por este misterioso y legendario escritor ciego del que se llegó a escribir que nunca existió, si no que había sido una invención de un grupo de escritores acaudalados y ociosos entre los que sobresalían Silvina Ocampo y su esposo Adolfo Bioy Casares.

Este cuento particularmente me pareció difícil, pero creó que aprendí mucho en el intento de comprender a Borges porque en el fondo de su literatura por encima de su agradable y

emotiva erudición con la que redacta sus letras existe un trasfondo existencialista que me proporciona todas las respuestas en las dudas que siempre deja un texto escrito por Borges. Es una obra clásica que expresa todos los puntos de vista de un personaje que en momentos es el propio autor, porque sus preocupaciones, impresiones, conceptos y evocaciones existenciales en busca de un amor ilusoriamente concebido Borges alcanzan la perfección escritural.

En su técnica aplicada en el "Aleph" hay un rasgo que no encuentro repetido frecuentemente en otras creaciones de Borges. Está hecho el "Aleph" con una carga de insistente idealismo, naturalmente erudición y perspicacia que significan encontrar un orden y ser parte de este orden. No en vano James Joyce, autor del "Ulises" escribió que "toda narración en la que se busca un significado moral, se termina con la conclusión de que los traidores son siempre de alguna manera a la vez también los héroes". Porque en este cuento maravilloso y fantástico perfecto que es el "Aleph" hay una irradiación inocultable en el que aparecen todo el universo del carácter de Borges y un fondo totalmente autobiográfico que son siempre las proyecciones esenciales de las experiencias de un escritor, un lector, un ser humano en general.

Escrito en 1949 el "Aleph" fue dedicado para Estela Canto, una desinhibida Argentina, que formaba parte de los pelotones populares que en las calles luchaban por Perón y que era punta de lanza del feminismo Latinoamericano que hoy está presente en casi todos los países de este Continente. Estela era una dama moderna y de origen clase mediero que no satisfizo las pretensiones que Doña Leonor tenía reservadas para "George" a quien pensaba esposar con alguna dama de la alta sociedad argentina o británica para que Borges estuviera en el ambiente al que pertenecía.

El verdadero drama de esta relación Borgeana y el frustrado amor con Estela Canto está en que el responsable del fracaso es Jorge Luis, por que la intención del escritor era vivir una especie de entelequia sentimental similar a la que en Verona desarrollaron Romeo y Julieta. Estela necesitaba sexo con frecuencia, y Borges era metafísico y trataba de remediar

Esta carencia de apoyo sexual que le solicitaba el amor de su vida leyéndole en inglés partes completas de la formación del Imperio Británico en sus orígenes.

Como era de esperarse Estela Canto no aceptó el matrimonio que a escondidas de Doña Leonor Borges le propuso, porque no se hacía a la idea de tener una vida en la que ella fuera el centro de la veneración de Borges, mientras que lo que esta jovencita que se convirtió en una mediocre escritora que alcanzó fama por ser la musa que inspiró el "Aleph" lo que pretendía era tener jornadas interminables de "Amores perros" con algún argentino o italiano de tercera, como llama Carlos Fuentes a los escritores gauchos porque no soporta el globo en el que se convierten -a veces- algunos argentinos.

Correo:

notario177@msn.com