/ miércoles 3 de agosto de 2022

El cumpleaños del perro | Antes de ti nada era mío…

Antes de ti nada era mío y hoy, contigo a mi lado, me pertenece (oh cosa fácil) el universo. No hay bordes ni limítrofes para mis posesiones. Soy dueño del aire que respiro y, mira nomás: las alas que me han crecido desde que estoy contigo.

Te amo y el azul de Tampico a las doce del día se me mete por los ojos y la piel. El camino más corto para llegar a ti es un beso. A tus labios los miro y de ellos salen pájaros dulces a poblar el estío de mi boca abandonada.

Tú me fecundas, me das vitalidad, haces que los duendes ogros de mi alma se vayan a otra fábula pobre. Te acaricio y mis manos se llenan de juventud, de eléctrico entusiasmo.

Te amo porque me sacas a flote y porque haces que el polvo del camino no enturbie mi corazón.

“Amar es morir lentamente”, dijo alguna vez la rockera Rita Guerrero. Verdad buena. Amarte es morirme en vida y tú – mi asesina con todos los permisos - acudes a mi resurrección diaria en tus brazos de hiedra tersa.

Cuando te amo el mundo me parece bello y los pequeños enfados por el pago de la luz, el agua y el teléfono se me presentan como accesorios de la rutina.

Amar significa compartir el doloroso mundo contigo. Amar es abrir los ojos y continuar viendo tu rostro. El amor no es prisión, no es “un eres mía”. Amar es la esclavitud más libre que pueda existir.

¿Dónde pongo los brazos, las manos y la mirada, amor, ahora que te amo así? Y es que a tu lado soy ligero, de humo enamorado (aún no polvo, mi estimado Quevedo).

¿Qué era yo antes de ti? Errante y vano, nublado y acostumbrado al hastío. Musgo en la mirada, color vacui en mis manos. Pero, amor, contigo vinieron habitantes a traer la belleza a vivir en mi alma y, no sé, si me ves llorar es porque has dado vida a mi cuerpo jubilado por Eros.

Las noches a tu lado son líquidas y etéreas, pobladas por vírgenes ebrias y juglares extraviados. Ah por tus manos en mis territorios vedados, ah por la tibieza de tus pechos listos para la erupción, ah por los silencios que estallan en sílabas cuando entramos a la cueva de los enamorados, y ah por la fatiga que nos derrumba cuales pistilos después de la batalla.

Contigo entendí que uno muere si no tiene por quien vivir. Llegaste y mi voz volvió a poseer palabras vívidas. Porque, has de saberlo, amor, quiero vivir, vivir, extender mi imperio de miedos por la zona de tus pechos y los barrancos suaves de tu ombligo de donde salen mariposas y ayes que me incendian en noches donde, no sé cómo decirlo, resucito para tus labios y tus ojos de pozos claros.

“¿Dónde estabas?” Me preguntas; y yo te contesto que esperándote entre los fuegos negros de calendarios y obligaciones fantasmas. Años fantasmas antes de ti viví, tiempo de espuma en la boca y légamo en el intelecto.

Contigo soy, existo y me amplío en todo lo que hago. Me has dado la savia de tus años y el estrago de tu pasión juvenil. Roca y pétalo, ácido y miel, nada nos detendrá excepto el tiempo.

Mientras el mundo está herido por una pandemia inclemente, contigo me siento seguro porque el amor es una de las respuestas contra la oscuridad. Amar es cobijo, inmunidad moral, eternidad del alma…

Antes de ti nada era mío y hoy, contigo a mi lado, me pertenece (oh cosa fácil) el universo. No hay bordes ni limítrofes para mis posesiones. Soy dueño del aire que respiro y, mira nomás: las alas que me han crecido desde que estoy contigo.

Te amo y el azul de Tampico a las doce del día se me mete por los ojos y la piel. El camino más corto para llegar a ti es un beso. A tus labios los miro y de ellos salen pájaros dulces a poblar el estío de mi boca abandonada.

Tú me fecundas, me das vitalidad, haces que los duendes ogros de mi alma se vayan a otra fábula pobre. Te acaricio y mis manos se llenan de juventud, de eléctrico entusiasmo.

Te amo porque me sacas a flote y porque haces que el polvo del camino no enturbie mi corazón.

“Amar es morir lentamente”, dijo alguna vez la rockera Rita Guerrero. Verdad buena. Amarte es morirme en vida y tú – mi asesina con todos los permisos - acudes a mi resurrección diaria en tus brazos de hiedra tersa.

Cuando te amo el mundo me parece bello y los pequeños enfados por el pago de la luz, el agua y el teléfono se me presentan como accesorios de la rutina.

Amar significa compartir el doloroso mundo contigo. Amar es abrir los ojos y continuar viendo tu rostro. El amor no es prisión, no es “un eres mía”. Amar es la esclavitud más libre que pueda existir.

¿Dónde pongo los brazos, las manos y la mirada, amor, ahora que te amo así? Y es que a tu lado soy ligero, de humo enamorado (aún no polvo, mi estimado Quevedo).

¿Qué era yo antes de ti? Errante y vano, nublado y acostumbrado al hastío. Musgo en la mirada, color vacui en mis manos. Pero, amor, contigo vinieron habitantes a traer la belleza a vivir en mi alma y, no sé, si me ves llorar es porque has dado vida a mi cuerpo jubilado por Eros.

Las noches a tu lado son líquidas y etéreas, pobladas por vírgenes ebrias y juglares extraviados. Ah por tus manos en mis territorios vedados, ah por la tibieza de tus pechos listos para la erupción, ah por los silencios que estallan en sílabas cuando entramos a la cueva de los enamorados, y ah por la fatiga que nos derrumba cuales pistilos después de la batalla.

Contigo entendí que uno muere si no tiene por quien vivir. Llegaste y mi voz volvió a poseer palabras vívidas. Porque, has de saberlo, amor, quiero vivir, vivir, extender mi imperio de miedos por la zona de tus pechos y los barrancos suaves de tu ombligo de donde salen mariposas y ayes que me incendian en noches donde, no sé cómo decirlo, resucito para tus labios y tus ojos de pozos claros.

“¿Dónde estabas?” Me preguntas; y yo te contesto que esperándote entre los fuegos negros de calendarios y obligaciones fantasmas. Años fantasmas antes de ti viví, tiempo de espuma en la boca y légamo en el intelecto.

Contigo soy, existo y me amplío en todo lo que hago. Me has dado la savia de tus años y el estrago de tu pasión juvenil. Roca y pétalo, ácido y miel, nada nos detendrá excepto el tiempo.

Mientras el mundo está herido por una pandemia inclemente, contigo me siento seguro porque el amor es una de las respuestas contra la oscuridad. Amar es cobijo, inmunidad moral, eternidad del alma…